Capítulo 23

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Este capítulo quiero dedicarselo a Astrid_Godoi, majeramina, Ana29051991 y marinaymara, espero no defraudaros con este capítulo y que disfrutéis con él. Imaginaros los últimos instantes de este capítulo mientras de fondo se escucha la versión de piratas del Caribe.

"Ojo por ojo, diente por diente" (Ley del Talión).

Éxodo 21:24.


     El túnel del anfiteatro estaba iluminado con antorchas pero algunas celdas sobrecogían. Claudia sabía que en los anfiteatros solía haber celdas cerradas que habitualmente no se usaban y que dejando caer algunas monedas, el encargado hacía oídos sordos sobre lo que se hacía en ellas. Se podía oler la humedad reinante del ambiente por la cercanía del mar y el olor típico de un lugar que lleva demasiado tiempo cerrado. Claudia había pagado al lanista que gestionaba el uso del anfiteatro para que le cediera una de aquellas celdas e hiciera oídos sordos. Alejada del bullicio y el trasiego de los gladiadores podría llevar a cabo su plan.

     Había sobornado a los dos secuaces de Spículus para que engañaran al mahuritano, con la promesa de que el procónsul no se enteraría, pero antes de que se marcharan, habían colgado de un gancho en el techo a Spículus para que cuando se despertara de su inconsciencia se martirizara por sí mismo. Solamente el estar colgado ya era suficiente castigo, los músculos del cuerpo se le engarrotarían y le dolería tan horrorosamente que desearía estar muerto. La mordaza en la boca impediría que los gladiadores escucharan sus gritos. El hambre, el frío y la mente harían el resto.

     Las mujeres desde un lado de la celda miraban con odio al ser vil y cruel que tenían enfrente. Inconsciente y con la cabeza agachada, no parecía el hombre tan peligroso que había atacado Baelo Claudia aquel día y que tantas penas había acarreado. Pero Claudia sabía que rezumaba maldad por todos los poros. Las marcas en su espalda eran testigo mudo de ello y no estaba dispuesta a que abandonara este mundo sin rendir cuentas. No le quedaba en el cuerpo ni una pizca de misericordia para él.

     Cuando los delincuentes se marcharon, Julia habló en voz baja.

—¿Qué haremos con él?

—¿Que qué haremos con él? Lo mismo que hizo con nosotras —contestó Paulina en su lugar—. Si tan solo hubieses visto el estado en que llegó Claudia al barco de los lanistas, no estarías preguntando que qué le vamos a hacer. Pasé semanas curándole la espalda y...

Claudia se quedó mirando a Paulina con seriedad, negando con la cabeza, y la joven no pudo continuar hablando, sabía que era un tema prohibido para su amiga.

—Por el momento, dejaremos que se martirice durante unos días, al igual que yo hice en el buque durante días sin apenas comer ni beber. No hay peor enemigo que la mente de uno cuando se decide a hablar porque no hay forma humana de hacerla callar. Ese será su peor castigo.

     Prisca miraba a aquel ser horrendo por el que sus muchachas habían sufrido tanto y por el que el amo Tito había perdido la vida.

—Yo..., acabaría con la vida de este malvado ahora mismo —declaró Prisca—. Estoy deseando que todo esto acabe, ese hombre me da miedo.

—No te preocupes Prisca, nada ha de suceder, pero eso sería otorgarle una muerte demasiado rápida. No se lo merece Prisca —dijo Claudia mirando al pirata—. Marchémonos de aquí, se hace tarde y no podemos permanecer más en el lugar. En unos días volveremos a ver si el salvaje se encuentra en las mismas condiciones.

TARRACO (Completa) @ 2 Saga Ciudades RomanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora