Capitulo 8

4.3K 295 89
                                    

"Espero los reportes de todos ustedes sobre el infierno de Dante para el martes que viene, sin excepciones." Su cuerpo se mueve de un lado de la sala al otro, sin mirar a nadie en particular, los rayos del sol de la tarde intruden por la ventana, alumbrando su figura, y por un segundo casi te olvidas que estás enojada con él; "ya pueden irse."

Los alumnos se levantan rápidamente de sus asientos, guardando todas sus cosas y lléndose. Esa ha sido la última clase del día, con nadie más y nadie menos que el profesor de Fonollosa.

Tus amigos te están esperando en el pasillo, pero les haces una seña con tu mano de que se vayan; no puedes irte sin antes hablar con Andrés, quien te ha ignorado por casi una semana.

Andrés se pasa su mano callosa por el cabello lentamente, despreocupado mientras borra el pizarrón.

"Profesor," levantas la voz, haciendo eco en las paredes del ahora salón casi vacío, y te acercas a él mientras las últimas personas abandonan el salón, "¿podemos hablar?"

"Ahora mismo no tengo tiempo." Responde sin siquiera darse vuelta para mirarte, un tono monótono y frío se escucha en su hablar.

"Andrés," apoyas tu mano en su hombro, haciéndolo girar para mirarte y quedando sus cuerpos muy cerca, pero él se aleja de forma brusca; "Andrés, ¿qué pasa?" Preguntas, tus ojos buscando los suyos, pero él evita totalmente tu mirada.

"Pasa que nuestras pequeñas indiscreciones se han terminado." Te observa, quizas buscando alguna clase de reacción en tu rostro, manos en los bolsillos de su chaqueta, completamente inmutado.

"Pero, ¿por qué?" Susurras bajando la mirada e intentas que no se te quiebre la voz, atónita.

Sabías que algún día se terminaría, pero no esperabas que fuera hasta el final de clases. Y menos ahora, cuando la 'relación' suya parecía ir cada vez mejor.

"Es incorrecto."

¿Eso es todo?

"Tal vez debiste pensarlo antes de empezar todo esto," subes la voz, te molesta lo despreocupado que se ve. Definitivamente no le afecta como a ti, definitivamente no le afecta en lo absoluto.

Ese era el trato, sin sentimiento, sólo sexo. Pero de alguna forma siempre esperaste que algo surgiera en él, algo parecido al cariño por ti.

"Mi error, obviamente."

"¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿'Mi error'? Eres una mierda de persona, ¿lo sabías?" Sientes tu sangre hervir ante él, no puedes creer que en algún momento pensaste que cambiaría y dejaría de ser el gilipollas egocéntrico de siempre.

Lo miras totalmente atónita, calmándote para no gritarle y causar una escena en el liceo.
Hay muchas palabras atoradas en tu garganta, pero sabes que realmente no tiene sentido siquiera pronunciarlas; Andrés se ve decidido.

Entre el enojo y el disgusto que sientes, apenas percives una pequeña lágrima formándose en tu ojo y rodando por tu mejilla. No intentas esconderla, y la dejas caer sin darle importancia a como te vea Andrés.
Él se limita a fruncir el seño.

"No te humilles de esta forma, anda a casa." Te pasa un pañuelo de su bolsillo y abre la puerta, haciéndote un ademán a que salgas.

"Eres un gilipollas." Te alejas de él, asqueada.

"Y tu una niña."

"Eso no pareció importante hace unos días cuando me follabas en tu cama, o la semana pasada, aqui mismo en esta mesa."

Caminas hacia la puerta, pero él te agarra fuertemente del brazo, empujándote contra la pared.
El sonido de tu cuerpo golpeándose contra el concreto retumba en tu cabeza; sientes que no te puedes mover.

Su rostro está a pocos centímetros del tuyo, sientes su aliento sobre ti, pero esta vez te provoca un terror inmenso.

"Esta te la dejo pasar. La próxima vez que te me dirijas de esa forma, quedas castigada." Sus ojos se ven más oscuros que de costumbre, "a mi no me faltas el respeto, ¿entiendes?"

Logras separarte de él y presionas tu bolso contra tu hombro impulsivamente, saliendo de la clase apresurada sin querer mirar atrás.

No lo escuchas gritar detrás de ti, ni parece estar persiguiéndote, pero igual corres apresurada, con temor de lo que pueda pasar.
Nunca lo habías visto enojado, y la verdad no quieres tener que hacerlo nunca más.

Haces tu camino por los pasillos. Todo se siente como un laberinto del que no puedes escapar.

Intentas no llamar la atención de los profesores y limpiadoras que todavía están en la institución, no deseas que ninguno te vea en este estado.
Pero cada vez se vuelve más complicado esconder las lágrimas que amenazan con caer.

Te encuentras a pocos metros de la entrada del liceo cuando sientes una voz detrás de ti.

"¿Te encuentras bien?"

Te quedas quieta por unos segundos, sin darte vuelta hacia de donde proviene la voz, evitando tener que enfrentárlo de frente.

"Por supuesto, profesor. Ya me estaba llendo."

"No suenas como que estás bien." Se ríe para si mismo y lo escuchas acercándose.

En unos segundos ya lo tienes frente tuyo, e intentas esconder las lágrimas como puedes.
Se le desdibuja la sonrisa, viéndose en cambio muy preocupado.

"Obviamente algo pasa." Dice metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón y pensando que más decir.

Se nota que el profesor Marquina quiere preguntar que pasó, pero siente que no es su lugar meterse en tus asuntos.

"No es nada serio." Dices abrazándote, "Tengo que irme antes de que se haga de noche."

Sus ojos se abren por unos segundos, y luego habla.

"¿Qué te hizo Andrés?"


●●●

Tenía que ocurrir.

Nada Personal /+18/ BerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora