25.

3.5K 236 78
                                    

Sus manos acarician mi cintura antes de cruzar sus brazos por mi espalda, en un abrazo que yo imito en su cuerpo y, al ritmo en el que su boca deja la mía, Harry me mira directo a los ojos, todo el enojo se ha esfumado y sin dificultad reconozco la desesperación que su mirada me ofrece, seguramente, de verme en sus ojos, notaria lo mismo de mi parte.

Mis dedos sujetan su ropa con furia, intentando retenerlo cerca de mí el mayor tiempo posible, y siento sus dedos colándose por debajo de mi blusa, fríos, impactan sobre mi piel, causando que ésta se erice, sin embargo, no me separo, mi cuerpo pulsa hacia el suyo, con la intención de eliminar los centímetros que todavía nos distancias, y es entonces que sus labios vuelven a por los míos. Entre pasitos torpes, caemos sobre el sofá, que ahora le da la espalda al resto de la casa, Harry sobre mí sin aplastarme, y lo siento sonreír sobre mis labios antes de abandonarlos y quitarse la blusa al ritmo en el que yo me deshago de la mía. Ninguno dice nada mientras nos desvestimos con rapidez, intentando no destruir la sensación familiar de pertenencia mutua con palabreríos innecesarios.

En breve, Harry se levanta un poco y lo veo mirar hacia el pasillo con seriedad, incluso yo volteo un poco la cara, curiosa de saber si hay alguien que nos observa, pero no veo nada, entonces vuelvo mis ojos a Harry y él baja su mirada hasta coincidir con la mía.

—Tenemos que protegernos, Eva —dice, y entonces entiendo. Le hago una señal para que se mueva y encuentre un condón, dándole a entender que voy a quedarme esperando en el sofá. Él asiente y camina en pasitos veloces hasta su dormitorio, de donde retorna segundos después con más de un paquetito plateado y una enorme sonrisa en la cara, gesto que me provoca cosquillas en el estómago.

Se acerca y vuelve a besarme, primero lento y luego con ansias, expresando necesidad sin vergüenza de que yo sea capaz de reconocer ese sabor en su boca. Sus manos acarician mi cadera y toman el borde de mis bragas, única prenda que no me he quitado, y suavemente la desliza por mis piernas hasta que caen al piso. Mis manos toquetean el borde de sus boxers, pero es él quien se los quita y con mucha sensualidad, mientras nos miramos a los ojos, se pone el condón y se alinea entre mis piernas, entrando suavemente a la vez que el aire se condensa entre nuestros suspiros. 

*************

Mi cuerpo se siente pesado cuando abro los ojos, reconozco la suavidad del colchón de Harry y recuerdo sus brazos cargando mi cuerpo desnudo por el pasillo, su rostro, apenas iluminado, se veía agotado y su frente se adornaba con diminutas gotas de sudor.

Por la ventana se cuela un hilo de luz callejera que me permite ver la soledad en la que me encuentro en aquel dormitorio, entonces un nudo se hace en mi pecho y pienso en la estupidez que he cometido.

Silenciosamente y con calma, me levanto e intento tragarme las lágrimas que amenazan con adueñarse de mis ojos, tomo una camiseta del armario de Harry y me cubro antes de abrir la puerta y salir hacia la cocina. El castaño se encuentra de espaldas a mí, iluminado por la luz de su computadora, y puedo ver una botella de whisky abierta y un vaso servido a su lado. Un sentimiento de enojo burbujea en mi cuerpo, enojo conmigo por débil y enojo con Harry por insensible. El hecho de verlo trabajando como si nada luego de haberme hecho a un lado tras el sexo me causa repulsión, y entonces recuerdo las palabras de Mary, advirtiéndome sobre las prioridades de un adulto y las expectativas de una chiquilla.

Sigilosamente me encamino a la sala, donde encuentro mi ropa, y me visto sin hacer ruido, mirando a Harry, quien no se ha dado por enterado de mi presencia a pocos metros. Tras una larga y profunda respiración, hago una pelota con su camiseta y se la lanzo, golpeando su rostro con precisión. Él voltea hacia mí y abre los ojos con sorpresa, pero antes de que pueda formular una simple palabra, ataco:

—Eres un hijo de puta.

—Evangeline ¿qué demonios? —dice, levantándose con rapidez y caminando hasta estar cerca de mí. Su torso desnudo me deja ver sus tatuajes y las pequeñas marcas moradas en su cuello y clavículas. Marcas que yo he provocado.

—Eres un manipulador e insensible cerdo —respondo, permitiendo que mis sentimientos exploten —. ¡Lo único que quieres de mí es sexo de ves en cuando y luego me haces a un lado como si no fuera más que otro adorno en tu casa!

—¿De qué estás hablando? —cuestiona, con seria preocupación en el rostro y en el tono slde su voz. Pero mi cabeza parece no racionalizar aquello.

—¡Sabías que iba a venir! —grito — ¡Sabías que iba a buscarte y solo pensaste en aprovecharte!

—Evangeline —dice con molestia —, jamás, escuchame bien, jamás me aprovecharía de ti. Ni siquiera podría pensar en hacerlo. Tú estabas de acuerdo con todo lo que pasó esta noche.

—Porque no puedo decirte que no, Harry. Tú solo... tú estás demasiado metido en mi cabeza y justo cuando quiero acabar todo de una vez, me besas y no puedo dejarte ir —admito, sintiendo las burbujas de enojo esfumarse y dar paso al sentimiento real: decepción —. No puedo.

—¿Terminar todo, Evangeline? ¿A eso habías venido? —pregunta, enojado — ¿No podías haberlo dicho antes de hacer lo que hicimos y luego saltar en conclusiones absurdas?

—¡No pude, Harry! ¡Y tú sabes que no puedo! Solo soy una chiquilla ilusa y muy estúpida que no puede dejar a ese jodido hombre al que quiere tanto.

Entonces se hace el silencio. Harry no dice más nada y yo me siento demasiado estúpida para mantenerme parada mirándolo petrificado.

—Se acabó, Harry. No puedo hacerlo más —digo antes de caminar hacia la puerta y salir de su casa.

El frío azota mi rostro humedecido por las lágrimas, y yo solo puedo recrear mentalmente la mirada de molestia en los verdes ojos del castaño. No quiero entrar a la casa, quiero solo caminar por horas hasta encontrar los brazos de mi mejor amiga.

En pocos segundos se dibuja una posibilidad en mi mente y, sin pensarlo dos veces, entro a la cocina por unos segundos hasta localizar mi objetivo: las llaves del auto de mis padres, y salgo en breve, ingresandome en éste y encendiendolo.

—Vamos, Eva —me digo —, son pocas horas, llegarás antes del amanecer y tendrás el consuelo de quien necesitas —susurro para mí mientras muevo la palanca y arranco en reversa —. Tus abuelos comprenderán que necesitabas a tus amigos –continuo hablándome mientras el auto se mueve por las callejuelas del barrio.

Voy lento, y sé que si un policía me viera conduciendo de ese modo, me pondría una multa imposible de pagar con mis ahorros.

No he conducido mucho tiempo cuando la ansiedad se apodera de mi cuerpo y freno el auto antes de estallar en llanto, golpeando el volante con frustración.

—Eres una estúpida —me digo, y me recuesto en el asiento mientras me permito llorar.

El sonido de la puerta del copiloto abriéndose me saca de mi ensimismamiento, y es cuando el cuerpo de Harry se ingresa y se sienta a mi lado. Su mirada parece distante, pero se nota preocupado, sin embargo, no dice nada por unos minutos, en los que mi llanto se deja terminar.

Su mano roza mi mejilla y su pulgar se deshace de una lágrima, luego deposita un beso en mi frente y me acerca a su pecho para abrazarme con fuerza.

Sus gestos no se sienten urgidos, su tacto no parece buscar algo más, los roces de su piel con la mía me indican algo obvio: me ha buscado por preocupación, pero me ha encontrado para despedirse, terminar todo y dejarme ir.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Where stories live. Discover now