Capítulo 1

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Abrió los ojos lentamente, no recordaba haberlos cerrado para empezar, pero seguro tenía algo que ver con darse espacio, tiempo. Y lo hizo, dejó que su cerebro sobre excitado por la adrenalina procesara con calma la imagen de la gigantesca pared de la comisaría que quedaba justo frente a la celda que en ese instante era ocupada por Derek Hale. Suspiró lentamente una vez más intentando calmarse, dejando que el aire excedente saliera de sus pulmones para que pudiera pensar con claridad. Dirigió su mirada a la puerta que daba al pasillo. Estaba cerrada pero no podía dejar de pensar en que se abriría en cualquier momento y su padre entraría.

Se preguntó si debía voltear, dejar de perder el tiempo y enfrentar al sujeto que vagaba oculto entre los barrotes en completo silencio a sus espaldas. Se sentía extraño divagar con esa mirada tan pesada en sus omóplatos.

— Antes que nada quiero que sepas que no te tengo miedo — afirmó con convicción un momento después, decidido a dar el tema por concluido de una vez por todas. Escuchó un bufido a su espalda, tal y como el de un animal, le heló la sangre. Era la primera vez que tenía un acercamiento con el lobo sin un intermediario y su cuerpo temblaba ansioso. Era un ser sobrenatural, una criatura engendrada por las sombras y la luna, vistiendo una simple chaqueta de cuero a unos cuantos pasos de distancia y en aquel ambiente tan tenso se sentía extraño, violento, riesgoso, como sacado de una novela. Casi sentía el olor pesado de las páginas y el sabor húmedo de las bibliotecas, se negaba a girar porque  juraba se encontraría con ojos brillando en un intenso dorado. La curiosidad le picó en la nuca, rogando porque se girara y comprobara si eran cómo los de Scott.

— ¿No tuvimos ya ésta conversación? Juraría que he escuchado esas exactas palabras salir de tu boca antes — masculló el lobo sin verdadera gracia, a pesar de que podía sentir su sonrisa torcida entre palabras, una burla seca pronunciada sílaba a sílaba, como si quisiera que el sonido de su risa sarcástica rebotase en su mente.

Stiles tragó saliva con dificultad al sentir una inusitada ola de reconocimiento. Como si acabara de recordar que se encontraba bajo riesgo y volvió a suspirar, tenía que serenarse y empezar a pensar. Habían encontrado un cuerpo en casa de Derek, o bueno más bien parte de un cuerpo, la mitad, enterrada bajo una espiral de acónito. Lógicamente  llamar a la policía había resultado en un arresto y habían tenido una amena conversación en el auto del sheriff. El lobo había sembrado la duda en su mente, lo dejó horas pensando sin parar en sus palabras, hundiendo su mente en un temor que apenas había considerado, probabilidades nefastas y remordimiento por su propia ingenuidad.

Ignoró olímpicamente el comentario disgustado de Derek y fue directo a la pregunta que había estado rondando su mente desde que su padre lo había sacado del auto dejando la conversación a medias.

— ¿Qué tanta verdad hay en las representaciones mitológicas del hombre lobo? Hay cazadores, hay un cambio, pero la destrucción masiva y los baños de sangre no es algo de todos lo días, no creo que Scott sea de ese tipo. No confío en ti y mucho menos en lo que afirmas — murmuró dudoso.

Sí, oh gran problema.

Para los hombres lobo era fácil quejarse, que no pueden controlarse, que los siguen los cazadores, pero la situación a simple vista no era tan mala, Scottie estaba bien dentro de lo que cabía, y desde dónde sabía no había sentido necesidad de comerse a nadie. Oh, claro, pero nadie era capaz de preguntarse como él lo llevaba. Porque ¡Vamos! ¿Quién estaba hablando con el posible asesino en masa más peligroso del país? No un hombre lobo, su pequeño trasero humano estaba haciéndose cargo de todo.

Pasó una mano por su rostro sintiéndose patético, ya hasta desvariaba.

— No soy un pajarito para ponerme a cantar tras barrotes, la próxima vez que busques información intenta no meter a tu posible fuente en éste tipo de situaciones de descontento — la voz del lobo lo sacó de sus cavilaciones, su tono lleno de total ironía. Por un segundo se sintió tentado a mirarle pero se quedó a medio camino ligeramente ladeado hacia él.

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