15. Jaemin

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Maëlle - Je t'aime comme Je t'aime

No tenía moralidad, pero quién podía decir con toda seguridad que lleva la suya intacta. Sabía que mi pecado, sangre con sangre, no se comparaba a mentir, a envidiar, a pecar de forma banal. Lo mío fue despreciable para algunos, juzgable para otros. Incluso los que estaban rotos y habían hecho atrocidades, no lo entenderían.

Era un cobarde, me había vuelto parte de la mayoría, después de todo, también le temía a ser puesto bajo una lupa, aunque no haya matado a nadie.

No lo entendí mientras crecía, no lo entendí a medida que me enamoraba. Tan solo pensaba; es amor, en el amor todo vale, lo amo ¿Por qué está mal?

Pero entonces me adentré en la adultez y, por desgracia, ser un adulto me volvió consciente de la realidad. A las personas nos aterraba la locura, la libertad, y la culpa de no ser considerado normal nos mantenía en la línea caminada por todos los demás.

desprecio todo eso, no me gusta en lo que me convertí.

Pero me sentí a salvo.

Mientras el sol salía por el horizonte y la luz del amanecer se reflejaba sobre el mar. Mientras mi espalda se pegaba al pecho de mi hermano y escuchaba los latidos pausados de su corazón... por fin me sentí a salvo.

Al menos lo hice mientras el mundo dormía y nadie más que nosotros sabíamos los nudos que nos unían.

Habíamos estado allí por horas, mirando a la nada misma, pensando en la mierda de vida que nos esperaba recorrer.

Puedo imaginarlo...

Él vivirá en Francia, se casará con alguna hermosa mujer, quizá Mina u otra chica que logre enamorar. Porque era fácil enamorarse de Jeno, cuando derribabas la enorme muralla que construyó para ocultarse y descubrías lo que escondía bajo todo ese azul... era fácil caer por él. Será un médico exitoso, un neurocirujano igual a nuestro padre, tendrá un hijo o dos y los amará con todo su corazón. Cuidará a su familia porque es suya y Jeno nunca tuvo una, serán todo para él. Podía verlo, tan vívido que dolía como ser cortado a la mitad.

Suspiré, con la piel erizada debido al frío de la mañana. Recosté la cabeza en el hombro de Jeno, él escondió el rostro en la curva de mi cuello y respiró su aliento en mi piel.

Yo... esperaba encontrar a alguien que no temiese salir juntos a comer, que me tomase de la mano en medio de un montón de gente. Tendría un niño, o una adorable niña. Nunca sabría sobre su tío, preguntaría por qué siempre aparecían dragones en mis cuentos, pero jamás obtendría la verdad. Conocería a sus abuelos y estos la o lo consentiría, ellos lo harían. Porque eran mis padres y odiaba no odiarlos.

Pero primero, viviría en Seúl por algún tiempo, estudiaría tanto como pudiese y luego viajaría muy lejos, me divertiría entre extraños, tal vez Hyuck y Hina podrían ir conmigo. Los tres, como en los viejos tiempos.

Y tarde o temprano, nos olvidaríamos el uno del otro. No para siempre, nunca para siempre. Él regresaría en algunos días, vendría a mi mente junto a las tormentas azules, me acompañarían cuando sonase alguna canción en francés, se quedaría conmigo en los días de playa.

Su mano cálida tocó mi barbilla, me besó despacio, casto, apenas un roce de nuestros labios. No me importó el dolor en mi cuello, tan solo quería seguir todo lo que pudiese con este beso, porque era liberador y opresor, porque dolía, quemaba, ardía... y algún día me costaría recordarlo.

—Tengo un trabajo...— susurró sobre mi boca.

Abrí despacio los ojos, el sueño adormeciéndome los sentidos.

Red - NominWhere stories live. Discover now