Capitulo 26

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Después de un largo viaje he regresado al fin a Seattle, he regresado a casa. Dion ha ido por mí al aeropuerto asi que después de un reencuentro emotivo hemos subido al auto.

– Dios, mío. Cuanto has crecido, creo que ya no podré decirte "enana" – ríe

– ¿En verdad? Yo no me siento ni un poco más alta

– Te ves muy intimidante, ahora se la razón de porque ganas tus peleas – la única que hasta ahora no sabe respecto a las peleas clandestinas es mi madre puesto que ya le he contado a mi padre, mi hermano y mis amigos

– También es gracias al entrenamiento, hermanito. Pero tú también te ves muy bien ¿te has ejercitado?

– Si, Diana y yo vamos al gimnasio los fines de semana

– ¿Diana? – pregunto ya que no recuerdo que alguna amiga suya se llamase así

– Diana es mi novia llevamos saliendo un mes – sonríe avergonzado

– ¿Tu novia? ¿Cómo es que no me hayas contado de ella?

– Bueno es que no he encontrado el momento para decírtelo, he tenido tantas cosas en la cabeza...

– Si, como la depresión por la que pasa mamá, algo que también no me contaste a pero es que has tenido bastantes cosas por hacer que no has tenido el tiempo de llamarme y decir que nuestra madre está mal – respondo molesta

– Daira en verdad discúlpame, pero debes ponerte en mi lugar yo nunca quise ocultarte nada es solo que mamá no quiso que te enteraras de esto, creíamos que tal vez pronto se podría bien pero por más que hemos intentado ella no logra sentirse bien, así que con mucho esfuerzo e logrado levantarla de su cama y llevarla con otro psicólogo el cual me dijo que mamá le contaba mucho de ti y que te necesitaba así que en ese momento fue que te llame aunque me suplicara que no lo hiciera – suspiro acariciando mi cabello

– Lo lamento es solo que me ha molestado mucho que ni papá ni tú me lo contaran pero debí suponer que con lo testaruda que es mamá no quería que me lo dijeran. ¿Pero en realidad que es lo que ha pasado? ¿Cómo fue que paso todo? Dijiste que me contarías todo así que adelante.

– A sido culpa de nuestra abuela y de la tía Claudia – Dion aprieta con fuerza el volante del auto

– ¿No era solo de nuestra abuela?

– No, ha sido culpa de las dos. ¿Recuerdas que abuela pensaba dejar a mamá su casa?

– Si y recuerdo que mamá no la quería decía que tenía un presentimiento respecto a todo eso

– Exacto, mamá no quería nada pero la abuela ya había comenzado con el papeleo de la herencia para a nombrarla a ella heredera de la casa y ahí fue cuando la tía Claudia comenzó a meter ideas locas en la cabeza de nuestra abuela diciéndole que en cuanto la casa estuviera a nombre de mamá ella la sacaría de la casa y se quedaría sola, haciendo ver a mamá ante los ojos de nuestra abuela como una persona de lo peor mientras, así que la abuela guiada por todas las mentiras que le a dicho Claudia ha venido a casa y le ha dicho muchas cosas que en verdad ninguna madre debería decirle a sus hija, prácticamente nuestra querida abuela ha corrido a mamá de su familia argumentando que la tía Claudia siempre ha sido mejor que ella y claro nuestra tía en ningún momento ha dejado de reírse de mamá, la han humillado y las he corrido de casa dejándoles muy en claro que no queríamos volver a verlas – respiro con dificultad pues nunca imagine que mi tía Claudia pudiese ser así y mucho menos mi abuela, aquella persona a la que había amado desde siempre y a la que ahora odiaba con todo mi ser – así que después de eso mamá se ha puesto mal, no quería comer, no quería salir, no quería hablar, solo quería estar todo el día recostada en su recamara llorando recordando todo lo que su madre le ha dicho, así que la he llevado con un psicólogo pero después de la tercera cita no ha querido volver hasta hace unos días que la lleve a la fuerza con otro psicólogo al cual le ha dicho que te necesitaba que te echaba mucho de menos – en ese momento comienzo a llorar, lloro porque mi madre no se merecía esto y lloro porque no estuve para ella

– No he estado para ella, la abandone que clase de hija soy – escondo mi rostro entre mis manos sollozando

– Una que en cuanto supo que su madre estaba mal ha tomado el primer vuelo y ha venido a verla, a estar con ella y a sacarla adelante, porque eso haremos sacaremos a nuestra madre adelante ya verás.

(...)

Después de un rato más de viaje por fin hemos llegado a casa.

– ¿En dónde está? – pregunto después de tomar mi maleta

– En su recamara – camino junto a Dion hacia la entrada de la casa y mientras abre la puerta miro hacia la calle recordándome regresar de la preparatoria a lado de Abril, entramos a la casa y ahí mirando alrededor es donde me doy cuenta que en verdad he extrañado este lugar, he extrañado mi hogar el cual ya no tiene esa chispa de antes, ya no se siente aquella felicidad característica de un hogar, comienzo a subir las escaleras y camino primero a mi recamara la cual encuentro igual a como la deje, nada ha cambiado en la habitación excepto yo, dejo mi maleta a un lado de mi cama y camino hacia la recamara de mamá, toco un par de veces la puerta pero ella no responde, así que abro la puerta y ahí es cuando me doy cuenta que la razón por la cual mi casa no es igual es porque aquella chispa de felicidad está escondida en la oscuridad de su habitación, tendida en la cama sollozando por la palabras hirientes de su madre, me acerco a ella y coloco mi mano sobre su pierna.

– No quiero que me veas así. Vete – sus palabras me hieren y hacen que las lágrimas comiencen a caer por mis mejillas mientras ella cubre su rostro con sus manos

– No te dejare, mamá

– Vete, Daira. Le dije a Dion que no te lo dijera, yo me pondría bien, debes irte no debes verme así. – sus sollozos se hacen cada vez más audibles y un fuerte dolor se hace presente en mi pecho, dolor al ver a mi madre sufriendo, al verla destrozada al ver que su felicidad a sido opacada por la tristeza y el dolor y todo por culpa de su propia madre de aquella persona a la que queríamos, en la que confiábamos pero aquella que al final nos hizo daño importándole poco cuantas lagrimas mi madre derramara por su culpa.

– No me iré mamá, no te dejare sola saldremos de esto juntas ya verás estoy aquí para ti, estaré para ti siempre.

– Te he extrañado tanto – dice antes de pasar sus brazos sobre mí y darme un abrazo, un abrazo cargado de emociones, uno que daba a conocer cuánto me necesitaba, cuanto necesitaba que alguien le devolviese su felicidad

– Y yo a ti mamá – comienzo a llorar en su hombro, porque me duele verla asi, me duele no haber estado en todo momento junto a ella

– No te vayas, no me abandones – la voz suplicante de mi madre me hace abrazarla con más fuerza

– No loharé mamá, no te abandonare. 

La ApuestaWhere stories live. Discover now