23.

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Termino de colgar el vestido y me meto a toda velocidad en la cama, sintiendo las piernas heladas. Mi piel se siente impregnada del aroma de Harry y aquello me permite quedarme dormida a los pocos minutos. Cuando amanece llevo a cabo la rutina de siempre: desayunar, hacer planes con mis abuelos, quienes optan por no hacer nada dado el cansancio que mantienen por la caminata del día anterior; luego lavo los platos y me decido por ver una película en la televisión.

Cuando menos lo espero, el reloj marca las tres menos cuarto y estoy lavando los platos al ritmo habitual para luego dirigirme a la casa de Harry, observando con sigilo a cada lado de la calle, agradecida de que últimamente los vecinos andan ocupados en sus asuntos y no en los ajenos.

Abre la puerta con el teléfono pegado a la oreja, hablando con calma, me indica que pase con una seña y el gesto amigable en el rostro, me acerco a su librero, echando ojo a los libros en éste dado que no he traído el mío para leer, sin embargo me llama la atención el paquete de cartas de póker en una de las repisas, con una sonrisa lo tomo y lo abro, mientras Harry sigue metido en la conversación que parece ser importante. Minutos después me encuentro en el sofá, con las cartas esparcidas en mi regazo mientras observo los detalles del joker, que siempre ha sido la carta que más me ha gustado: el resto son solo números poco atractivos, incluso en ese juego de cartas, cuyos dibujos difieren de las típicas formas aburridas.

-¿Estás jugando sola? –pregunta Harry, colgando el teléfono y sentándose a mi lado tras recoger las cartas para no aplastarlas con su cuerpo.

-No –respondo, y le muestro el joker entre mis dedos -, esta carta siempre ha sido la que más me ha atraído de toda la baraja –comento y le veo sonreír.

-¿Quieres jugar? –ofrece y yo no dudo ni un segundo en asentir.

Toma todas las cartas, cuya espalda es tan verde como sus ojos, detalle que me parece curioso y agradable. Empezamos una partida de nervioso, aquel juego en el que bajamos una a una las cartas, gritando en orden los números, hasta que una de las cartas bien barajadas encaja con el número que gritamos y quien la toque de ultimo suma aquellas cartas a su mazo, ganando aquel que se quede sin cartas.

Ni bien empieza la partida, empezamos a lanzar las cartas al medio con velocidad y ambos reímos cada vez más fuerte mientras intentamos concentrarnos en las cartas que baja nuestro contrincante, él es mucho más nervioso que yo y termina presionando las cartas incorrectas varias veces, cargándolas en su mazo de castigo. Harry admite que no se le da muy bien el póker, y que apenas conoce otros juegos, sin embargo, luego de que gano varias veces, comenta que tampoco se le da muy bien jugar esto, yo solo río y opto por ordenar todas las cartas y guardarlas justo cuando él se disculpa para contestar el celular que acaba de empezar a sonar.

No tarda mucho tiempo en alzar la voz con molestia y empiezo a sentirme mal por quien sea que esté al otro lado de la línea; entonces se acerca, sin colgar, y tras sentarse a mi lado empieza a jugar con mis dedos que ya han dejado las cartas sobre la mesita de café. Noto como regula su respiración y la molestia en sus ojos parece difuminarse a la vez que yo tomo sus dedos y empiezo a hacer girar uno de sus anillos al ritmo de una cancioncilla que tarareo.

-Bien –dice -, escucha Liam –reconozco el nombre del sujeto castaño de la discoteca -, voy a llegar en menos de cinco horas, quiero que para cuando cruce esa jodida puerta tengan los documentos impresos con las copias necesarias para que yo las firme y sean enviadas al instante, quiero un café bien cargado esperando por mí, y espero que tengas lista la videoconferencia con los agentes de Singapur –ordena, entonces le miro con molestia y pellizco sin mucha fuerza su mano, me mira con molestia antes de asentir y agregar: -. Por favor -cuelga la llamada y me mira por unos segundos antes de apretar mis dedos entre los suyos al tiempo en que se levanta -. Lo siento, cariño, tengo que salir ya mismo hacia Los Ángeles, tengo que arreglar algunos asuntos –me dice, caminando hacia su dormitorio.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz