La familia de Jungkook había empezado a trabajar para la familia Kim cuando ellos todavía residían en Corea e incluso, se mantuvieron a su cuidado cuando posteriormente se mudaron a Transilvania. Jungkook desde pequeño recuerda haber vivido en el am...
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Jungkook miró con preocupación al sol escondiéndose en el horizonte.
Llevaba toda la tarde en la habitación del joven tigre y cada vez que hacía el amago de levantarse, Taehyung apretaba más su agarre sobre el castaño impidiendo su huida. Pero no importaba cuantas explicaciones le diera Jungkook, Tae parecía realmente obstinado en no querer dejarlo ir.
—Tae, ya es muy tarde. Tengo que ir a hacer la cena... —habló removiéndose entre los brazos del pelirrojo con una mueca en sus labios.
Taehyung le gruñó y solo escondió su rostro en su cuello, logrando hacer enrojecer hasta las orejas al lindo castaño.
Dios, había dicho que quería mimos, pero no que un tigre lo encerrara en su cuarto y no lo dejara tener contacto con el exterior.
Incluso Jungkook le había ofrecido en tirar del hilo para que llamaran a otra persona de la servidumbre que atendiera los extraños caprichos del tigre, o que al menos llamaran a la señora Kim para que regularán el extraño comportamiento de Tae. Pero a penas insinuó eso Taehyung casi lo muerde y le gruñó algo que no pudo entender del todo.
Jungkook estaba perdiendo sus esperanzas de salir de allí pronto, él de verdad tenía cosas que hacer y si alguno de los padres de Tae lo encontraban allí incumpliendo sus horas de trabajo, daba más que asegurado que iban a castigarlo.
Todavía le dolían un poco las muñecas por haber roto el florero favorito de la señora Kim.
—Tae... por favor, tengo que irme. —rogó el de nívea piel.
La cabeza de Taehyung salió de la comodidad del cuello ajeno y lo miró con ojos entristecidos. Jungkook notando un extraño brillo en los dorados orbes.
—¿No... no quieres estar acá? —preguntó con tristeza, el agarre en el castañito debilitándose de a poco.
Jungkook soltó un suspiro y lo miró con una mueca. Esto era un poco extraño y el chico castaño no tenía ni idea de cómo lidiar con la situación.
Taehyung estaba más raro que de costumbre.
Finalmente, después de pensar bien en la respuesta, Jungkook habló.
—Mira... no es que no quiera estar acá, pero sabes que tengo cosas que hacer y ya no puedo estar todo el día junto a ti como antes. Tú tienes cosas que hacer y yo también, es natural que ya no nos frecuentemos tanto. Sabes que si no cumplo con mis deberes me castigan, y no, no quiero que vuelvas a tomar otro castigo por algo que yo hice. — explicó antes de que el felino siquiera pudiera protestar.
Taehyung nunca había sido partidario de los castigos, más bien, no le gustaban las marcas de varillazos en las muñecas de su lindo humano. Por eso, casi siempre discutía con sus padres cuando encontraba una marca rojiza o violácea en sus brazos. Pero no tendría eternamente a Taehyung para que evitara los castigos por sus actos.
—Así que... —continuó Jungkook— si no quieres que reciba un castigo peor al de la última vez, será mejor que me dejes ir Tae. —habló ahora con más dulzura, despejando los rojizos mechones de cabello de la frente del felino.
Taehyung suspiró.
—Quiero... quiero que estés aquí... —volvió a murmurar el pelirrojo, pero esta vez su agarre en el castaño no tenía fuerza para nada.
Jungkook le dio una pequeña sonrisa.
—Si quieres puedo volver al rato, cuando todos vayan a dormir y te cantaré una canción. Como cuando éramos niños. —negoció el humano.
La cola del tigre se agitó levemente, Jungkook sabiendo que le gustaba la idea. Finalmente, una sonrisa se instaló en el rostro de Taehyung y le dio un último abrazo a su lindo humano.
—Tienes que volver, es una promesa. —le murmuró al oído.
Jungkook soltó una ligera risa.
—Siempre volveré, Tae.
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