Capítulo 19: Amor de piel

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Aún estaba perdida en la intensa sensación del clímax que acababa de alcanzar, gracias a sus profundos besos en mi parte más íntima, cuando tocaron la puerta, miré asustada a Christian y me dio una gran sonrisa y un ligero beso en los labios.

Yo abro, no te preocupes – dijo y se levantó del sillón.

Yo me quedé ahí, sumida para evitar que el repartidor me viera y cuando Christian cerró la puerta me enderecé, tomé mi blusa del suelo y me la puse, aún seguía dándome vergüenza que Christian me viera desnuda y más si él estaba completamente vestido, puso la pizza en la mesa del comedor mientras yo me levantaba y caminaba.

¿Adónde vas, corazón?

– A ponerme algo encima.

– ¿Para qué si te lo voy a quitar? – exclamó divertido y sensual.

– Bueno, no voy a comer desnuda mientras tú estás vestido.

– Eso se arregla muy fácil, ahora me quito la ropa.

– No te atrevas, eso es algo que quiero hacer yo con mis propias manos.

– Uy, siendo así no moveré un dedo y te obedeceré.

Le sonreí y entré a mi habitación, me puse una camisa larga y amplia, aproveché para ver lo que realmente me interesaba, el calendario, no quería llevarme una sorpresa, no estaba preparada para una responsabilidad tan grande y menos sin planearla, además, aún no sabía exactamente el rumbo que tomaría la relación con Christian, así que para que tomar riesgos innecesarios, sólo esperaba que estuviera preparado como siempre si resultaba que estaba en uno de esos días peligrosos para tener relaciones sin protección. Afortunadamente no lo estaba, y me hice una nota mental de llamar al día siguiente al ginecólogo para sacar una cita.

Salí y me senté al lado de él, que estaba en el sillón mirando el televisor, me dio un pedazo de pizza y él tomó otro. En eso pasaron un sensual comercial de Elliot y Angela, donde anunciaban una marca de preservativos que de inmediato reconocí.

– ¿Seguro que no eres el dueño de la empresa?

– No, cuando hicieron el anuncio parte de su pago fue en especie y como Elliot no los necesita, porque está casado, me los regalo a mí.

– Ahora comprendo porque siempre estás preparado.

– Y vieras el dinero que me ahorré – respondió divertido.

Terminamos de comer y fui a lavar los platos mientras él veía el noticiero. Regresé y me senté en sus piernas de nuevo, él me abrazó de la cintura y yo recargué mi cabeza en su hombro, comencé a darle pequeños besos en el cuello y él suspiró, fui desabrochando su camisa y apagó el televisor, me cargó y me llevó a la habitación , cerró la puerta con su pie y me colocó en la cama, yo me levante y terminé de quitarle la camisa, le besé el torso en tanto le desabrochaba el cinturón y el pantalón, lo bajé al igual que su bóxer, entonces él me detuvo.

Te dije que te haría feliz, esta noche es sólo para ti – exclamó quitándome la blusa y luego él terminó de quitarse su ropa.

Miró mi cuerpo completamente desnudo, entrelazamos las manos y frotó mis labios con los suyos para después besarme dulce y apasionadamente mientras apretábamos las manos como si quisiéramos fundirlas en una sola. Después me hizo acostarme en la cama y tomó una de mis piernas, empezó a besarla desde el tobillo, en tanto una de sus manos bajaba por ella acariciándola suavemente, subió besando hasta mi pantorrilla, ahí se entretuvo un rato y después siguió hasta la parte trasera de mi rodilla, cada beso y cada caricia elevaban mi pulso y mi respiración, era tan cierto eso de que sabía exactamente donde tocarme y cómo hacerlo, lo miraba hacer su ritual y eso me excitaba más, realmente estaba disfrutando del sabor de mi piel.

Ardiente TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora