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Cuando se trataba de actuar a las espaldas de alguien, Hyunjin era la persona ideal. Tan sigiloso, amable... de esa cara de ángel no esperas nada malo. Qué mal te mientes, en serio; sin embargo, es buen amigo. O eso creo. Tan contradictorio, así era Hwang Hyunjin. Y su vida, por más intrigante que sea, no es el tema de hoy. Sí, Hyunjin es sigiloso, lo comprobé aquel día.

Luego de la discución que ambos tuvimos, Hyunjin permaneció quieto y en silencio unos instantes. Después de eso, reaccionó y de inmediato se dirigió escaleras abajo hasta la primera planta. Cruzó el patio corriendo y llegó al tacho de basura al que previamente yo había tirado las rosas, además de la chompa de Seungmin. Unos señores, los encargados de recoger los desechos, levantaban la tapa del mencionado para sacar la bolsa que había dentro. El pelinegro corrió desesperado hacia ellos.

-Disculpe -tomó una profunda bocanada de aire, tratando de regular su respiración-, necesito... sacar algo de allí.

Los señores vestidos de azul se extrañaron y miraron a Hyunjin; señalaron la basura con gesto curioso. Él asintió y ellos comenzaron a reír. Hyunjin frunció el ceño.

-No, no, amigo. Esto ya es basura y si está aquí es por algo -dijo el más viejo mientras sacaba una cotilla de cigarro de su boca.

-Si está allí es por error -suspiró-. Por favor, déjeme sacar lo que necesito y me iré.

-Niño, ya. Está ahí y lo vamos a botar, déjalo ir -bufó el menor de los dos hombres y se dispuso a sacar la bolsa para llevarla junto con la demás basura.

Hyunjin bufó. Solía ser una persona muy paciente, de hecho, seguía sereno. El problema era que ahora debía sacar a relucir su lado malvado... pero no había de otra.

-Me pregunto qué pensara la directora de que Fei Lizheng y Shin Woobin, trabajadores en esta institución por más de 20 años violan una de las reglas más importantes de la escuela: No fumar.

Los nombrados se volvieron a verlo, fruncieron el ceño y se vieron intimidados ante la imagen frente a ellos. Hyunjin no estaba haciendo nada diferente, una leve sonrisa estaba en su rostro. Si no había nada raro, ¿por qué ambos trabajadores tenían miedo? Un aura sombría se presentía a través de los oscuros ojos del estudiante.

-Y-yo no estoy fumando, por lo que no funcionará conmigo -dijo Shin retrocediendo unos pasos.

-Sí, y tiene razón. Pero para su mala suerte, lo está encubriendo. Y antes de que pregunte -alzó un dedo deteniendo el paso del mayor hacia él-, soy amigo de Lee Dongmin, presidente del consejo estudiantil; por lo tanto, tengo acceso a todas las cámaras. Si mira atentamente, podrá ver una detrás de aquella rama. Y qué coincidencia que esté apuntando directamente hacia aquí.

Los dos mayores se miraron entre ellos y resignados, se vieron apartándose para darle paso al estudiante hacia el condenado bote de basura. Hyunjin avanzó y, una vez frente al mencionado, se remangó las mangas del uniforme y conteniendo un poco la respiración se inclinó hacia él. Rebuscó algo asqueado y una vez vio la chompa y las flores, tomó ambos y elevó la cabeza, así volviendo a enfrentar a los conserjes.

-Gracias, me retiraré ahora -hizo una leve reverencia y se dispuso a irse.

-T-tú... -el pelinegro detuvo el paso-, no dirás nada, ¿o sí?

Hyunjin no sabía si reír o sentirse mal. Le tenían miedo.

-¿Decir qué? -inclinó su cabeza con una sonrisita ocultando sus ojos.

Ahora eran los señores los confundidos y se miraron entre sí. ¿Era él el mismo chico que los había chantajeado?

Para cuando volvieron a voltear, Hyunjin ya no estaba.

ѕιяєη - kïm sëünġmïn Where stories live. Discover now