17. Jaemin

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Taylor Swift - Back to december (Taylor's version)

Toda mi vida había creído que existían quienes estaban destinadas a encontrarse, aunque sea una vez en la vida. Así como existían otras, destinadas a perderse.

Observé al hombre en que Mark se había convertido, su rostro redondeado se había marchado, la madurez puesta en sus facciones, los ojos habían adquirido una nitidez que solo podría tener un adulto. Aun así, tuve que sonreír, porque su manera desgarbada e incómoda de pararse era la misma, y su aura calmada pero ansiosa todavía estaba presente.

Eso sí, verlo con camisa y pantalones de vestir fue un trago amargo, un golpe de realidad. Habíamos crecido.

—¿Mark?— pronuncié en voz queda y él clavó su mirada en mí, definitivamente era él, la sonrisa amable no había desaparecido.

Sus ojos se arrugaron con diversión al verme allí.

—Na Jaemin.

—¿Va a pagar? — interrumpió el cajero.

—Eh, claro— entregó el dinero y su mirada pasó a estar sobre Hyuck, quien parecía demasiado enfocado en el pote de mermelada en sus manos.

Mark recibió su cambio y recogió sus compras en la bolsita con el logo de la tienda. Su pulgar señaló la salida, asentí, porque no quería nada más que preguntarle por el tatuaje que se dejaba ver en uno de sus antebrazos.

–Fuiste grosero– le dije al zombie detrás de mí, ni siquiera había algo interesante en esa mermelada–, Mark siempre fue amable con nosotros.

–Él no lo fue– Donghyuck pareció indagando de sobremanera.

–Lo fue, pero nunca te ha caído bien, ni siquiera lo entiendo.

–Estoy en una crisis emocional, espera a que lleguemos a casa para sermonearme.

Silbé por lo bajo, guiándole fuera del local, sus hombres caídos y su cabello despeinado era una imagen deplorable para alguien que parecía hijo del mismismo sol.

—Ahora quien es el trapo de piso— murmuré, dándole un golpecito en el hombro.

Y tuve que volver a sonreír, porque Mark todavía estaba allí. Apoyado en la pared de la tienda, con un caramelo entre los dientes y la bolsa de compras balanceándose entre sus dedos.

Hyuck gimió y tomó mi brazo.

–Vámonos– pidió, como si el maldito y agradable Mark Lee fuese el anticristo.

–Es solo Mark, estoy seguro de que ni siquiera recuerda tu lucha unilateral contra él. Además, ya es demasiado tarde, él nos acaba de ver.

Mark estaba frente a nosotros un segundo después, el caramelo había desaparecido dentro de su boca.

–Me gustan este tipo de casualidades– dijo, señalando entre nosotros y no pude evitar sentir ternura por el sonrojo en sus mejillas.

—Creí que seguías fuera del país. –Después de todo la última vez que supe de él fue por una foto con sus amigos viendo un partido de hockey en Canadá–, pero me alegra haberte recuperado, debiste llamar.

Sus dientes mordieron la carne debajo de su labio y sus ojos se estrecharon al detenerse sobre Hyuck, quien había decidido detenerse un par de pasos por detrás, fingiendo estar desconectado de la realidad aparente. Grosero.

—Bueno, digamos que trabajo en todos lados. Soy del equipo médico de la liga juvenil de los Celtics, pero tomé un descanso para visitar a la familia.

Red - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora