2

15K 606 111
                                    

Es como que, cuando alguien no se deja conocer, tu interés hacia ella se vuelve más y más obsesivo. En tu cabeza, esa persona puede ser todo lo que tu desees que sea y yo al principio te imaginé como alguien perfecto, sin defectos.

Pero cuando abriste la boca todo eso desvaneció. Y pensaras que me dejaste de interesar, pero fue todo al revés. Quería saber todo de ti. Nunca he aprendido a que me guste algo y llevarlo con normalidad, esa cosa siempre me acaba consumiendo. Me consumes.

Aquí estoy en el mismo sitio entrando por tu puerta. Esta vez llovía y era más tarde de lo normal. Me había dado una ducha ya que no tenía paraguas, la lluvia aquí era impredecible, como tú.

Y aquí estoy en frente tuya a punto de decirte mi frase. Me sonríes ¿Estabas de buen humor hoy? Algunas veces es difícil distinguir entre lo que es real y lo que no, incluido la sonrisa en tu cara. Me senté. Esta vez nuestra conversación no se salió de la rutina.

Después de un rato sentí la mirada de un hombre, muy intensa. Estaba a unos metros de mi observándome todo el rato. Vaya puto asco. Me esperé a que parara, pero no lo hizo. Me levanté y me quise ir porque estaba incomoda y ya era tarde. Cogí mis cosas sin mirar atrás y me dispuse a andar hacia la puerta.

Tu me mirabas mientras hacías un cafe, te vi seria, con algo de preocupación, lo vi por tus cejas fruncidas. Te fuiste al lado de la barra y me llamaste "Natalia, ven"

"Que" te dije despreocupada, cansada.

"Siéntate aquí" me dijiste mientras preparabas una bebida.

Me senté en el taburete de la barra y yo no sabía el porque. Seguí tu mirada dándome la vuelta, observabas a ese hombre. El estaba de pie, joder...ahora caigo. Me quería seguir el muy asqueroso.

"Tú quédate ahí sentadita" Joder ¿Me podrías hablar normal algún día?

"No soy tonta"

"Pues lo pareces, ni te has dado cuenta de que te estaba siguiendo" dijiste sin mirarme, concentrada en tu trabajo.

"Ya estoy acostumbrada" era verdad, aquí había gente muy rara, gente que se te quedaba mirando, que se sentaba al lado tuya en el autobús habiendo 100 sitios libres.

"¿Quién es la creída ahora?" Dijiste con una sonrisa. Apoyando tus antebrazos en la barra, inclinándote un poco. Yo me mordí el labio por dentro, es la primera vez que te acercas así. Miraste hacia abajo, la mirada perdida ahí.

"Vaya cara" dijiste apartándote, no te guardabas nada.

"Que pasa"

"Nada, nada" dijiste negando con la cabeza con una sonrisa. Mientras no paras de coger vasos, presionar botones ¿Te puse nerviosa? Te juro que vi un tono rosado en tus mejillas. Pero después tu sonrisa desapareció y ahora ponías tu cara de seria, me di cuenta que sacabas un poco la lengua cuando estabas concentrada en algo. Sonreí involuntariamente, seguro que se me puso la cara de idiota.

Miraste a tu alrededor un momento.

"Creo que ya se ha ido, ya si te puedes ir" Me miras a los ojos y yo suspiré. Quise creer que no tratabas a todos los clientes por igual, que te preocupabas por mi un poco más de la cuenta.

"Cuéntame algo de ti" Solté. Últimamente no tenía el control de las palabras, no lo tenía ni de mi misma.

"Estoy trabajando" simplemente dijiste, ni me mirabas, sólo a los cafés que preparabas. Me dejaste muy cortada ¿Por qué me tienen que gustar las bordes creídas?

"Bueno pues...me voy entonces" dije con la voz apagada mientras cogía mi mochila.

"Dime tú algo" Yo elevé la cabeza y te miré. Dejaste de mirar a la cafetera girando tu cabeza hacia mi.

"Escucharte si puedo"

"Pues no sé...¿Qué quieres saber?" dije con la expresión neutra, atenta a ti. 

"Lo primero que se te venga a la cabeza"

"Escribo cosas, lo que se me viene a la cabeza, como tú dices" Siempre tenía un cuaderno pequeño conmigo, escribía lo que sentía en ese momento, frases sin sentido, pero para mi tenían todo el sentido del mundo. 

"¿Estás de coña?" dijiste intentando suprimir tu risa. Joder, no te tendría que haber dicho nada. Ahora vas a creer que soy una rarita ¿Qué me iba a esperar? Tú eras tan diferente. 

"No" te dije sinceramente.

"¿No?" dijiste alzando las cejas con una sonrisa preciosa, te estabas burlando de mi, pero hasta eso me gustaba de ti.  ¿Enserio no te lo creías? ¿Nunca habías conocido a una persona como yo? Me pregunté con que gente te juntabas.

Yo sólo te negué con la cabeza respondiendo a tu 'no', imitando tu sonrisa. 

"Alba ponte a trabajar anda" dijo un compañero tuyo, de broma pero iba enserio. Ya que había una cola. 

"Bueno te dejo" dijiste mientras te limpiabas las manos en el delantal. 

Me quedé mirándote mientras te ibas hacia el otro lado, hacías tus cosas diarias de trabajo. Tu expresión nula ¿En que estarías pensando? Porque a mi se me pasaban miles de cosas, a mil por hora en mi cabeza. Una de ellas era tu mirada ¿Mirabas así a todo el mundo? ¿O te habías personalizado una sólo para mi? Espero que sea lo segundo. Otro pensamiento más sin sentido era que no deberías estar aquí, no quieres estar aquí. Escápate a otro sitio, haz algo que te guste. 

Cogí un boli de mi mochila y una servilleta que rondaba por ahí. Te iba a escribir algo, lo que se me pasase por la cabeza, como te dije antes.

'¿Alguna vez has pensado en largarte? Ni hacer las maletas. Sólo desaparecer. Sin decir nada a nadie. Sólo irte y empezar de nuevo. Porque yo cada día.' 

Esperé a que te acercaras a la zona que yo estaba sentada, después de un momento vi que venías hacia la cafetera de mi lado. Sólo me miraste por un momento y seguiste con lo tuyo. Yo dudaba en dártelo. Ibas a pensar que era aún más rara. Pero sin pensar, como con todo, deslicé la servilleta por la mesa. Tú me miraste girando sólo tu cabeza. Frunciste el ceño. 

"Para ti" 

"Ah ¿Qué me has dedicado algo?" dijiste con el vacile, con esa sonrisa mientras la cogías. 

"Más o menos" Te di media sonrisa y me di la vuelta. Me fui. 

----

Esa noche Alba se quedó mucho tiempo con la mirada fija en aquella servilleta insignificante. Era una simple servilleta, pero el mensaje le hacía pensar. Tenía un dolor incontrolable en el pecho, no quiso llorar porque su novio estaba ahí al otro lado de la cama. Y el era lo más paronoico que había, no la dejaría tranquila, le cuestionaría, siempre quería tener el control de todo. 

Cada noche le pedía de su cuerpo y ella le llenaba de excusas 'me duele la cabeza' 'estoy cansada' 'ya lo hicimos ayer' . Estaba cansada de todo, de su vida de mierda, de lo que tenía que aguantar. No tenía salida, pensaba que le quería con locura cuando vinieron hace 2 años a vivir a Londres, pero últimamente no sentía nada. Sólo dolor. Y Alba trataba al dolor como si fuera lo más natural del mundo, se acostumbró. Ya sólo vivía con ello.  

No lo pudo evitar y empezó a llorar, primero algo que no emitió sonido, sólo sus lagrimas se derramaban. Pero cuanto más lo leía una y otra vez, más se intensificaba. Se fue al baño. Apoyó sus manos en el lavabo, inclinada mirando su reflejo. Sus ojos abiertos, era un pozo sin final. Ojeras que reflejaban su cansancio. Quiso darle un puñetazo al espejo, a su reflejo. Pero pensó que ese acto era demasiado de película. Y paró. Sólo apretó su agarré, sus nudillos se tornaron blancos. 

Después pensó en Natalia. 'Joder, porque me tiene que gustar, es sólo una niña mimada. Seguro que su mayor preocupación en la vida es sacar buenas notas.' Pensó. Miró la servilleta por última vez, suspiró y la tiró en la basura. 

Sobran las palabrasWhere stories live. Discover now