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Yildiz POV
Las bacterias humanas de la comunidad basural más asqueroso de todo el estado, nos abrían sus puertas de conteiner tras la advertencia encantadoramente exterminadora de Simon a través de un megáfono.
Los rostros sucios de los habitantes no nos entregaban más que desconfianza y poco gusto cuando los vehículos llegaban rodeando la zona y bajábamos más de 10 personas en señal de que lo que vendría no era bueno. De mi parte, me tocaba supervisar que el imbécil cumpliera con la palabra que le prometió a mi padre, pero ciertos gestos agrandados hasta miradas desde que iniciamos el viaje, me estaban dando enormes escalofríos que hace mucho tiempo no se me facilitaban debido al mal augurio que manifestaban.
Luego de la charla breve con el tuerto, donde muy estrictamente me pedía que me mantuviera alerta y con mucha precaución, cada respiro de ese ser inmundo me generaba una suspicacia difícil de explicar. Observaba cada tanto a Shane, que comprendía perfectamente lo que me sucedía ante lo muy poco detallado que le pude brindar en nuestro breve tiempo a solas; era mi única persona a confiar, ya que la compañía de salvadores que nos rodeaba tampoco era de fiar lo suficiente.
Deseaba creer que sí, su único propósito era mantenerme segura de cualquier mierda podrida que se atravesara en el camino. No obstante, nada era seguro, y el único poder de refuerzos era la radio que Walsh mantenía portada en su cinturón para declarar alerta roja en cualquier caso de emergencia.
Al adentrarnos Jadis nos recibió sentada como loca de psiquiátrico, completamente desnuda y cubriéndose con un delantal mientras con sus manos realizaba figuras de cerámica. Mientras que su repugnante bola de basura compañera nos rodeaba sin siquiera hacer un maldita reverencia aunque fueran traidores que se vendían por lo más mierda que pudieran conseguir, incluyendo que en su rebeldía, utilizaban armas predispuestas a disparar en sus manos, generando un clima tenso donde nosotros tampoco dudaríamos en levantar las nuestras.
— ¡Wow, wow!, tranquilos no pasa nada —manifestó con una sonrisa y elevando sus manos el segundo de mi padre— tranquilos. Después de todo, ¡somos amigos!
Su expresión corporal cambio cuando las anteriores extremidades elevadas cayeron a sus caderas y sus ojos luego de generar una visión amplificada del ambiente se posaron en la mujer protagonista del espacio.
— ¿Cierto? —le consultó.
La líder del basural se levantó dispuesta a posicionarse delante de nosotros, Simon llevaba la delantera, pero mi presencia tampoco era pequeña a su lado y supo dar un mísero paso al costado cuando me adelante en ser su compañía suprema.
Porque si no era poco, debía recordar que habían jerarquías para nuestra comunidad.
— En resumen de toda esta mierda teatral, Jadis —proseguí a expresar, dándome paso lento a caminar a su alrededor, observándola fijamente aunque notaba que estaba neutra a mi intimidación—. Necesitamos una disculpa, y de las verdaderas donde llores y supliques como una maldita bebé.
