Capítulo 1

2.2K 91 6
                                    

Me estaba mirando en el espejo, en busca de esos quilos de más que Megan decía que tenía, pero no era capaz de encontrarlos. O yo estaba ciega o mi madrastra quería que fuera un esqueleto. Me sentía a gusto con mi cuerpo, por primera vez en años, estaba cómoda con mi aspecto, así que borré sus palabras de mi cabeza y le eché un vistazo a la revista BEES de este mes. Se agradecía ver cuerpos reales, bien trabajados y bellos pero reales y sanos. Muy lejos habían quedado esos tiempos donde vestían esqueletos para lucir la ropa.
Estaba nerviosa, eran mis últimos días de universidad, del primer año de Administración y dirección de empresas. Mi papá me había obligado a hacer la carrera. Decía que era la única heredera de la empresa, por su parte, y que mi cuerpo y mi cara bonita no iban a ser eternos, así que necesitaría entender el negocio, también, desde un lado más serio. Tuve que dejar mi sueño como cantante apartado para concentrarme al cien por cien en los estudios. Extrañaba los escenarios pero no podía hacer nada, más que conformarme con dar algún mini concierto en las fiestas de Maxi.

—Que buena estás —me dijo Maxi desde la puerta.
—¿No sabés golpear? —lo miré con asco desde el espejo y até mi pelo.
—Siempre tan amable vos —me sonrió —Te vine a buscar para llevarte a clase, bebé.
—No quiero ir con vos.
—Dale Lali ¿Cuándo vas a aceptar que estás muerta conmigo?
—Chau Maxi —lo empujé fuera de la habitación— ¡Y dejá de decirme bebé! Es odioso —le cerré la puerta en las narices y oí su risa al otro lado.

Después de esperar unos minutos, bajé a la cocina para desayunar. Rosita, la cocinera y la mejor persona que habita en mi casa, me dio un fuerte abrazo y me sirvió mi té con leche.

—Te veo feliz —di un sorbo— ¿Puedo saber a que se debe? —pregunté intrigada.
—Es por algo que también te hará feliz —contestó con una sonrisa y salió de la cocina.
—Hola estrella del pop —dijo una voz inconfundible a mis espaldas.
—¡Peteer! —me di la vuelta— ¡Volviste! —me lancé a sus brazos —No vuelvas a irte tanto tiempo —me apretó con fuerza contra su pecho y su perfume me hizo temblar. Olía tan bien. Hacía cinco años que no le veía.
—Ni un mensaje, ni una llamada. Nada en todo este tiempo— me separé un poco de él y lo miré a los ojos.
—Las cosas estaban complicadas —acarició mi mejilla— Pero era hora de volver. Necesitaba verte
—¿Viniste a salvarme?
—Ojalá pudiera. En principio vine a acompañarte en tu último año de libertad.
—Te enteraste de mi boda… Pensé que no lo sabías.
—Me contó mi abuela.
—¿Y no fuiste capaz de llamarme?
—No fui capaz de nada… Pero no quiero hablar de eso ahora —volvió a abrazarme —No dejé de pensar en vos, estas hermosa. Seguí tu carrera y me alegré por todos tus logros…
—Pasó mucho tiempo. No me creo que hayas pensado en mi y que no me hayas mandando ni un WhatsApp —le dije molesta después de alejarme de él.
—Perdón —bajó la cabeza.
—Déjame adivinar, estabas muy ocupado con una chica.
—La…
—Adiviné —sonreí —No me importa Peter. No soy estúpida, habrás estado con muchas chicas.
—Tampoco muchas.
—No pasa nada. Está todo bien.
—¿Y vos?
—¿Qué querés saber exactamente?
—Si estuviste con alguien.
—Alguno hubo por ahí.
—¿Y…?
—¿Querés saber si me acosté con alguien o no?
—Supongo que no. Digo, tenés ese anillo de que no podés hasta el matrimonio.
—Es para que piensen eso los demás, ya sabés lo importante que es para mi familia dar buena imagen. Pero si esperabas ser el primero, llegás un año tarde – le confesé y esperaba que le doliera.
—No tendría que haber preguntado… —dijo en voz baja.
—Ahora ya está.
—Tendría que haber sido yo —aseguró y me agarró la cara entre sus increíbles y suaves manos— ¿Quién fue? —preguntó clavando sus hermosos ojos verdes en los míos.
—No importa — evité su mirada— Las cosas cambiaron desde que te fuiste —dije enseñándole mi anillo.
—¿Sentís algo por él?
—Nunca te olvidé. Llevo mucho tiempo esperándote —le contesté mirándolo fijamente a los ojos.
—Éramos unos nenes, ahora acepté lo que toca vivir. Solo vine a darte mi apoyo como amigo —me dijo intentando sonar sincero, pero no le creía ni una sola palabra.

Lo miré más detenidamente y no reconocí en él ese niño dulce y soñador. Ya no era ese nene inocente que me había prometido un mundo mejor, ahora era un hombre que aceptaba la realidad. Me abrazó con fuerza y yo comencé a acariciar su espalda.
—Volvamos a soñar… — le pedí al oído.
—Que lindo verlos así —dijo Rosita cuando entró, nuevamente, en la cocina.
—Ojalá que nos veas así siempre.
—Eso no pasará —afirmó él.
—Me gustabas mil veces más cuando eras un soñador —le dije molesta.
—Discúlpame por ser realista. Te vas a casar con el imbécil de Maxi. ¿Qué querés que haga?
—Peter, te estuve esperando todo este tiempo. Deseaba que vengas y me saques de acá. Pero veo que venís con otra idea —le contesté con enojo y salí de allí.
—Andá a acompañarla y tené cuidado, no quiero tener problemas con el jefe— le escuché decir a Rosa.
Agarré mi mochila, que estaba en la entrada y salí de casa. Ignoré por completo al chófer y empecé a caminar, Peter apareció enseguida a mi lado y caminamos en silencio unos minutos.
—¿No me vas a hablar linda? —agarró del brazo para que me detuviera.
—¿Cuándo te olvidaste de lo que me prometiste? —me solté con brusquedad y volví a andar.
—No lo olvidé. Nunca. —caminaba detrás de mi —No hubo ni un solo día en el que no me acordara de vos y de todas las promesas que te hice. Pero me siento una mierda, porque no puedo cumplirlo.
—Si que podés— me giré y lo miré— Si de verdad quisieras, podrías hacerlo.
—No puedo. Ya estoy rompiendo las reglas viniendo otra vez a Buenos Aires. Tu papá y sobre todo el de Maxi, me tienen en el punto de mira.
—¿Qué tienen que ver ellos en todo esto? —pregunté intrigada y él suspiró.
—Nunca me fui por mi propia voluntad…
Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
—¿Entonces…?
—Tu viejo le dijo al mio que me quería lejos de vos. Y bueno, mi abuela y mi papá trabajan para tu familia, no podían quedarse sin trabajo por mi culpa. Estoy seguro de que fue el padre de Maxi el que pidió tenerme lejos, nunca me aguantó. Así que me mandaron a Londres. Me pagaron todos los estudios… Mi abuela me pidió por favor que me vaya y que no le traiga problemas ni a mi viejo ni a ella. No pude no aceptar…. Además, nunca habría conseguido dinero para estudiar en el exterior.
Me quedé en silencio durante un momento. No me sorprendía para nada lo que me contaba. Ya que así era mi familia pero me sentía mal por no haber pensando, ni por un segundo, que Peter realmente nunca quiso irse. Rosa nunca quiso decirme nada, por más que insistía, solo me decía que él estaba bien y ahora entendía su silencio.
—Me lo podrías haber contado.
—Imposible… ya fue un gran riesgo dejar esa nota.
—La guardo como un tesoro —le confesé.
—¿En serio? —preguntó con una sonrisa llena de felicidad.
—Te lo juro. La tengo en una cajita con varias cosas que te dejaste acá.
Se sonrojo.
—Cambiemos de tema… ¿Qué hacés en la universidad? ¡Sos una estrella internacional!
—Me escapaba a cantar en bares con diecisiete años y cuando papá se enteró me prohibió hacerlo. Pero un amigo productor le insistió en que yo era buena y me dejó grabar el disco. Cuando él y Juan empezaron a ver como crecía mi fama, les venía bien que yo sea modelo de BEES, así que me dejó cantar solo si aceptaba ser modelo. Fueron dos años increíbles pero el año pasado papá sufrió un infarto, y dijo que si él se moría, yo tenia que hacerme cargo de su parte de la empresa. No me quedó opción.. Tuve que frenar todo, estaba grabando el tercer disco y quedó a medias. Ahora mis únicos conciertos los doy en fiestas de Maxi — reí. —Por cierto ¿Dónde te vas a quedar?
—Me alquilé un departamento no muy lejos de acá y ya tengo un trabajo gracias a un amigo.
—¿Qué estudiaste en Londres?
—Informática.
—Siempre me imaginé que serias policía. Era lo que te gustaba.
—Si —rió nervioso —La vida cambia.

El presente y nada más ||Laliter||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora