Especial I: Jackie.

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Capítulo dieciséis: Una celosa.
Jackeline.

La videollamada se terminó en cuanto Martin se lanzó a los brazos de la estúpida de Amanda, quisiera gritar pero eso ya no serviría de nada, quisiera estar allá ahora mismo pero no cuento con poderes para hacerlo, quisiera morirme pero no cometería suicidio.

—¡Quisiera no ser tan estúpida! —grité frustrada. Simoné, mi compañera de dormitorio, levantó su rostro para observarme, ella estaba sentada en el escritorio que compartíamos, con los auriculares abajo y una ceja arqueada.

—¿Te encuentras bien, idiota? —consultó, ella me llama del mismo modo que Jazmine, ninguna se conocía, no quería pensar qué tantas cosas pasaría si lo hicieran. Suspiré y la puerta de la habitación se abrió, dando la bienvenida a mi siempre glamuroso y nunca respetuoso amigo.

—En verdad lo eres. —comunicó, me crucé de brazos y le di una mala mirada. —Estaba escuchando detrás de la puerta, no hace falta que me digas qué pasó. —sonrió en grande y caminó hacia la castaña con gafas. —Hola, Simo.

—Hola, Owen. —devolvió ella. —¿Qué es lo que le pasa?

—¿Recuerdas aquel papasito del que nos habló cuando volvió? —ella asintió. —Parece ser que estaba en la tienda fotográfica con esa chica que no le agrada, creo que iban a besarse, ¿no viste nada?

—Estaba haciendo el informe, ni siquiera sabía que estaba aquí hasta que gritó. —explicó riendo, él la siguió y continuó hablando.

—No entiendo qué más necesita para decirle por fin que él le gusta, es tan orgullosa. —dramatizó el rubio.

Bufé.

—¿Pueden dejar de hablar de mi y de mi vida como si no estuviera presente?

—Tal vez sólo quiere que él no se sienta forzado a quererla también, ya lo obligó a fingir ser su novio falso, ¿imaginas obligarlo a ser uno verdadero? —la castaña me ignoró olímpicamente al decir aquello, que aunque fuera lo cierto me hizo enojar. ¡Estaban ignorándome!

—Nunca sabrá si siente lo mismo si no se lo hace saber.

—¡No están hablando de una telenovela, joder! —grité nuevamente. —Tú tienes a tu Manuela y tú tienes a tu Manuel, dejenme tener a mi Martin falso. —exclamé frustrada.

—En realidad las dos tenemos a nuestro Manuel, amiguis. —informó Owen, agudizando su voz hasta volverla más femenina. Cierto, él es gay, ¿cómo pude olvidarlo?

Bufé por segunda vez.

—Como sea, dejen de hablar de mi vida. Sigo aquí, ¿saben?

—¿Y? No es nuestra culpa. Puedes irte cuando gustes. —informó el rubio. Okey, ahora mismo quería arrancarle la cabeza o dejarlo sin aquellos hijos que nunca procreará.

—Idiotas. —murmuré y salí de la habitación.

***

¿Cómo decirlo? Han pasado tres horas desde lo ocurrido y Martin no da ninguna señal de vida, puedo decir que estoy angustiada, molesta y algo decepcionada, ¿tan poco le importo como para que no se comunique conmigo?

Sabía que cosas como estas pasaban cuando alguien llama tu atención, por eso siempre opino que es mejor no tener sentimientos por una persona, al hacerlo le estás dando un poder sobre ti, podría destruirte con una palabra o hacerte volar y llegar al cielo con otra. El amor es una mierda. Pero qué mierda más bonita.

Bah.

—Deja de decir estupideces. —me reprendí y aparté el libro de mis manos, dejándolo a mi lado, en el césped.

El nacer de un deseo.Where stories live. Discover now