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Azul, el color que debería tener en sus ojos si él fuera un cúmulo de alteraciones genéticas. Azul, el color que le recuerda cuando derramó sangre inocente segado por poder. Azul, color que lo rodea de manera amenazante constantemente. Azul, el color que le recuerda que él no merece ser feliz.

«¿Quién puede ser feliz luego de ser responsable de causar dolor?»

Con la vista bloqueada por todos esos recuerdos paseándose por su mente, Theo, permanece tieso. Mirando fijamente el mismo punto de la pared azul. Recordándose a sí mismo que no merece ser perdonado por todos aquellos afectados por su ser. Es un camino largo que tiene cruzar, lo sabe, pero en su mira solo existe la redención de su alma negra.

Podrá haber sido perdonado, haber cuidado de Liam, haber arriesgado su miserable vida por Beacon Hills, pero su interior está tan dañado que eso no bastó. Sentirse bien consigo mismo es algo que no siente desde el incidente en el río con su hermana y no espera volver a sentir esa sensación en mucho tiempo. No lo merece.

Sale de su camioneta contando los libros en su mochila, diecinueve años y debe repetir último año. Pasó seis meses atrapado en ese infierno bajo tierra, lo enviaron con motivos suficientes como para no dejarlo respirar aire fresco lo que le quedaba de vida. Pero no fue así, Liam lo salvó, haya querido o no. Él lo hizo. Y en lo más profundo de su ser a Theo se le imposibilita no estar agradecido, no por traerlo, sino por enviarlo. Tuvo la oportunidad de arrepentirse, querer remendar cada error, cada dolor, cada lágrima que dejó derramar, cada persona que murió por su estupida sed de poder.

Camina solo unos metros y frena frente a la puerta, está en el preparatoria donde todo comenzó. Solo hay una diferencia, todo es diferente ahora.

Entra despacio, busca no llamar la atención. Recibe algunas miradas que lo alertan, pero se abstiene al desgarrador impuso de oír los murmullos que se hicieron presentes apenas puso un pie en el edificio.

Tiene su horario, sabe perfectamente a donde debe tomar su primera clase. Camina por el pasillo hasta el primer salón a la izquierda, su interior pide marcharse, devolverse por donde vino. A diferencia de su cabeza que busca un excusa para quedarse y demostrarse a sí mismo que será una pérdida de tiempo.

Contra la voluntad de su alma, toma asiento y espera subiendo y bajando constantemente su pie. Todos platican, comparan horarios, ríen, mientas él se encuentra solo. Minutos después, la clase comienza, siendo interrumpida un par de veces por preguntas tontas de los alumnos hacía el profesor, pero casi se derrama cuando la puerta se abre con brusquedad, los jadeos salen de la boca del chico, comprando la atención de todos en el salón.

—¿Acostumbra a llegar tarde el primer día, señor Dunbar? — Theo volteó instantáneamente. La imagen de Liam resalta ante los ojos de Theo, siente calor y opresión en el pecho.

¿Por qué?

El chico toma asiento inhalando con una constancia anormal, aún para un hombre-lobo. Theo se acomoda con un objetivo, cruzar miradas. La simple presencia de Liam había callado a su interior.

Él era su razón.

Ahí estaba, en medio de una clase, su primer clase en mucho tiempo, acompañado por un mar de personas insignificantes a su alrededor, excepto una. Aquel que solo necesitó hacerse presente frente a sus ojos para darle una calidez inexplicable.

No habló con él durante toda la mañana, no tenía motivos para hacerlos. Ellos nunca fueron de esos que se acercan para saber "como están". Nunca lo fueron y algo le dice que nunca lo serán. Su almuerzo  por supuesto es en solitario, en una mesa alejada de las demás. Muerde su manzana y observa con detenimiento el ambiente escolar.

Broken || Thiam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora