¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Yildiz POV
—Ay Greg, Greg... ¿Cómo me llamaste? — pregunté curiosa, colocando mis codos sobre los fríos apoya brazos de la gran silla de madera dónde me encontraba sentada.
El anciano parado frente a mí, no encontraba palabras ante su espantoso acto de haberme llamado "Yazmin" en vez de Yildiz. Nervioso, con sus manos debajo de su saco de vestir — contenidas en su cintura — trató de mantener la calma contemplando que en ambos costados tenía hombres apuntándolo a la cabeza.
—Yo... ¡Ah! Es que no puedo hablar tranquilo con estos tipos apuntándome — negó, bajando la mirada con una actitud casi suplicante en sus ojos.
Bajé los pies del amplio escritorio que separaba la distancia de nuestros cuerpos. Mi boca que masticaba una goma de mascar sabor fresa, se volvió un globo entre mis labios que explote para renovar su textura gomosa en mi paladar. Levanté mi anatomía del cómodo asiento dónde me apoyaba y coloqué mi mano izquierda sobre la madera perfectamente lustrada mientras que con la otra hacia una seña para qué bajen las armas.
—Repítelo, y hazlo bien si no quieres dos balas desviándote la cabeza.
Mis dos manos ahora se encontraban sobre el escritorio, el mayor agradeció con un leve suspiro y me miró a los ojos.
—Yildiz... — asentí con un leve aplauso y desborde de mi labio inferior ante la sorpresa, dejándolo continuar — sé que hoy debían estar las cosas divididas para ustedes, pero, ugh... — su incapacidad de poder ser franco lo hizo bajar la mirada y fruncir sus labios — pero las cosechas no dieron buenos frutos.
—¿Qué acordamos si eso no sucedía? — me cruzo de brazos, caminando a pasos lentos hacía él para quitar la cuchilla de la funda que contenía el cinto de mi pantalón.
Gregory tuvo una intención de dar pasos hacia atrás ante mi amenazante forma de mirarlo y de cómo la filosa arma blanca se acercaba sin problemas debajo de su mentón para atacarlo, pero para su mala suerte se chocó contra uno de los hombres que anteriormente lo apuntaba. Viendo como tragó con nerviosismo, quedando con sus ojos celestes llenos de terror sobre mis verdes.
—Debíamos buscar la manera de conseguir para darles lo que piden... — susurró.
—¡EXACTO! — exclamé con emoción y una enorme sonrisa, clavándole la punta del cuchillo con un poco más de presión — ¿Ya tienes algo en mente?
—Emm... pueden extraer cosas de las casillas rodantes de la gente que vive en la comunidad, ¿Qué te parece?
Su tono dichoso conjugado con algo de desasosiego ante la presión, hizo que mi cuerpo se impulse hacia atrás, ladeando levemente mi cabeza y largando una risa algo irónica. Este tipo era un imbécil incompetente, por eso así de fácil fue poder tenerlo comiendo de nuestra mano y peor aún, que la gente de este lugar lo apoyara y lo creyera un buen líder, cuando en realidad sólo buscaba su propio beneficio siendo capaz de entregar a todos por su vida.
