C25

876 73 3
                                    

Cuando me despierto no sé dónde estoy y me asusto porque la noche anterior estábamos en un campo abierto bajo la luz de la luna y ahora me encuentro bajo unas agradables sábanas blancas, salgo de la cama y camino hasta donde supongo está el baño, aunque al final entre a un amplio closet.

Me sorprendo al ver un cuerpo joven y dotado de belleza en el espejo, algo que ya no poseo, me veo a mi misma joven y hermosa no solo un espejismo que creo para que no vean en lo que me volví.

Me giro y observo mis perfectos senos y cuerpo medido de la forma perfecta sin muchas curvas y no tan exagerada como las féminas de ahora, recuperé mi cuerpo de diosa ya que ahora volví a ser perfecta algo que no sé porque sucedió, si estoy maldita.

Caigo en cuenta al rato al ver unas pequeñas marcas rojas en mis senos que me acosté con Abimael y no con mi amado esposo el dios Amun-Ra, o por Ra que hice. Ahora si no podre regresar.

Me derrumbo a llorar porqué sé que nunca volveré y poco a poco me iré volviendo un simple mortal, mierda solo por caer en la vil tentación, aunque recupere mi verdadera forma algo raro porque nadie se salva de una maldición puesta por un dios, camino buscándolo y lo encuentro en lo que es el baño vomitando algo negro. Corro a ayudarle y preguntar qué sucede, pero este niega queriendo que salga.

- Dímelo, ¿qué te sucede? -pregunto preocupada pero niega, sigo insistiendo hasta que me grita a la cara.

- ¡Me deseas ver! Pues mira, para ti siempre seré el mismo monstruo- me grita dolido.

Sin pensarlo le agarro el rostro y al ver este di un paso para atrás, la mitad de su cara está descompuesta y podrida como lo recordé antes, algo que solo de volver a presencial me dan ganas de vomitar.

- Lárgate –me vuelve a gritar y esta vez me asusto, pero no retrocedo –siempre fue lo mismo contigo, nunca pensaste en mis sentimientos, solo te importo mi físico –murmura para sí y eso me destruye.

Siento como algo en mi corazón se va quebrando y sin pensarlo le giro el rostro para darle una sonora bofetada y de pronto me arrepiento cuando veo como él se acaricia el área afectada. Esta vez se gira para salir de la estancia y yo lo giro para besar sus labios.

- Te amo Amun-Ra –le susurro una vez nos separamos. Observo su rostro perfecto y sin ninguna imperfección de regreso.

- ¿Estas dispuesta a verme envejecer? –me pregunta algo obvio que responderé.

- Y reencarnar en cada una de tus futuras vidas, siempre estaré aquí para ti- miento porque desde este momento moriré con él.

- Te amo Bastet- susurra antes de reclamar mis labios.

Cuando nos separamos, voy hasta el almario para tratar de buscar un poco de ropa y me sorprendo al ver ropa de mujer perfectamente doblada en su respectivo lugar, la agarro entre mis manos y al ver su fragancia me repugna a tal grado de desaparecer de ese lugar y aparecer en mi casa en Inglaterra.

Aprovecho y me doy una ducha rápida mientras pienso en ese lugar donde me llevo debe ser donde convive con su esposa lo cual hace que muera de celo, me dan ganas de pisarla hasta que muera, pero si recuperara mi estatura estos malditos mortales me usarían como ratón de laboratorio.

Corro, destruyo toda mi simple habitación y en más de una ocasión tuve que trasportarme a Alaska para derrumbar unas de esas grandes capas de hielo. Cuando por fin estoy recuperada de mi enojo, decido regresar y me sorprendo al ver que nadie reconoce a la doctora Phoenix y por ello trato de cambiar de forma, pero no lo consigo y abandono todo para volver a mi inútil cueva en Inglaterra.

Veo correr a los niños y alguno que otro mortal observarme con ojos de depredador, sé que mi belleza no se compara con la de ningún otro humano, pero casi comenzare a envejecer como todos aquí.

Regreso a mi casa y ya ni me sorprende ver a mis hijos esperarme como siempre para tratar de ayudarme, les niego hablar y voy a encerrarme en mi habitación. Como a la semana cuando me entra una fuerte toz decidí abrir esa puerta y salir a tomar algo de medicina.

Abimael

Cuando siento que Bastet no se encuentra trato de seguirla, pero esta bloqueo mi oportunidad de ir detrás de ella, me molesto y cuando iba a arrojar la primera cosa que vi. Veo como Lizzy entra con una gran sonrisa la cual cambia mi estado de ánimo.

- Amor- grita mientras me regala un sonoro beso –no acaba de suceder lo mejor de nuestras vidas- agrega una vez me deja respirar.

- Dime encontraste el mejor pastel de chocolate o unos arreglos de flores perfectos, para nuestra boda – murmuro algo incómodo por la situación, acabo de tener sexo con Bastet y esta escapa en una de las mejores noches que pase en mi vida. Podía dejarlo todo si me lo pide.

- ¡No! Algo mil veces mejor, abre esta cajita- susurra entregándome algo pequeño con un moño verde.

- No me está gustando esto- digo, pero como quiera lo hago y lo que vi me dejo atónito –es mentira o por Ra- susurro mientras afirma con su cabeza.

- Felicidades serás padre – afirma y rompo a llorar de la felicidad.

- ¿Cuánto tiempo tenemos? –pregunte mientras me acercaba y acariciaba su vientre un poco abultado.

- Cerca de tres meses, pero sabes que soy muy flaca y casi no se nota- dice una vez me tiene frente a frente.

La tomo en volada y hago que enrede sus piernas en mi cintura mientras la beso y voy bajando mi mano hasta apretar su trasero, una vez totalmente desnudos imagine que era Bastet y me dio tanta repulsión que tuve que correr para no vomitar encima de ella, una vez termino de expulsar la maldición que contenía Bastet me levanto para cepillar mis dientes y hay la veo, observando mi simple reacción.

- Lo siento, ayer comí algo que no me ha dejado ser en toda la mañana- le susurro y esta niega con su cabeza.

- Está bien, ¿te consigo medicina para el estómago? – pregunta, pero niego, una vez termino ella me recibe en sus agradables brazos.

- Piensas que lo haga bien, como padre digo- murmuro por lo cual recibo un beso en mi frente como premio.

- No le pude elegir mejor padre a mi hijo, que tu –me susurra y me guía hasta la cama –ahora a dormir, yo me encargo de informar en tu trabajo – agrega antes de colocarse una bata de seda negra.

Ahora solo me queda añorar su perfume, porque un hijo cambia todo en esa relación, lo lamento por Bastet pero como ella pudo sacarme el corazón sin dudar, así yo también prefiero la vida de mi hijo o hija antes que a ella.

A petición de una chica, se me olvido colocar su nombre pero ella sabra que es ella.

Besos.

Dioses De Egipto (saga Faraón) IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora