Capítulo 3

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Megan entró en la habitación con un vestido rojo puesto en una percha. Lo colgó en la puerta del vestidor y se sentó en la cama.

—Dijo tu papá que te lo pongas para la fiesta.
—Esta bien —contesté sin quitar la mirada de mi portátil.
—Vi a Peter recién —me contó en un intento de entablar conversación.
—Llegó hoy.
—Está muy lindo —soltó una risita.
—No me fijé —mentí descaradamente ¡Claro que me había fijado y estaba buenísimo! Pero no se lo iba a contar a ella— ¿Algo más Megan?
—¿Lo vas a llevar a la fiesta?
—Si, hablé con Maxi y no hay drama.
—Entonces le voy a buscar un traje.
—No es necesario.
—Decile que suba, que enseguida le traigo uno —sonrió y salió de la habitación.

Me daba miedo que esté tan simpática. Hacia tiempo que no hablábamos más de un minuto.
Megan era hermosa. Ella había sido la cara de BEES cuando mamá murió. Megan era una estrella en Australia. Se conocieron en un desfile de moda y papá se enamoró de ella al momento. Después de aquel día no volvieron a separarse y vivía con nosotros desde que yo cumplí los diez años.
Agarré mi celular y vi unos mensajes de Maxi, pero decidí ignorarlos y escribirle, directamente, a Peter.

Lali: Megan te va a subir un traje a mi habitación.
Peter: ¿No era una fiesta informal?
Lali: Primero hay un cóctel con gente importante de la empresa. Después la fiesta esta en el jardín, pero nosotros nos escapamos.
Peter: No creo que aguante mucho en la fiesta careta.
Lali: Hacelo por mi. Te juro que nos quedamos poco.
Peter: Es imposible decirte que no…
Lali: Voy a darme un baño. Subí cuando quieras.

Dejé el celular en la mesita de luz, me saqué la ropa y me metí en el baño de mi habitación. A los cinco minutos de estar en la ducha, empecé a escuchar como sonaba A Bailar, mi primer disco, detrás de la puerta. Terminé, me envolví en una toalla y cuando salí del baño, vi que Peter estaba tirado en mi cama, con mi celular en la mano y pasando música.

—Que sexy estas —me dijo después de mirarme de arriba abajo y le sonreí.

Me metí en el vestidor para que no pudiera verme. Dejé caer la toalla al suelo y me puse un conjunto rojo de ropa interior.

—¿Te gusta el traje? – le pregunté y asomé la cabeza para poder verlo.
—Es muy lindo —contestó sin quitar la mirada de mi celular.

Me encantaba tenerlo ahí, tirado en mi cama. Me hacía recordar los viejos tiempos.
Me miró sorprendido cuando salí con aquel vestido rojo, largo hasta los pies, de tiras y espalda descubierta.

—¿Te gusta? —le pregunté dando una vuelta.
—Impresionante —sonrió y me aplaudió.
—Tonto —le di en el hombro—Dale, ponete el traje que te hago el nudo de la corbata.
—Te escribió Maxi.
—¿Qué puso?
—Preferí no leerlo.

Miré el celular y agradecí que no lo haya leído.

Maxi: Ya cambié la fecha para irnos a Aruba. Nos vamos en febrero.

Mi papá y el de Maxi nos obligaban a pasar tiempo juntos. Así que como el año pasado habíamos estado un mes del verano en Aruba, este año querían hacer lo mismo.

—¿Te acordás del día que nos conocimos? —la pregunté mientras me maquillaba delante del espejo del vestidor y él se vestía.
—Claro… —soltó una risita— Yo tenía diez años. Mientras mi viejo hablaba con tu papá para empezar a trabajar con él, mi abuela, me enseñaba todo al parque de esta increíble mansión. Yo estaba con mi bici cuando te vi llorar.
—Maxi me había empujado y me había robado mi osito —le recordé.
—Me acuerdo, se llamaba Abracitos.
—¡Sii! Lo tengo todavía —lo agarré de un estante del vestidor y se lo tiré encima de la cama— Es un recuerdo de nuestro primer encuentro. Ahí ya me enamoré de vos.
—Eras una bebita. No hables de amor —se rió.
—Y vos como todo un caballero fuiste detrás de Maxi, le quitaste mi osito y él te tiró de la bici de un empujón.
—Desde ahí nos odiamos pero no por el empujón —sonrió —Me odia porque viniste corriendo hacia mi con un botiquín de primeros auxilios y me curaste la rodilla raspada.

Cuando terminamos bajamos hacia la cocina, donde Rosita estaba haciendo la comida para los empleados.

—Que lindos están —nos dijo con una sonrisa cuando nos vio.
—Me siento un muñeco de torta —se quejó.
—Te queda genial el traje, no seas tonto —lo abracé.
—Tiene razón —le aseguró Rosita— Pásenlo bien y tengan cuidado.
—Tranquila abuela. No va a pasar nada.
—No te preocupes Rosa, yo lo cuido —sonreí y ella me abrazó.
—Estoy segura de eso —contestó y salimos de la cocina hacia el coche.

Cuando llegamos a la casa de los Bedoya ya estaba lleno de gente, Maxi me recibió en la puerta y enseguida me agarró la mano. Peter intentó disimular su cara de asco, pero le fue imposible. Miré a Maxi esperando que diga algo y él suspiró.

—Tenemos que fingir delante de esta gente —miró a Peter— Ya sabes como funcionan las cosas por acá…
—Si. Lo sé —contestó él sin mirarlo y Maxi se encogió de hombros.
—Voy a saludar a gente de la empresa— le di un abrazo— No te vayas lejos. Te voy a buscar enseguida— besé su mejilla y desapareció entre la gente.

Después de saludar a varios amigos de nuestros padres y repetir una y mil veces lo “felices” que estábamos por nuestro compromiso, Maxi me llevó hacia donde estaban sus amigos de rugby. Me presentó a todo el equipo, orgulloso de mi. Me agarraba de la cintura y me daba besos en la mejilla.
Luego de hablar un poco con sus amigos, me puse a buscar a Peter con la mirada y lo vi del otro lado de la sala, hablando con Lupe.

—Amor —me dijo Maxi y lo miré— Estas colgada.
—Si, perdón.
—Le contaba a los chicos que nos vamos a Aruba en febrero.
—Ah si. Es hermoso. El verano pasado lo pasamos ahí.
—Y fue genial —me sonrió.

El verano pasado…

El sol ya estaba ocultándose. El color naranja y rosado, dejaba un anochecer precioso. Yo estaba sentada en la arena, envuelta en la toalla, mirando hacia Maxi, que estaba surfeando. Era nuestra primera semana en aquel paraíso y las cosas no iban tan mal.
Salió del agua y se sentó enfrente de mi.
—Al final no estuvo mal pasar el día conmigo ¿no? Mucho mejor que estar encerrada leyendo.
—Queda mucho verano por delante, no tientes a la suerte.
—Yo sé que este verano va a ser inolvidable, en el buen sentido, claramente.
—Vamos a comer algo, dale —dije y me puse en pie.
—Yo te quiero comer a vos —me contestó, agarrándome de las piernas y me levantó.
—¡Para! Bajame, no me gusta —grité y él me tiró en la arena.
Se puso arriba de mi.
—A mi me encanta —me miró a los ojos y después a los labios. Yo estaba nerviosa. Sabía que iba a tener que casarme con él, que no había otra opción. Así que me dejé llevar cuando sus labios se acercaron a los míos con desesperación. Si había alguna posibilidad de enamorarme de él y de olvidar a Peter haría todo lo posible por encontrarla.

***

Mientras Maxi seguía hablando, vi como Megan se acercaba a Peter y le decía algo al oído. Se pusieron a hablar y yo fui enseguida hasta allí. Escuché como Maxi me llamaba, pero lo ignore.

—¿Qué pasa? —pregunté cuando me acerqué a ellos.
—Nada Lali. Sólo lo estaba saludando —me dijo con una sonrisa— Disfruten de la fiesta —se fue.
—¿Qué te dijo?
—Que a tu papá y al de Maxi no le gusta que este acá —me contó y se encogió de hombros— Pero se van a tener que fastidiar. No pienso irme —sonrió.
—Me parece perfecto —miré hacia donde estaba Maxi y me hizo una seña para que fuera a cantar.
—Espero que te guste esta canción —le dije a Peter y roce su mano.

Me subí al escenario y todos aplaudieron.

—Esta canción, es de mi segundo disco. Habla de un amor que fue pero se acabó y aún así, aunque haya durado un suspiro, tiene que saber que fue especial y siempre lo será. Único es para todos aquellos que aman más allá de la despedida.

El presente y nada más ||Laliter||Où les histoires vivent. Découvrez maintenant