Las fauces del lobo

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Ray x Anna (Época victoriana AU)


14 de Febrero de 1864, Whitechapel, Reino Unido.


Las puertas de la pequeña tienda se abrieron, provocando el tintineo de unas campanas. La joven alzó la vista, encontrándose con aquel joven. El dueño de su corazón.


-Buenos días, querida Anna- El pelinegro estaba por plantar un beso en los labios de la joven, cuando se detuvo ante la examinadora mirada de su suegro. Pensó en lo incorrecto que se vería.


La cara del viejo hombre resultaba una amenaza ante la pareja, pues esta decía "No deben pecar ante los ojos de Dios".

Ante la batalla mental, el más joven se echó para atrás y solo le sonrió a su amada.


Anna y él se conocieron desde pequeños, ya que vivían en el mismo distrito. Ray era hijo de unos pobres obreros, por lo que su vida se basaba en la repartición del periódico y cartas. Por otro lado, Anna pertenecía a una familia cuyo negocio se centraba en la sastrería. Hoy en día, podríamos decir que era un trabajo sin futuro, y la idea de ver a Anna caminando sola por las oscuras calles, era la peor pesadilla de Ray.

Tímidos, entrelazaron sus dedos mientras se permitían un descanso de sus trabajos. Ambos salieron hacia la calle inundada de personas, caminando sin cesar, cada una en su mundo. Como si fuera un laberinto humano en constante movimiento.

Una carreta los llevó al campo de flores más cercano, y se sentaron sobre una roca que salía de la tierra como si se tratara de una flor.

Eso les gustaba a ellos, estar tranquilos. A veces él leía un libro que probablemente robó de algún burgués, mientras que ella jugueteaba con su pelo o soñaba despierta, sobre las cosas que siempre quiso hacer.


-Me hubiera gustado ser bailarina de ballet- Sonrió mientras miraba al cielo.


"Lo dice de una forma triste, sin embargo, muestra una gran sonrisa" Pensó Ray.


-Aún puedes aprender a bailar ballet, cielo- Susurró el joven mientras pasaba sus dedos por la trenzas rubias, desarmándolas con delicadeza y logrando que su largo y lacio cabello se muestre.

-No, ya estoy cerca de mis veinte años, ya no es edad- Suspiró.

-¿Y para qué es edad, entonces?

-Mis caderas están fértiles, podría ser madre. Padre me ha dicho que debo ser una madre responsable, con tal de que mis niños sigan adelante con el negocio.

-¿... Ser madre?- El Ray bajó su libro, hasta encontrarse con la sonrisa de Anna- Tú no estás lista para eso.

-Lo sé.


Sí, era algo obvio. Anna era la mujer más casta que él había conocido, y eso que él había conocido muchas mujeres. Varias, demasiadas, multitudes de mujeres.

No pudo evitar sentir un clavo clavarse en su corazón, uno entre los que ya tenía.

Ese era su gran y sucio secreto. Anna era un ángel, una castidad, una virginidad. Y Ray, el solo era una suciedad, un pecador, uno destinado a ser enviado a las puertas del averno.

Otro libro lleno de One-Shots ||The Promised Neverland/ Yakusoku No Neverland||Where stories live. Discover now