Capítulo 12

2.3K 174 44
                                    

"¿No deberías ver si está bien?"

"No te preocupes, Martín es así." Dice sin darle mucha importancia mientras toma la copa de su amigo entre sus manos y se la acerca a los labios. Por su mirada pensativa parece que las palabras de Martín retumban en su mente aunque no lo admita.
Traga lentamente y sus ojos bajan hacia la misma,

"No vamos a desperdiciar tan buen vino".

Te limitas a asentir. Su amigo parecía estar pasando por un momento complicado, pero no te quieres meter donde no te llaman.
En cambio, diriges tu atención hacia Andrés, observándolo por un segundo, y te sientes tan intimidada como la primera vez que él te habló en el salón de clases.

Pero no lo piensas demostrar.

Si hay algo que has aprendido estos meses con Andrés es que le encanta ser intimidante, se divierte probando hasta donde puede llegar, tentándote al mismo tiempo que causándote un terror sobre lo que se puede venir, lo que tendrá posiblemente preparado para la próxima vez.
Ante todo, le gusta sentir que está siempre al mando, y no permite jamás verse débil ante nadie... o por lo menos así había sido hasta esta tarde, la primera vez que pudiste ver genuino terror en sus ojos.

"Te agradezco que hayas venido", te saca de tus pensamientos con sus palabras, tomando un lugar en el sillón y señalándote que hagas lo mismo.

"Me preocupó lo del jueves", susurras acomodándote junto a él, cerca pero sin tocarse, "¿Acaso te dio un ataque epiléptico o algo así?"

Hace días que no lo ves, no desde lo que pasó la otra noche.
Por tu parte, fueron unos días complicados. Ya no tener a Andrés en tu vida te afectó más de lo que esperabas; y no saber si estaba bien o no empeoró todo.

Andrés se ríe entre resoplidos y toma otro sorbo de su bebida.

"No, nada de eso, preciosa." Suspira y piensa por unos segundos, "aunque te puedo asegurar que no es algo placentero."

"¿Y qué fue?"

Tu profesor parece meditar por unos segundos, totalmente fuera de sí, como con miedo a pronunciar la próxima oración. Y honestamente, tu también temes lo que vaya a decir.

Será falta de valor, o sobra de ansiedad, pero Andrés no parece capaz de responderte, algo de lo más inusual en él.
Ves claramente que si quieres una explicación, tendrás que ser directa.

"Estás enfermo, ¿no es así?"

Pausa por lo que te parece una eternidad, pero al mirarlo a los ojos ya sabes que no necesitas que te conteste para saberlo.

"Si."

Tus ojos se abren. Era la respuesta obvia, pero de cualquier forma te sorprende.

"Se trata de una enfermedad degenerativa, miopía de Helmer le llaman."

"¿Y qué hace?"

"Digamos que de a poco me debilita por dentro; hay días que siento desgaste muscular, como otros que mi cuerpo no puede parar de temblar."

"Pero vas a estar bien, ¿no es así?", interpelas, y él te observa con la mirada triste y melancólica; "Digo, tiene que haber una cura."

"Ya he probado todo, no hay cura. Solo inyecciones que detienen los temblores, por lo menos por unas horas."

Al final Martín tenía razón, ibas a necesitar el vino para poder sobrellevar esta conversación.
Le quitas la copa de su mano y permites que el sabor dulce golpee tu paladar.

"Sergio ha sido de gran ayuda con todo esto honestamente. Hemos viajado por todo el mundo en busca de una solución, una cura, pero simplemente no la hay, y parece que voy a morir sin siquiera estar cerca de alcanzarla."

La idea de la muerte no había pasado por tu mente hasta ese momento, en el que sientes tu pecho volverse pesado.

"Creo que hasta podría decir que mi hermano ansía más la cura de lo que yo lo hago," piensa por unos segundos, "No me malentiendas, obviamente me gustaría vivir para siempre, pero ya he hecho las pases con lo que se avecina. Él, en cambio, siempre será un optimista."

Tu corazón se hunde.

"¿Cuánto-" dices entrecortándote, usando todas tus fuerzas para no permitir que las lágrimas escapen de tus ojos "¿Cuánto tiempo te queda?"

"Nada es seguro, pero-", se detiene a sí mismo.

"¿Pero qué?"

"Los doctores estiman que entre 14 y 25 meses."

Te congelas en tu lugar, sin poder creer lo que acabas de escuchar.

¿Tan solo eso? ¿Con suerte dos años?

Ambos se sumergen en un silencio sin fin. Él esperando una respuesta, y tú incapaz de darle una.
No logras pronunciar nada, ninguna frase o palabra podría acercarse a describir el remolino de emociones que sientes en este momento. Todo se siente tan irreal, incluso el tiempo parece parado a su alrededor.

Ni siquiera le diriges la mirada, con miedo a que te rompas al verle a los ojos.

Y sin previo aviso, de un segundo a otro, te levantas apresurada, atragantándote con las palabras.

"Perdón, pero no puedo," susurras dejando la copa sobre la mesa frente a ustedes y empezando tu camino hacia la puerta. 

Duele, pero es lo único que te sientes capaz de hacer en este estado de shock. Parece la mejor opción, hasta que escuchas su voz alzarse detrás de ti.

"¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿Te largarás sin más?"

No logras descifrar si en él hay rabia o tristeza, quizás una mezcla de las dos.

Tu mano roza el picaporte, deseando tener las fuerzas para ignorarlo e irte; pero sientes la necesidad de darte la vuelta en tu lugar. Tu profesor se encuentra de pie a cuatro metros de ti, donde lo dejaste.

"¿Y qué quieres que haga, Andrés?"

"Que te quedes, joder."

Su semblante demuestra autoridad, pero sus ojos café brillan con un dolor que jamás habías visto.

"Tan solo quédate," dice casi en un susurro, y no puedes contener más las lágrimas.

Caminas fragilmente hacia Andrés, abriendo tus brazos y rodeándolo.
Esto te sorprende tanto a ti como a él, a quien le toma un momento reciprocar, finalmente calmándose ante el contacto con tu cuerpo.

Puedes sentir su pecho subir y bajar con cada respiración acelerada, el sonido de su garganta tragando saliva, el olor de su colonia de marca cara...
Te estás acostumbrando a la familiaridad del hombre que tienes frente a ti, hasta que las palabras se te escapan de la boca, diciendo lo único en que has estado pensando estos últimos minutos.

"No quiero que te mueras."

Andrés te abraza con más fuerza, manteniéndose en silencio. 

••

Ha costado, pero finalmente he regresado con un nuevo capítulo. 

Muchas cosas han pasado en el transcurso de estos meses, tanto buenas como malas, pero quiero aprovechar este capítulo para agradecerles por todos sus comentarios y mensajes; aunque no conteste, los leo todos, y los aprecio mucho. Al final del día, escribo para ustedes, y no saben cómo me llena saber que les está gustando.

Le había perdido las ganas a escribir, me sentía perdida con esta historia, pero tras leer y re-leer sus comentarios, finalmente he encontrado la inspiración para continuar. 
Les agradezco del corazón. 

Ya estoy trabajando en el capítulo 13, al igual que en una playlist para Nada Personal, así que si tienen alguna canción que quieran recomendar para la misma díganmela acá en los comentarios. 

Espero leernos pronto, cuídensen;

Con amor, Ali.

Nada Personal /+18/ BerlínWhere stories live. Discover now