Capítulo 6

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"¿Estás seguro de esto?" Preguntas presionando tu brazo con el suyo fuertemente mientras tus ojos escanean el restaurante. "No parece un lugar muy discreto."

"Relajate preciosa," su aliento caliente roza tu oído "el dueño es amigo mío, nadie sabrá nada".

Eso no te transmite mucha confianza, pero el lugar es verdaderamente hermoso.
Las paredes color beige con adornos al estilo barroco son lo más elegante que has visto en tu vida y ese techo alto con un enorme candelabro sobre sus cabezas te recuerda a una mansión victoriana de esas películas de época.

Realmente majestuoso.

"No entiendo cómo puedes pagar un lugar así." Dices, y esperas no sonar despectiva.

"Tal vez un salario de profesor no me pueda costear para cenar en un lugar así, pero teniendo los contactos correctos, puedes prácticamente hacer lo que quieras."

Planeas cuestionarlo sobre este comentario, pero en eso se vuelve su turno en la fila.

Se acercan juntos al mostrador, donde un hombre les da la bienvenida.

"Reservación para dos." Dice tu acompañante en un tono grave. El hombre abre su libro, "De Fonollosa."

"Ah, señor y señora de Fonollosa, por supuesto. Tienen prioridad" menciona peinándose el bigote "mesa 10, sigan al muchacho de allí."

Los dos son enviados a una mesa casi al final del enorme salón, donde la música se escucha un poco más tenue, pero el lugar es mucho más discreto que otras mesas.

"Permíteme." Dice Andrés ayudándote a quitarte el saco, descubriendo así tu vestido azul marino.

Andrés te besa rápidamente, un pequeño roce de labios, y continuamente te mueve la silla para que te sientes.

Te sientas y miras para ambos lados, asegurándote que nadie halla visto ese beso.

Para tu sorpresa, las personas de las mesas próximas parecen estar metidos en sus asuntos, sin fijarse en lo que ustedes dos hacen.

Completamente diferente al instituto entonces.

"¿Y qué opinas?" Andrés te saca de tus pensamientos, y tu te volteas para observarlo a los ojos.

"Es hermoso..." mencionas observando el lugar.

"Espera a probar la comida." Sonríe y hace una seña con una mano, haciendo que un mesero se acerque hacia ustedes. "Vino tinto para mi, el más añejo que tengan."

"Yo voy a querer una gaseosa" dices antes de que Andrés pueda pedir por ti. Él te observa sorprendido "soy menor, y la verdad que no le tengo muchas ganas al alcohol en este momento" le susurras como recordándole un dato que de hecho él sabe muy bien.

"Está bien, entonces un vino tinto y una gaseosa" repite el mesero antes de alejarse rumbo a la cocina.

"Supongo que tendré que emborracharme yo solo" dice enviándote una sonrisa.

Que le habrá pasado para estár de tan buen humor...

"No te preocupes, prometo no aprovecharme de tu estado de embriaguez", mencionas y se ríen los dos.

Segundos después, les traen sus bebidas; y seguidamente ordenan su cena, comida que no conoces de un menú que no puedes pronunciar. Pero confías en las recomendaciones de Andrés.

Las horas se pasan volando con Andrés frente a ti, hablando desde los exámenes, hasta temas más personales.

Él se encuentra mucho más abierto y extrovertido de lo que acostumbras verlo, lo cual se puede deber a las botellas de vidrio vacías sobre la mesa.
De alguna forma, su actitud se te contagia, y te olvidas completamente de la anciedad que cubría tu cuerpo hace tan solo una hora.

Nada Personal /+18/ BerlínWhere stories live. Discover now