Capítulo 19

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"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son".

Tito Livio (59 AC-64 AC) Historiador romano.


      Verla caer como un peso muerto, hizo que el corazón de Quinto se saltara un latido.

—¡Claudia!

     El miedo le atenazó el alma dejándole paralizado, y el pánico dominó su mente durante unos segundos, eximiéndole de la capacidad de movimiento y de reacción. Solo fue capaz de propinarle pequeños golpes en la cara intentando reanimarla inútilmente, pero eso tampoco consiguió despertarla. Desesperado, solo se le ocurrió llevarla dentro mientras arreciaba la nieve sobre ellos.

     Pasando uno de sus brazos por debajo de las piernas femeninas, agarró firmemente el resto del cuerpo y la levantó del frío suelo. Con paso acelerado, se dirigió hacia su barracón y abriendo la puerta de una patada, se introdujo en él. Cuando depositó el cuerpo desfallecido de Claudia sobre el lecho, el brazo derecho de ella cayó desmadejado, y Quinto volvió a colocárselo encima del lecho.

     Corriendo salió fuera del barracón y en cuanto localizó al primer soldado que montaba guardia le ordenó que buscara al galeno, regresando inmediatamente al lado de su mujer. Claudia seguía sin recobrar el conocimiento. Intentó taparla con varias mantas cuando comprobó su cara helada. Seguro que había pasado fuera demasiado tiempo cogiendo frío, qué otra razón habría para ese desmayo. Cuando despertase le prohibiría de forma tajante que volviera a exponerse a semejante riesgo. Su salud era más importante que cualquier otra cosa.

     Paulina llamó en ese momento en la puerta del barracón, pidiendo permiso para entrar. Con el pequeño Quinto en los brazos, pensó que hallaría a su amiga dentro. Cuando el procónsul abrió la puerta le extrañó la cara de angustia que reflejaba.

—Lo siento, pensé que hallaría a Claudia aquí. Me dejó al pequeño durante un rato pero como ya es de noche y no recogía al niño he venido a... —dijo Paulina dándose cuenta en ese momento que su amiga estaba tumbada en el lecho—. ¿Por los dioses que le ha pasado?

—Se ha desmayado.

—¿Y el galeno? —preguntó Paulina preocupada mientras el pequeño Quinto se revolvía nervioso.

—Ya he mandado a por él. ¿Qué ha hecho hoy para que haya acabado así? —preguntó Quinto mientras se sentaba al lado de Claudia.

     Si hubiera sabido manejar mejor la situación con ella seguro que no hubiera llegado a ese extremo de agotamiento. Si algo le ocurría, no se lo iba a perdonar, lo más preciado era su familia y ni siquiera era capaz de asegurar sus vidas.

—Anoche cuando llegó a mi barracón, se indispuso... —comentó Paulina intranquila—. A lo mejor tiene algo que ver.

—¿Cómo que se indispuso? ¿Y porqué no me avisaste inmediatamente? —preguntó Quinto a Paulina.

—Ella no lo hubiera permitido, estaba demasiado enfadada.

     Quinto calló ante la respuesta de la joven, llevaba razón. Claudia estaba demasiado enojada como para mandarle aviso. Preocupado, cogió la mano de la joven y se la besó. Incapaz de soportar la espera se levantó del lecho dispuesto a ir él mismo en busca del galeno, pero en ese mismo momento el hombre apareció por la puerta con sus útiles.

—¿Qué ha pasado señor? —preguntó el galeno avanzando hacia la joven.

—Se ha desmayado y no despierta... —señaló Quinto.

—¡Dejadme examinarla! —contestó el hombre mientras la miraba depositando sus utensilios encima de la mesa.

     El pequeño empezó a llorar en ese momento y Quinto le dijo a Paulina:

TARRACO (Completa) @ 2 Saga Ciudades RomanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora