Capítulo 12

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" El odio abiertamente profesado carece de oportunidad para la venganza." Seneca.


       En el arco de la puerta se encontraba Quinto con cara de estar molesto. Por instinto, Claudia retrocedió un paso hacia atrás y se interpuso entre los dos hombres. Nada bueno presagiaba eso, sabía lo que le había prometido a Rufus y la deuda que el hombre pretendía cobrar.

—¡Responde! —gritó Quinto enfadado—. Si te has aventurado a entrar por la puerta de atrás, debes de tener un buen motivo para ello ¿Qué te prometió?

     Rufus lamentó haberse precipitado en sus intenciones. El soldado que le increpaba debía ostentar un alto cargo, si luchaba contra él seguro que acabaría por atraer la atención de su guardia y acabaría perdiendo la posibilidad de conseguir sus propósitos. Esa gladiatrix no valía lo suficiente como para arriesgar el pellejo, tendría que reclamar su deuda en algún otro momento.

—¡Nada señor, solo eran tonterías! —aseguró Rufus, intentando apaciguar a aquel soldado—. Quería averiguar como estaba mi antigua compañera, solo eso...

—Estás mintiendo... —aseveró Quinto.

      Volviéndose hacia Claudia le preguntó a la joven:

— ¿Qué le prometiste?

—No tiene importancia Quinto —negó la joven, sin querer sostenerle la mirada—. Rufus ha creído conveniente pasar a saludarme, solo es eso.

     Quinto sabía que Claudia mentía, estaba demasiado tensa sin querer sostenerle la mirada. Ese tipo no le gustaba, tendría que dejar las cosas claras con respecto a ella.

—Esta mujer ya no es una gladiatrix, nada tiene que ver con el ludus. En lo sucesivo no volverás a aparecer por aquí y mucho menos por la puerta de atrás de mi hogar. Si vuelvo a verte aquí, te atendrás a las consecuencias... —dijo Quinto sosteniendo la mirada de aquel luchador.

     A Rufus le vino de pronto la imagen de aquel soldado. Era el hombre que le había vencido junto a otros cuatro gladiadores en Roma. Cuerpo a cuerpo no tenía la más mínima oportunidad de ganarle. En efecto, ese tipo era alguien importante, se retiraría de momento aunque todavía no estaba todo dicho. Había sido un estúpido precipitándose. Era evidente el interés en Claudia y se notaba a leguas su contrariedad. Pero volvería sin duda alguna, ninguna mujer le había ganado una batalla y esa no iba a ser la primera.

—No se preocupe, no volverá a pasar. Lamento si he sido inoportuno... —y en ese momento, volviéndose hacia Claudia, Rufus le dijo con una sonrisa ladina mostrando una seria advertencia—. Le daré saludos tuyos a tu amiga Paulina...

     Claudia y Quinto comprobaron como el gladiador abandonaba la culina. Inquieto, se quedó mirando a la joven fijamente y le volvió a preguntar:

—¿Qué quería? Y no me tomes por estúpido porque puedo reconocer cuando me están mintiendo.

     La joven callada le sostuvo la mirada durante unos segundos y, tras sopesar si contárselo o no, con voz decidida le contestó:

—Tuve que prometerle algo para que me dejara salir a la arena a luchar con Graco. Fue algo precipitado y reconozco que no medí las consecuencias de mis acciones ...

—¿Qué le prometiste? —volvió a preguntar nuevamente mientras se iba acercando cada vez más a ella.

     Claudia volvió la cabeza en sentido contrario adonde se encontraba Quinto, no era capaz de sostenerle la mirada.

—Estaba desesperada por enfrentarme a Graco y consideré que Rufus solo me permitiría luchar si accedía a sus exigencias. Llevaba demasiado tiempo detrás de mí... y fue lo único que se me ocurrió.

TARRACO (Completa) @ 2 Saga Ciudades RomanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora