31. "Eres muy sexy, Artemis Hidalgo."

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Artemis.

Contrólate, Artemis.

Me ordeno a mi mismo al verla ahí en mi cama en ese uniforme, con el que he fantaseado más veces de las que me atrevo a admitir. Ella se pone de pie, y me sonríe con picardía, es tan jodidamente sexy que aprieto mis manos a mis costados para no atacarla como un salvaje.

Claudia se me acerca y se detiene justo frente a mí, sus manos van a mi corbata y se muerde el labio antes de hablar de nuevo.

—¿Está cansado, señor?— sólo puedo asentir y su sonrisa se ensancha, —¿Qué podré hacer para relajarlo?

Ella me toma de la corbata y me guía hacia la cama, empujándome ligeramente hasta que caigo sentado en la cama ella frente a mi. Mis ojos viajan a sus piernas descubiertas hasta llegar a sus muslos y estiro mi mano para tocar pero ella abofetea mi mano.

—No, yo estoy en control ahora, señor.

—Okay.

Ella me quita la corbata, luego la chaqueta del traje y se inclina para desabotonar mi camisa y puedo ver el valle de sus pechos y me lamo los labios. No se que he hecho en la vida para merecer semejante mujer frente a mi, pero no me quejo, ya estoy duro y solo me ha quitado un poco de ropa. La lentitud, la sensualidad con la que hace todo me está volviendo loco. Me vuelvo consciente de cada detalle de su uniforme, de su piel, de cada forma y cada curva de su cuerpo.

Después de quitarme los zapatos y los pantalones, ella me deja en bóxers y recoge todo y lo pone sobre una silla a un lado de la cama, inclinándose a propósito, dejándome ver la pequeña ropa interior negra que lleva debajo de esa corta falda y yo siento que voy a explotar.

—Claudia...

No se si ella puede escuchar la desesperación en mi voz pero lo intento igual. Claudia se endereza y vuelve a detenerse frente a mi.

—¿Qué desea el señor?

—A ti.

—Oh, ¿el señor quiere tocarme?— Ella toma mi mano y la guía a sus pechos, dejándome rozarlos por un segundo que se siente como la gloria antes de quitarla. Gruño en protesta, y ella baja mi mano al medio de sus piernas, y puedo sentir por encima de sus panties lo mojada que está. Un suspiro deja mis labios, —¿El señor quiere follarme?

Antes de que pueda decir algo ella aleja mi mano de ella y empuja mi pecho, obligándome a acostarme sobre mi espalda, ella subiéndose encima de mí, ambas piernas a los lados de mis caderas y se sienta sobre mi. Tengo tantas ganas de tocarla, de devorarla de pies a cabeza pero ella tiene el control ahora así que me freno, aunque no se cuanto más pueda aguantar.

Ella se inclina sobre mí. Sus ojos sobre los míos antes de bajar a mi boca y besarme. Gruño al responderle el beso con todas las ganas y la desesperación , hambriento de ella, lleno de deseo. Nuestras respiraciones se aceleran y se escuchan por toda la habitación mientras nos besamos con deseo y necesidad, es el tipo de beso que solo podría darse en la intimidad de mi habitación, jamás en público.

Ella comienza a moverse contra mi y tengo que ahogar un gemido ante la sensación del roce de su entrepierna sobre mi. Levanto mis manos para tocarla y ellas la baja, despegando su boca de la mía.

—No, señor.

—Estoy al limite.

Ella se endereza, sentada sobre mi y pasa sus manos por mi pecho, bajando por mi abdomen.

—Eres muy sexy, Artemis Hidalgo.

—Gracias, tú eres mucho más que sexy y estoy a dos segundos de perder el control y follarte como un loco.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Where stories live. Discover now