Capítulo 29

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Entramos como un par de balas en el centro comercial, provocando que de nuevo todas las miradas se fijaran en las dos subnormales que reían y gritaban como focas retrasadas. Nosotras.

- ¡No saludes idiota! - Grité a Diana que movía la mano cordialmente..

- Oh, ¡son mi público!

- No tienes tú fe. - Dije chasqueando la lengua y arrastrándo a mi amiga literalmente por el suelo. - ¿Dónde secías que estaba la tienda nueva? - Le pregunté una vez se puso de pie.

- Por allí. - Señaló unas esaleras mecánicas que llevaban al segundo piso del centro comercial.

· Christopher

Me puse unos pantalones de chándal azules, una camiseta amarilla de los Lakers y me tomé un croisant en el sofá viendo el televisor. Literalmente viéndolo, ya que el volumen seguía sin funcionar. Alcancé con el brazo mi móvil y busqué en contactos el número Ryan.

Bip, bip, bip...

- Ryan al aparato. - Reí.

- ¿Pero qué dices? - Pregunté alzando una ceja.

- Siempre quise decirlo. - Apostaría a que se encogió de hombros. - ¿Tienes la razón?

Fuck.

- ¿La razón?... - Dije dándome tiempo para pensar una. - Diversión. - Puse una mueca.

- No me hagas reír, Chris. Sabes tan bien como yo que no encontrarás ninguna, y tendrás que reconocerlo, bebé. - Puso voz de niño chico.

- Ry, no te pongas en plan gay. ¿Vienes a correr?

Resopló.

- Ooookaaaay. - Contestó sin ganas. - Me cambio y voy a tu casa. - Colgó.

(...)

- Mira esa. - Dije señalando con la mirada a una rubia. - Tiene buen culo. - Sonreí.

- ¡Y NOVIO, GILIPOLLAS! - Gritó la chica corriendo aún más, alejándose de nosotros.

- Anda que tienes buen ojo. - Dijo Ry con sarcasmo.

- Ya verás como encuentro a otra. - Dije acelerando la marcha.

- ¡Eh, espera! - Gritó haciendo lo mismo que yo. - ¿Con quién piensas ir a esa cena? - Me preguntó.

- Valerie. - Respondí jadeando sin parar de correr.

- ¿Con esa?

Asentí.

- Es pura silicona, tío.

- ¿Y? Está buen... - No terminé la frase cuando vi a alguien muy conocido y me paré frente a él, bajo la atenta mirada de mi amigo. - ¿Miras algo? - Pregunté al chico de ojos azules que me observaba con una sonrisa sarcástica.

- No te acerques a ella. - Dijo manteniendo la expresión en su rostro.

- Vivimos juntos. - Sonreí. - No te atrevas a decirme lo que debo hacer o lo que no. ¿Está claro? - Me acerqué a él y apreté los puños, dejando blancos mis nudillos.

¿Con derecho a NO enamorarse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora