La tormenta - Parte I

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Lincoln se despertó sabiendo que había tenido una pesadilla, pero sin poder recordarla. Lo supo incluso antes de abrir sus ojos, cuando su conciencia activó sus sentidos y la realidad cayó sobre él, haciéndolo sentir oprimido, atrapado, acorralado contra su cama. Trató de pensar en qué había soñado y el esfuerzo probó ser en vano, pues no eran imágenes lo que recordaba, sino sensaciones. Emociones. Sea lo que fuese que había soñado, de lo que sí podía estar completamente seguro es que lo había afectado de alguna forma, pues sentía su espalda transpirada, su pecho bajo presión y su respiración ligeramente acelerada.

Intentó abrir los ojos, pero las lagañas mantuvieron sus párpados cerrados. Sólo cuando levantó uno de sus brazos para frotar y limpiar sus ojos fue que sintió un peso sobre su codo, lo que lo hizo detenerse por un instante antes de que su mente se pusiera alerta y comprendiera lo que estaba sucediendo, sus alrededores, y el motivo por el que se sentía atrapado.

Una tibia sonrisa asomó en su rostro mientras volvía a bajar su brazo y un suspiro entrecortado se escabullía por entre sus labios. Estaba convencido de que había tenido una pesadilla, pero sus temores se desvanecieron como las gotas de rocío con los primeros rayos del sol de la mañana en cuanto fue consciente de que la presión en su pecho no era más que la frente de Lucy apoyada contra él, y que su espalda transpirada y el peso sobre sus brazos era producto de la determinación con la que una dormida Lynn lo abrazaba desde atrás, asegurándolo en su agarre protector como si no quisiera dejarlo mover.

Definitivamente estaba cumpliendo su objetivo si es que era ese, pero a Lincoln no le importó. Mantuvo sus ojos cerrados y no se movió, optando por permanecer en la comodidad del capullo de contención, cariño y seguridad en el que sus hermanas lo habían encerrado. Respiró un par de veces, sintiendo el aroma del cabello de Lucy, perdiéndose en él y en la seguridad con la que el brazo derecho de Lynn se cruzaba por sobre su cuerpo.

Durante la última semana, Lincoln había dormido junto a alguna de sus hermanas muchas más veces de las que recordaba haberlo hecho en los últimos años. Con Luan en el sofá, con Lynn, con Luna en la tienda en el patio trasero de la casa, con las gemelas, y ahora con Lucy y Lynn, de nuevo.

Recordó que la noche anterior, Lana y Lola se habían asomado a su habitación para desearle las buenas noches. En aquel momento le había parecido tierno que se acercaran para que él pudiera despedirlas con un beso en la frente y un gran abrazo, pero ahora que pensaba en ello... Probablemente habían ido a preguntarle si podían dormir con él de nuevo, pero no dijeron nada al ver a Lucy y Lynn ocupando todo el espacio que su pequeña cama podía proporcionarles. Tendría que invitarlas a dormir con él esta próxima noche, aunque ¿qué podía hacer si Lucy también pedía por una segunda noche durmiendo junto a su hermano? ¿Y si Luna se acercaba a decirle que realmente se sentía mal y que necesitaba tenerlo en sus brazos? ¿Y si era Luan la que ahora lo necesitaba? Todas lo necesitaban, pero no podía dividirse en diez. Debía distribuir su tiempo de forma más justa, pues en verdad amaba estar con todas ellas y quería aprovechar el poco tiempo que le quedaba para—

Finalmente sus ojos se abrieron sin necesidad de frotarlos. Se sentó, sin preocuparse porque su repentino movimiento moviera el colchón, sacudiendo a Lucy y separándose de Lynn. Toda la tranquilidad y seguridad que sentía se desvaneció junto con el color de su rostro. Sus manos subieron para frotar con fuerza no sólo sus ojos, sino toda su cara, sacudiendo sus mejillas y acabando en las raíces de su cabello, aferrándose a sus castaños mechones, amenazando con tirar dolorosamente de ellos.

Ya no tenía el brazo de su hermana recostado sobre su pecho, pero aún así se sentía asfixiado, como si un niño se encontrase sentado sobre él, impidiéndole respirar con normalidad. Debió separar sus labios y respirar por la boca para asegurarse de que suficiente aire entrara a sus pulmones. Su estómago se retorció por dentro. Estaba por vomitar.

Réquiem por un LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora