Capítulo 4

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La ansiedad por tener a su bebé en brazos la estaba consumiendo. A sus 38 semanas de embarazo se encontraba impaciente. Ya estaba en los nueve meses, el bebé podría nacer en cualquier momento y el médico le había recomendado largas caminatas, así ayudar a su hijo a acomodarse mejor para nacer.

Howard la acompañaba a cada caminata por el vecindario, no se iban tan lejos, solo andaban por los alrededores y cuando no, salían por el amplio jardín de la mansión. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una contracción que la atacó. En esos días había sentido varias, así que no le tomó importancia.

— Estás bien? — Preguntó su amigo al verla hacer una mueca.

— Si, sólo fue una contracción, ya sabes, después se me pasan — Lo tranquilizó

— Segura? Puedo llamar al médico — Insistió su amigo

— Estoy bien, te preocupas demasiado Howard — Sonrió

— Por supuesto. Mi ahijado y tú dependen de mi — Sonrió orgulloso guiñandole un ojo

—  A veces eres insoportable — Bromeó

— Y así me adoras lindas — Rieron ante el último comentario.

Caminaron hasta la casa, ella del brazo de Howard como de costumbre, su amigo no la dejaba andar sola, manifestando que una caída sería peligroso y ella para que no siguiera fastidiando aceptaba caminar de su brazo a todas partes.

Cenaron en familia, aún sintiendo las ligeras contracciones de vez en cuando. Ya entrada la noche se disponía a dormir, pero las contradicciones se intensificaron durante la madrugada, eso no le conciliar el sueño.

— Howard? Puedes venir? — Preguntó por el radio

Su amigo llegó corriendo en segundos. Desde que cumplió 36 semanas hacía lo mismo, llegaba corriendo cada vez que lo llamaba pensando que podría entrar en labor de parto.

— Ya estoy aquí. Quieres que llame al médico? — Preguntó mientras abrochaba su bata

Se había acostumbrado a verlo así. Todo despeinado, en ropa interior y sólo una bata encima.

— Siento contracciones más fuertes ahora. Creés que deberíamos avisar al médico? Igual es tarde y si es una falsa alarma no me gustaría molestarlo por nada — Dijo insegura

— Peggy, no debes preocuparte por eso. Lo más importante aquí eres tú y el bebé. No importa la hora que sea, él te atenderá — Le dijo con una sonrisa

— Está bien, ouch... Llámalo... — Dijo entrecortado.

Howard llamó al médico y la ayudaba a caminar hasta la enfermería cuando rompió fuente, la dejó en la cama mientras llamaba a los demás.

— Ana pone a hervir agua y luego acompaña a Peggy en la enfermería — Ordenó Howard — Jarvis, busca las toallas limpias y sal a recibir al médico — Fue lo último que dijo antes de salir corriendo de vuelta a la enfermería.

Ana puso a hervir el agua y llevó un poco a la habitación, dejando en la cocina una olla grande con el fuego al mínimo calentando más agua.

Jarvis dejó las toallas limpias en la enfermería y se dirigió a la entrada a esperar al médico que llegó media hora después.

Las contradicciones de Peggy se habían intensificado, Howard tomaba su mano y trataba de calmarla. Mientras Ana tomaba el tiempo de las contradicciones.

Al llegar el médico, este se dispuso a revisar a Peggy y examinar la situación. Estaba en las 38 semanas por lo que romper las membranas del líquido amniótico era completamente normal, las contracciones venían cada 1 minutos aproximadamente, estaba vestida sólo con un camisón abotonado pero le faltaba dilatar más para comenzar el trabajo de parto.

Familia Rogers CarterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora