Capítulo cuatro: Una resaca.

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Capítulo cuatro: Una resaca.

A diferencia de otras mañanas no fue la alarma quien me despertó o bueno, sí lo hizo pero no la de mi habitación sino la de mi móvil, los chicos me aventaron las almohadas que tenían a la mano invitándome a que callara el odioso sonido, llevé la mano derecha al bolsillo de mis vaqueros y saqué el aparato para callarlo de una buena vez, ellos agradecieron cuando dejó de sonar y otra vez volvieron a roncar.

Intenté dar una vuelta sobre mi cuerpo para quedar de espaldas al colchón pero estábamos tan apretujados que si acaso pude removerme y no caer al suelo. Como no tuve éxito en lo que quería volví a cerrar los ojos porque el dolor de cabeza comenzaba a aparecer, de ese modo volví a caer en los dichosos brazos del tal morfeo.

***

No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando volví a abrir los ojos la habitación estaba completamente vacía y bastante iluminada, bostecé y ese simple movimiento me provocó una punzada en la sien, llevé mi mano hacia ella y la masajeé por un momento. En verdad me dolía la cabeza.

Miré por la habitación, buscando un indicio de que los chicos aún no se habían ido de la casa y observé dos de sus celulares en la mesa de noche a un lado de la cama. Aún seguían aquí. Me senté de lado en la cama y estrujé mis ojos para deshacerme de la lagaña y cualquier posible rastro de baba, estiré mis brazos al cielo y luego me puse en pie.

Alguien tocó la puerta cuando comencé a caminar en su dirección, totalmente extrañado acerqué mi oreja a ella y esperé a escuchar algo del otro lado, al no obtener lo que quería, hablé:

-¿Quién es?

-Soy yo, Jackie. Sólo era para decirte que todos estamos en la piscina, por si quieres bajar a desayunar y así. -habló ella, su voz era baja, suave, dudosa. Quise abrir la puerta y caminar con ella hasta donde estaban los chicos para poder ir conociéndola pero algo me decía que mi aspecto matutino la asustaría.

-Claro, en un momento voy. -avisé. -¿Dónde puedo encontrar el baño? -pregunté avergonzado, por más que sea al menos debía enjuagarme la boca y lavarme la cara, después de vaciar mi vejiga, por supuesto.

-Al final del pasillo, a la derecha, segunda puerta.

-Gracias. -ella no contestó más y poco después sus pasos se fueron alejando hasta quedar en un ligero silencio, luego de eso fue que me permití abandonar la habitación.

Seguí sus órdenes, caminé al final del pasillo, doblé a la derecha y entré a la segunda puerta que vi. Efectivamente, era el baño. Hice mis necesidades y lavé mi rostro una tres veces, el dolor de cabeza era leve, esta era una de las pocas cuatro veces que luego de una fiesta despertaba con resaca.

Al salir del baño me topé con mi madre, ella iba pasando con una bandeja llena de comida, cuando me vio sonrió, quise abrazarla y pedirle perdón por haberla dejado dormir sola en una habitación que no era la suya, que no estaba dentro de nuestra casa, pero ella no me lo reprochó, su mirada no era molesta, no me enviaba dagas con sus ojos, sólo sonreía como si algo magnífico era lo que veía.

-¿Cómo dormiste, cariño? -consultó con su habitual tono al despertarme, cariñoso.

-Bien, sólo me duele un poco la cabeza. -dije. -Má, disculpa por no habernos ido ayer pero es que... -comencé, pero ella me interrumpió.

-No importa cariño, toma esa aspirina, te calmará el dolor. -dijo señalando con su boca una tableta sobre la bandeja. -Ese jugo es para ti, tómalo. Yo le llevaré esto a mi niña Eva, tú puedes ir con los demás a la piscina. -asentí con la cabeza, tomé un sorbo largo del jugo después de lanzar la pastilla dentro de mi boca y besé su frente antes de irme.

Seguí el camino que recordaba habíamos usado en la madrugada, bajé escaleras, pasé por la sala, caminé por un largo y extenso pasillo y al fin, llegué adonde ellos estaban, todos yacían sentados en una esquina donde parecía ser el único lugar donde quedaba sombra. Tuve tanta mala suerte que justo cuando puse un pie fuera del techo el encandilado sol apareció, cerré los ojos por inercia, maldije en voz baja y llevé mis manos sobre mi frente para cubrirme de algo que no me golpeaba pero me lastimaba como si lo hiciera.

-Oh mi bebé, ven aquí. -me llamó la voz melosa que muchas veces adoptaba Jazmine para molestarme.

Caminé hacia ellos con los ojos entrecerrados y sin apartar mis manos de la frente. Aaron, su novio, no me miraba con recelo cuando llegué a ellos, más bien cuando me senté a su lado palmeó mi hombro como consuelo y dijo lo lamento, hombre, no entendí a qué se refería, en realidad no entendía nada de lo que ellos decían, este grupo era nuevo para mi, como bien había dicho ayer Esteban, yo soy el nuevo del grupo, es entendible no entender a qué se referían, ¿no?

-¿Ustedes tienen una relación abierta? -me atreví a preguntar, todos se rieron, hasta la misma Jackie.

-¿Crees que porque ella te trata así tenemos una relación abierta? -consulta divertido, afirmo que es lo que pienso y él niega con la cabeza. -Quédate mirándola cuando una chica me habla y sabrás que nuestra relación no es abierta. -Jazmine lo fulmina con la mirada y él le lanza un beso, ya que se encuentra frente a él, entre Jackie y otra chica.

-Terminamos. -dice ella como respuesta, luego su mirada se dirige a mí. -Ahora saldré con Martin, seguro él sí sabrá cómo tratarme.

-Nonono, yo no me meteré entre ustedes. -aclaré al instante. -Además no puedes terminarle un día antes de San Valentín. -añadí.

-Bien hecho, hombre. -Aaron volvió a palmear mi hombro y Jazmine sonrió orgullosa. ¿Qué rayos pasaba aquí?

-¿Gracias? -inquirí dudoso, los chicos rieron y pronto apareció a mi lado mi madre, con una bandeja, una jarra de jugo y varios vasos cristalinos reposaban sobre ella.

-¡Oh Pilar, no sabes cuánto te amo ahora mismo! -expresó dramática la rubia que había apodado como búrbuja. Mi madre dio unos pasos hasta la mesa hecha de mármol que se hayaba en el medio de nosotros mientras reía por lo que había dicho la ojiazul.

-¡Cómo te atreves! -chilló la pelinegra. -¡Nadie la ama más que yo! -de un tirón se puso en pie y abrazó a mi madre nada más ella dejar la bandeja en la mesa. -¡Pilar es mía!

Después de eso todos comenzaron a pelearse por mi madre y discutir quién la amaba más y de quién era ella, yo me mantuve sereno, callado, tranquilo, sólo mirando cómo hablaban de quién la amaba más y peleaban por su cariño, fue tierno, ahora sabía que al menos el lugar donde mi madre pasaba la mayor parte del tiempo no la trataban mal, la gente de aquí al menos la apreciaba. Yo ni siquiera sabía que los chicos conocían a mi madre y tan sólo observar cómo la trataban me hizo sentir bien, en paz. Ellos no eran como las demás personas que llegamos a conocer, al menos.

Eso, el jugo y el desayuno que mi madre me dio me ayudó bastante con la dichosa resaca que apenas y si estaba presente. Casi al final, cuando todos parecieron aburrirse sobre discutir acerca del amor por mi madre, Jackie se levantó con una radiante sonrisa dejó algo en claro, la sonrisa desapareció y el semblante serio la suplantó, su postura fue como la de una madre que está a punto de sermonear a sus hijos por alguna travesura.

-Pilar es mía, ella me quiere más que a cualquiera de ustedes aquí y es el final de la discusión. -sin decir más, volvió a sentarse de piernas cruzadas.

¿Por que se veía tan bonita hablando con esa seriedad absoluta?

El nacer de un deseo.Where stories live. Discover now