Capítulo ocho: Una hermana.

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Capítulo ocho: Una hermana.

Jackie me observa con esas dos esmeraldas llenas de intriga y desconcierto, arquea una ceja y espera a que conteste, no lo hago, pienso y pienso, y vuelvo a pensar. ¿Qué rayos debo decirle ahora?

"Oh Jackie, lo que ocurre es que tenía una hermana pequeña pero, cuando ella tenía dos y yo cuatro mi padre se la llevó y cuando volvió no lo hizo con ella" Yo no podría soltar eso.

-¿Dije hermana? -fue lo que articulé como si me hubiera equivocado. -Quise decir prima. -ella frunció el ceño.

-¿Me crees idiota, Martin? -inquirió desconcertada. -¿O es que acaso no confías en mi? -añadió con asombro, como si la idea recién llegó a su cabeza y la dejó salir.

-No es eso. -solté inmediatamente y luego mordí mi lengua. Auch.

-Entonces sí tienes una hermana. -aseguró.

-No. -repuse. Estás negando a tu hermana, canturreó mi subconsciente. Entonces suspiré y abrí la boca para hablar. -Bueno, la verdad... -pero antes de acabar escuché un grito lleno de furia desde unas mesas detrás de mi acompañante.

Miré sobre su hombro y observé como Fabiana intentaba calmar la situación, Flavio y otro sujeto mucho más joven que él pero más viejo que yo se miraban con resentimiento. No escuché ningún murmullo alrededor y por eso eché una mirada al lugar, estaba vacío, completamente. Vaya, ¿ya era hora de cerrar? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Por que no volvieron a llamarme para seguir mi trabajo? ¿Acaso estaban sacando al hombre y no se quería marchar?

Me puse en pie para ir a ayudar porque por nada del mundo permitiría que aquel sujeto les pusiera una mano encima a mis amigos y empleadores. No, no señor, eso si que no.

-¿Martin? -dijo su vocecita cuando di mi segundo paso, fue entonces que recordé que ella seguía ahí. -¿A dónde vas?

-Iré a ayudar a sacar a ese hombre y vuelvo. -contesté luego de girar a mirarla, me observó y luego su vista viajó a donde yo me dirigía, expandió los ojos de par en par y se levantó.

-¿Por que van a sacarlo? -inquirió dando los dos pasos que nos separaban. -Viene conmigo. -¿Qué?

-¿Qué dices? -dije anonadado, ella pasó a mi lado hacia la mesa que estaba en discusión y luego se oyó su voz nuevamente.

-¿Desmond? -inquirió llamando al susodicho, quien volteó a mirarla casi al instante. -¿Qué ocurre?

-Señorita, los señores quieren que me salga del lugar y como entenderá no puedo hacerlo sin usted o su consentimiento. -explicó en cuando llegó junto a él y yo poco después que ella.

¿Qué?

-Pero Doss, es su local, no puedes discutirlo, debiste llamarme. -le reprendió como sólo ella sabe hacer, su vista ahora pasó a los ancianos. -Mil disculpas, él viene conmigo, debí prestar más atención, de verdad lo lamento.

-No te preocupes, niña. -dijo amablemente Fabiana aún sosteniendo a su esposo. Él gruñó y yo tuve curiosidad.

-¿Quién es Doss? -consulté refiriéndome al sujeto y utilizando el diminutivo que ella usó. -¿Llegaste con él?

-Sí. Es mi chófer y muchas veces también mi guardaespaldas. -dijo dándole una mirada de reojo. -Había olvidado por completo que seguía aquí. Ahora, Doss ¿no crees que los señores merecen una disculpa por tu actitud? -inquirió observándolo fríamente. Vaya.

-Pero...

-Doss. -zanjó.

-Pero es que yo cumplía mi trabajo. -dijo malhumorado.

El nacer de un deseo.Where stories live. Discover now