Capítulo 16: Mentiras al descubierto

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No pude moverme del pánico que me inundó, la escena del ping pong vino a mi mente y eso no sería nada a lo que sucedería si era Jack el que estaba ahí. Christian alcanzó a subirse y abrocharse el pantalón y se volteó para encarar a quien fuera, yo sólo pude enterrar mi cabeza en su hombro mientras él trataba de cubrir mi cuerpo desnudo.

Haré de cuenta que no vi nada – dijo Leila pasando al lado de la mesa, cubriendo sus ojos con una mano a la altura de las cejas.

Leila – exclamó Christian, pero se cayó, supongo que buscando que decirle.

Ahórrate las palabras, sabes que no es necesario.

– No quiero que pienses que soy de lo peor – dije muerta de la vergüenza por la incomodísima situación y, además, aún no tenía clara la relación entre ellos.

– Tranquila Ana, jamás pensaría eso de ti, yo no soy nadie para juzgarlos, además, es muy evidente la atracción que hay entre ustedes, me di cuenta desde el primer día.

– ¿Y eso no te molesta? – pregunté asombrada.

¿Por qué habría de molestarme?, espera, no me digas que piensas que entre Christian y yo hay algo más, Christian, ¿no le has dicho que sólo somos amigos tú y yo? – exclamó de lo más divertida, riéndose.

– Sí, pero ya me doy cuenta que no me creyó.

– Es que por la forma en que se tratan cualquiera pensaría que son novios.

– Nos conocemos de toda la vida, Anastasia, el baby es como un hermano más para mí, bueno, me voy a dormir, lamento haberlos interrumpido, pero mejor que haya sido yo, y no te preocupes Ana, repito yo no vi nada, buenas noches – tomó el vaso de agua que se había servido y salió de la cocina sonriéndonos en complicidad.

¡Qué vergüenza!, no podré volver a mirarla a los ojos.

– Tranquila, Leila es muy alivianada, además no es la primera vez que me pilla en una situación comprometedora – lo fulminé con la mirada – no me veas así, no te conocía.

– Será mejor que me vista y suba a mi habitación, no quiero ni imaginar que habría pasado si no hubiera sido ella la que nos vio.

– Quizá hubiera sido lo mejor para que dé una vez por todas Jack te deje en paz.

– No Christian, así no, no quiero herirlo de esa manera, además como quedaría mi reputación, también nos conocemos de toda la vida y mi papá lo adora.

– Viéndolo así, tienes razón, pero no quiero que duermas con él, vamos a mi habitación, por favor.

– Christian, te dije que no era bueno tentar a la suerte y ve, Leila nos pilló, así que mejor ya no nos la juguemos de nuevo.

– Está bien, pero, prométeme algo – me tomó de las manos – vas a terminar con él lo antes posible, cuando regrese de Europa ya no quiero que sea tu novio.

– Lo haré, te lo prometo, en cuanto regresemos buscaré la forma de terminar con la relación – me solté para acariciarle las mejillas y luego le di un pequeño beso.

Me levanté de la mesa y me vestí, él se puso su camisa y después me abrazó fuertemente.

Te voy a extrañar mucho Ana – susurró en mi oído.

– Yo también a ti, voy a estar contando los días para volver a verte.

– Y yo las horas – dijo y me besó nuevamente y luego volvió a abrazarme.

Ardiente TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora