Capitulo 2 // Callejón Diagon

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La vida en la Madriguera eran realmente divertida, en la mansión siempre todo era limpio, ordenado inclusive monótono; pero la casa de los Weasley estaba llena de sorpresas y cosas asombrosas.

Por ejemplo tenían un espíritu en el ático que aullaba y golpeaba las tuberías cada vez que le parecía que reinaba demasiada tranquilidad en la casa. Las explosiones en el cuarto de Fred y George se consideraban completamente normales.

La señora Weasley era realmente atenta, con Abril y Harry, los trataban como si fueran sus propios hijos, el señor Weasley también era atento con ellos aun que siempre sometía a Harry a interrogatorios sobre la vida con los muggles, y le preguntaba cómo funcionaban cosas tales como los enchufes o el servicio de correos.

—¡Fascinante! —decía, cuando Harry le explicaba cómo se usaba el teléfono —. Son ingeniosas de verdad, las cosas que inventan los muggles para apañárselas sin magia.

Una mañana soleada, cuando Abril llevaba más o menos una semana en La Madriguera, ella y Ginny bajaron a desayunar antes que los chicos y la señora Weasley les sirvió un poco de avena.

Después de un rato, la señora y señor Weasley se pusieron a hablar de Hogwarts pero Abril estába tan concentrada en su tazón de avena que no escuchó lo que decían.

Cuando finalmente Ron y Harry bajaron a desayunar, Ginny dio sin querer un golpe a su tazón de avena y éste se cayó al suelo con gran estrépito. Ginny solía tirar las cosas cada vez que Harry entraba en la habitación donde ella estaba.

Se metió debajo de la mesa para recoger el cuenco y se levantó con la cara tan colorada y brillante como un tomate. Haciendo como que no lo había visto, Harry se sentó y cogió la tostada que le pasaba Abril.

—Han llegado cartas del colegio —dijo el señor Weasley entregando sobres de pergamino amarillento, con la dirección escrita en tinta verde —. Dumbledore ya sabe que ambos están aquí; a ése no se le escapa una. También han llegado cartas para vosotros dos —añadió, al ver entrar tranquilamente a Fred y George, todavía en pijama.

Todos abrieron sus cartas, hubo unos minutos de silencio mientras leían las cartas que indicaban que cogieran el tren a Hogwarts el 1 de septiembre, como de costumbre, en la estación de Kings Cross. Se adjuntaba una lista de los libros de texto que necesitaría para el curso siguiente:

Los estudiantes de segundo curso necesitarán:

—El libro reglamentario de hechizos (clase 2), Miranda Goshawk.

Recreo con la «banshee», Gilderoy Lockhart.

Una vuelta con los espíritus malignos, Gilderoy Lockhart.

Vacaciones con las brujas, Gilderoy Lockhart.

Recorridos con los trols, Gilderoy Lockhart.

Viajes con los vampiros, Gilderoy Lockhart.

Paseos con los hombres lobo, Gilderoy Lockhart.

Un año con el Yeti, Gilderoy Lockhart.

Después de leer su lista, George echó un vistazo a la de Abril.

—¡También a te han mandado todos los libros de Lockhart! —exclamó—. El nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras debe de ser un fan suyo; apuesto a que es una bruja.

En ese instante, George vio que su madre lo miraba severamente, y trató de disimular untando mermelada en su pan.

—Todos estos libros no resultarán baratos —observó, mirando de reojo a sus padres —. De hecho, los libros de Lockhart son muy caros...

Abril en Hogwarts: La Camara SecretaWhere stories live. Discover now