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Siguió atento los pasos de Svetlana Kuznetsov. Sus cabellos rubios platinados le facilitaban el no perderla de vista, pues parecían brillar cuando pasaba por debajo de la luz de un poste. Pese a sus oscuras prendas de vestir, no tenía pensado perderla de vista. Era su próxima víctima.

No era trabajo difícil para él, había hecho esto cientos de veces... cada vez era más fácil. Era por ello que varias mafias diferían en opiniones: mientras unos querían descubrir su identidad para contactarlo y tenerlo de aliado, otros querían hacerlo para asesinarlo. Lamentablemente para ellos, ninguna de las dos era posible. No él. Sus cabellos, negros como el carbón, hacían fácil el no distinguirlo entre las sombras; su piel, blanca, solía ser cubierta en el rostro por un cubrebocas que lo único que dejaba a la vista eran sus bellos ojos y un lunar que era lo último que sus víctimas podían apreciar poco antes de morir, mientras que en las manos unos guantes negros ocultaban su tez de porcelana; pese a todo lo anterior, lo que más lo caracterizaba según los rumores que corrían de mafioso a mafioso, era que antes de morir, las "presas" insistían en un último deseo o entraban en pánico, por lo que retiraba la tela sobre su rostro y los embelesaba con su incomparable belleza. Era tal el impacto y asombro que, sin inmutarse, se dejaban asesinar a manos de aquel precioso ángel negro. Poco después, antes de que alguien pudiera si quiera divisar lo que ocurría, él desaparecía. Una marca hecha con un cuchillo dejaba en evidencia que el acto fue hecho por la "familia" Sparo.

Esa sin duda era la mafia más temida.

Hyunjin evitó las cámaras exitosamente y sin alertar a ningún transeúnte, los cuales eran escasos a esas horas de la madrugada. Svetlana justo pasaba por debajo de un poste sin luz cuando él decidió actuar... pobre de ella, ni siquiera pudo reaccionar cuando sus rosados labios fueron tapados con un pañuelo sobre ellos y un brazo se enredó en su cuello arrastrándola hacia el callejón tras ella. La chica fue bruscamente lanzada contra el muro y, aún con el pañuelo sobre su boca, comenzó a forcejear.

-D-jam... -trató de decir la mujer en un mal coreano, fallando aún más ya que se quedaba sin aire.

Hyunjin tenía pensado asfixiarla y ya, Svetlana ponía mucha resistencia sin embargo. Suspiró y la rubia lo oyó, pensó que aquel abusador se aburriría y la dejaría ir; se equivocaba en ambas partes. Primero, Hyunjin no iba a abusar de ella, ¡jamás violó a alguien!; segundo, no había escapatoria para la hija de los Kuznetsov. El azabache lentamente retiró el cubrebocas y miró a la chica a los ojos, pese a estar asombrada, parecía aún querer gritar. Era la primera vez que Hyunjin se veía en esa situación, decidió hacer lo que solía ver en las películas junto a su prima Woonyoung. Sin quitar el pedazo de tela, aproximó su rostro al de la más baja (no por mucho) y juntó sus frentes. Pudo apreciar cómo un sonrojo bañaba las mejillas de la de piel blanquecina por lo que sonrió dejándola en una especie de trance y, aprovechando su sumisión, enterró el cuchillo profundamente en su corazón. La sostuvo mientras se deslizaba hasta el suelo. Una vez allí, retiró el pañuelo de su boca y esperó hasta que dejara de respirar, él jamás se iba hasta asegurarse de que la víctima dejara de existir. Una vez inconsciente, trazó líneas en sus muñecas con una pequeña navaja aumentando el sangrado y cortó un pequeño mechón de cabello, el cual envolvió en el pañuelo y guardó en su bolsillo.

Las sirenas del carro de la policía se oían, por lo que Hyunjin tuvo que apresurarse en hacer el clásico símbolo de Sparo en su mejilla izquierda. Poco después desapareció entre las sombras.

Cuando la policía llegó, únicamente hallaron a la chica ya muerta tendida en el suelo con un charco de sangre a su alrededor y un símbolo en su rostro.

-¿Qué ocurrió? -preguntaba el novato al policía de mayor rango.

-Otra obra de él -suspiró dándole una última fumada a su cigarro.

ѕιяєη - kïm sëünġmïn Kde žijí příběhy. Začni objevovat