Capítulo 11

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Frente al ascensor del edificio de tu profesor, esperando que las puertas de abran, te preguntas si habrá sido una buena idea haber venido.

Pregunta que ya te hiciste mientras te vestías en tu casa y le mentías a tus padres sobre salir con unos amigos, o cuando pediste el taxi que finalmente te traería al lugar al que no quieres entrar, pero del cual tampoco puedes alejarte.

Como suele ocurrir con estas cuestiones, la curiosidad pudo más que la razón, y nuevamente terminaste volviendo hacia Andrés.

"Sólo vengo a hablar." Te repites a ti misma en lo que el elevador finalmente llega.

No hay nadie en él, y aprovechas estos segundos para relajarte mientras presionas el botón hacia el piso de más arriba.

Te observas en el espejo, casi sin reconocerte en tu propio reflejo.

Has cambiado tanto desde la última vez que estuviste aquí.

Esa vez...

Cuerpo contra cuerpo, sofocados por sus ropas, con el deseo de despojarse de todo,

Besos frenéticos en rincones secretos por donde nadie pasa,

Susurros que sólo tu y tu amante pueden pronunciar, como una plegaria,

Un nombre que siempre se escapa de tus labios carnosos como una promesa,

Andrés...

Las cosas lindas nunca duran. Está en su naturaleza ser queridas y luego destruirse, dejando dolor a su paso.

La puerta se abre revelando un pasillo, y sigues tu camino hacia su apartamento mientras revisas tu celular en busca de cualquier distracción.

Cualquier cosa que te haga detenerte, dar la vuelta, y nunca volver.
Sin siquiera mirar atrás.

"Ven el domingo a la noche a casa. Prometo explicarlo todo."

Esas palabras vuelven a ti, al igual que el tono triste en el que fueron pronunciadas, y sabes que no puedes irte a tu casa sin antes poder hablar con Andrés.

Si no lo hago ahora, nunca lo haré.

Extiendes tu brazo tímidamente frente la puerta de madera, y finalmente te animas a golpear tres veces, esperando a que tu profesor abra.

Se escuchan unos pasos aproximarse y detenerse.

"¿Si?" Pregunta una voz que no reconoces del otro lado de la puerta.

Te quedas en silencio pensando; a lo mejor te has equivocado de puerta. Al final, son todas iguales.

Y aquella noche cuando volvieron del restaurante estaba todo tan oscuro. No sería difícil confundirse en un lugar así.

"¿Estoy buscando a Andrés de Fonollosa?" Le respondes titubeando después de unos segundos de pensar "¿está ahí?".

Esperas una respuesta, pero en cambio escuchas una llave destrancando la puerta, y seguidamente esta se abre para encontrarte cara a cara con un hombre de semblante grave y ojos claros unos pocos centímetros más alto que tú.

"Pues pasa" dice sin hacer contacto visual, y de inmediato lo observas caminar hacia el sillón del living, donde se sienta a mirar la televisión. "Andrés ya viene, se está duchando."

¿Y éste quien es?

Obviamente estás en el lugar correcto, aunque sea con la persona equivocada.

"¿Te vas a quedar en la puerta toda la noche?" 

"Perdón, sólo que venía a hablar de alg-." Intentas explicarte, pero tus palabras son rápidamente cortadas.

Nada Personal /+18/ BerlínWhere stories live. Discover now