Día de enero | Jackson Wang

1.4K 81 92
                                    

Eramos dos almas bastante perdidas, por más cliché que sonara.

No cabía duda de que fuera así.

Yo después de varios años viviendo en Corea solía perder la parada correcta para dirigirme a mi trabajo.

Jackson tenía mejor conocimiento de las vías subterráneas pero cada que sacaba su lujoso auto a pasear se sentía escéptico al GPS, y solíamos terminar comiendo pollo frito en el distrito equivocado.

Quizá nos gustaba perdernos, estaba en nuestra naturaleza no marcar un punto fijo en nuestro rumbo.

Jackson tenía esta forma tan ligera de obviar las propias necesidades de su corazón.

Y yo tenía una desesperada forma de querer apagar el incendio en mi pecho cada que me atrapaba la soledad.

Tenía cinco años de vivir y trabajar en Corea, estudié mecatrónica seis años en una lujosa universidad en mi país de origen, para terminar en la agonizante rutina de: Tráfico matutino, diez horas seguidas frente a un computador, tráfico vespertino, llorar mientras como comida instantánea y fallidos intentos por dormir.

Sentía que algo faltaba, siempre lo sentí, cuando de niña me hacían ir a clases de danza, cuando con quince años un chico me tocó una teta y cuando con veintiún años perdí mi virginidad con ese mismo chico.

Cuando compré un auto.

Cuando me soñé sobre una montaña rusa.

Cuando adquirí mi primera tarjeta de crédito.

Cuando me comprometí a los veinte con el chico que me tocó la teta.

Cuando terminé con él porque me engañaba.

Cuando huí de todos y terminé en Seúl.

Siempre, siempre sentí que me faltaba algo.

Pero cuando esa sonrisa picara, vacía, pero pícara, muy pícara; me invitó a un trago, sentí que lo tuve todo.

Nunca antes me había desprendido de mi ropa interior tan rápido, nunca antes me había dispuesto a mostrar las manchas del sol o las estrías producto del constante crecimiento de mi barriga de cerveza, con tanta naturalidad y plenitud, nunca antes me había dispuesto a querer repetirlo.

Ese día, me enamoré.

Y me propuse a mi misma que sin importar cuanto tuviera que sacrificar lo daría todo por él.

Aunque Jackson Wang, él...él lo tenía todo, o al menos eso yo quería creer.

Tenía lujos, atención, y a diferencia de mi persona, escaseaban sus momentos de soledad.

Era un aclamado idol, que aquella noche huyendo del latente foco de atención, terminó en un bar atestado de almas perdidas, adultos que lamentábamos la juventud que se iba entre nuestros dedos y nuestras copas.

Es un aclamado Idol, que me mira a los ojos y escarba cada rincón para sanar las heridas de los años.

Creí que su insinuación era la perfecta oportunidad para salir de mi soledad esa noche y por más que me mentalicé que fuera así.

Me desperté a la mañana siguiente por el olor a café apresurado mirando los rascacielos desde un lujoso apartamento en una de las zonas más caras de Seúl.

Me besó la mejilla y se despidió con la más sincera sonrisa.

Fue justo en ese punto que entendí que realmente estaba enamorada y probablemente no tenía vuelta atrás.

Playlist ; One Shots ; GOT7Место, где живут истории. Откройте их для себя