Capítulo 12: Perdiendo el control

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– ¡Jack, Anastasia!, que gusto de verlos – exclamó Leila alegremente – malvado, no me dijiste que los habías invitado – dijo a Christian dándole un golpecito en el hombro.

– En realidad no sabíamos que ustedes estarían aquí, Christian me prestó la casa por el fin de semana – respondió Jack mirándolo como pidiéndole una explicación.

¿Qué no era el próximo fin de semana? – exclamó Christian serio y confundido.

Bueno, hay suficiente espacio para los cuatro y así será mucho más divertido – agregó entusiasmada Leila casi brincando.

Yo simplemente no podía hacer ni decir nada, estaba estupefacta tratando de procesar la información en mi mente, el shock había sido más grande a cuando me lo topé en el estadio y lo que más me había molestado era haberlo visto tan feliz con Leila, ¿cómo podía decir que no era su novia si parecía todo lo contrario? Lo único que atiné hacer fue agarrar a Jack del brazo para sacarlo de la casa mientras le daba una mirada de odio a Christian que nos veía seriamente.

¿Él fue quien te presto la casa? – pregunté molesta afuera de la puerta principal.

– respondió parándose frente a mí.

No podemos quedarnos aquí, busquemos un hotel, al fin y al cabo, estamos a diez minutos del centro de Las Vegas.

– Pero bebe, ¿desde cuándo eres antisocial?

– ¿Bebe? – pregunté extrañada olvidando por un segundo el origen de la pelea.

dije Ana, por el enfado ya ni me escuchas bien.

– Te escuché perfectamente bien y me dijiste bebe, ¿desde cuándo me dices así?

– Ya sé porque fue la confusión – exclamó ignorando mi pregunta – es que primero le había dicho que vendríamos el siguiente fin de semana, pero como tengo que ir a... San Francisco en esa fecha le cambié el día a la mera hora, fue mi culpa Ana, perdón – se acercó y puso una mano en mi mentón – pero, no podemos hacerle un desaire cariño, Christian ha sido muy amable conmigo, además, se ve que a Leila le caes muy bien, será como aquel viaje que hicimos con Cynthia y Diego, acuérdate que la pasamos genial.

– Pero, se suponía que la razón de este viaje era para estar solos tú y yo.

– Y lo estaremos cariño, ¿o crees que ellos no querrán estar solitos también? – respondió guiñándome un ojo – anda, no seas así, serían prácticamente 3 días.

Sentí como se me revolvió el estómago con la insinuación, la escenita de la cocina estaba muy fresca en mi mente y no quise ni pensar como hubiera terminado si no hubiésemos interrumpido. Jack me dio un ligero beso en los labios y escuchamos que alguien carraspeaba, volteamos, pero él seguía sosteniendo mi mentón.

Perdón, no quise interrumpir, la cena está casi lista, pasen y después vemos como nos acomodamos – exclamó Leila desde el umbral de la puerta, Christian estaba detrás de ella con una mirada de pocos amigos, como si quisiera fulminar a alguien.

Gracias Leila, pero nosotros acabamos de comer, además supongo que ustedes querrán estar solos, creo que será mejor que Jack y yo nos vayamos a un hotel – dije separándome de él, pero entrelacé mi mano con la suya.

De ninguna manera, el que se confundió fui yo, los que debemos irnos somos Leila y yo – dijo Christian abrazándola por la cintura.

Ardiente TentaciónWhere stories live. Discover now