e l e v e n

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Su cuerpo estaba agotado, probablemente lleno de polvo y tierra, al igual que la bolsa bajo sus ojos no podía ser más grande. Soltó un gemido en cuanto su anatomía tocó el suave colchón y el particular aroma a margaritas que tenían las mantas y sábanas. Dios, Jungkook estaba tan cansado que podría quedarse dormido allí encima sin siquiera haber tomado una ducha antes.

Aunque de todas maneras tendría que esperar si quería tomar un baño, dado que los sirvientes compartían un baño común, aunque obviamente separando a las mujeres de los hombres. Pero Jungkook nunca había sido de aquellos que solo iban y se bañaban, era mucho más pudoroso que eso por lo que siempre esperaba hasta una hora en donde sabía que todo estaba vacío. Por lo que no le haría daño si solo dormía una pequeña siesta antes de tomar un baño, ¿cierto?

Sus párpados se cerraron aceptando rápidamente la idea, su mente yendo cada vez más cerca a aquel tipo que llamaban Morfeo, su mente quedándose en blanco y su cuerpo rogando para que se lanzará hacia el tipo y ya. Lo hubiera hecho, de no ser porque unos suaves golpeteos en la puerta resonaron en su pequeña habitación.

—¡No estaba durmiendo! —respondió automáticamente después de haber saltado del susto.

Confundido, el castaño miró a todos lados, viendo su cuarto en penumbras. Se talló sus ojos con cansancio y se levantó de la cama, pensando en quién podía tocar su puerta a esta hora, quizá le pedirían quedarse hasta un poco más tarde limpiando algunas cosas, o simplemente querían fastidiarlo un poco.

Muchos de los sirvientes en un principio coreanos, fueron muriendo o renunciando con el tiempo, lo que sucediera primero. Por lo que ahora gran parte de la servidumbre del castillo eran rumanos nacidos en Pensilvania, y una de sus costumbres favoritas al parecer era molestar a Jungkook, aunque nunca lo hacían con malas intenciones. Pero si era un poco agobiante pasar la mayor parte del día hablando en rumano, a veces Jungkook sentía que un día despertaría y ya no recordaría cómo hablar el coreano. Agradecía profundamente a Mingyu quien siempre le hablaba en su idioma natal precisamente por ese miedo.

Con pasos lentos, se dirigió a la puerta de su cuarto y la abrió, sus ojos cansados vagando por los pasillos no encontrando a nadie posterior a haber abierto la puerta, con un puchero cansado pensando que obviamente había sido una broma para molestarlo, Jungkook se había dispuesto a volver a su cuarto.

Pero al mirar al suelo sus ojos vieron algo.

Era un ramo de peonías.

Extrañado, tomó el ramo entre sus manos. Parecían haber sido cortadas hace poco, sus ojitos se desviaron por todo el pasillo, intentando encontrar el rastro de quién pudo haberle dejado las flores. Pero no vio a nadie.

Sus oscuros orbes volvieron a mirar las peonías, y una dulce sonrisa se posó en sus labios para después abrazar con cariño las flores entre sus brazos, sintiendo su dulce aroma y los agradables recuerdos infantiles. No importaba cuanto tiempo pasara, Jungkook siempre amaría las peonías.

Porque después de todo, él fue el primero en darle ese hermoso regalo cuando apenas había llegado a Rumania.

Esas flores siempre guardarían un lugar especial en su corazón.









Esas flores siempre guardarían un lugar especial en su corazón

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꒰ ͜͡➸ •.¸. 𝑻𝒉𝒆 𝑹𝒆𝒅 𝑻𝒊𝒈𝒆𝒓  ᵛᵏᵒᵒᵏWhere stories live. Discover now