El último baile

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Yuugo x Isabella (Año 1700 AU)


Movió temblorosamente el filo de la cuchilla escondida en su manga. Era muy importante que esta no se caiga. Aún no sabía por qué no debían descubrirlo, todo el mundo había pensado que él ya había perdido su cordura hace ya tiempo.

Observó cómo el ridículo rey bailaba al compás de los violines junto con su brillante amada, cual vestido rojo como el vino, contiene cientos de brocados que tocaban su cintura hasta acabar en el suelo. La sonrisa ladina de la pelinegra se hacía notar detrás de aquella máscara que amenazaba con ocultar su belleza.

Balanceaba su cabeza juguetonamente mientras caminaba de forma exagerada entre los invitados y cortesanos. Cada uno riéndose de él mientras pasaba. Él solo se acercaba peligrosamente a la pareja real.


-Un, dos, tres- Dijo repetitivamente mientras giraba, tomando de la mano y cintura a una acompañante invisible- Alteza, su mascarada es increíble... Creo que ya me conseguí una esposa.


El pelinegro le guiño el ojo a la bailarina invisible la cual sostenía y el rey no pudo evitar reír ante tal humillación.


-Eres más torpe que un asno, Yuugo- Carcajeo el de corona dorada. El pelinegro volvió a asentir efusivamente con una sonrisa.

-Señor, disculpe mi intromisión, pero es que la poco eficiente Dama de Compañía de la Reina Isabella necesita preguntarle algo de suma importancia- Dijo con seriedad el bufón.


Ente esto, el rey lo observo detenidamente para finalmente aceptar e irse a bailar con otras damas nobles que se encontraban de visita en el gran palacio.

Al salir hacia el jardín exterior del lugar, tanto el bufón como la reina suspiraron del cansancio.


-No puedo creer que le hayas dado un excusa tan torpe- Comentó la pelinegra, retirando su blanca máscara del rostro y dejando a la vista dos maravillosas amatistas que decoraban sus brillantes ojos.


Ambos se sonrieron audazmente y se acercaron con peligro hacia el cuerpo del otro, entrelazándose en un pasional beso prohibido.

Sin embargo, ninguno de los dos olvidaba que se encontraban en un increíble peligro si alguien llegara a descubrir que la reina Isabella mantiene un increíble amorío con el bufón Yuugo. Rodarán cabezas.


Por ello mismo, ninguno podía permitirse esto. Ya habían llegado muy lejos.


En el vientre de la joven se encontraba un niño creciendo apresuradamente. Y el rey la asesinaría si tan solo supiera que el niño no es de él, sino de quien se encarga de hacerlo reír con burlas, acrobacias y pantomimas exageradas.

Sus corazones no tardaron en detenerse el mismo día de la noticia, al caer en cuenta de que el preciado cabeza del palacio era completamente infértil. Asegurando un futuro terrible para ambos amantes.

Ante la noticia, Yuugo no tardó en realizar apresuradamente millones de cálculos para salir vivo de esto. Y su más segura opción era asesinar a Isabella. Sin tener en cuenta de que ambos se atraían, justamente, por pensar del mismo modo.


Gracias a esto, mientras ambos bailaban en silencio, el hombre no tardó en desenvainar la cuchilla que yacía dormida en la manga de su saco. Colocó el filo sobre la espalda de la muchacha, justo en donde debería encontrarse su frío corazón.


Enmudeció al sentir una punzada en su cuello.


Ambos se separaron. Yuugo sintiendo como un líquido rojo brotaba de su yugular, e Isabella sonriendo, con una daga ensangrentada entre sus manos.


-Lo siento amor mío, prefiero que mueras en mis manos antes que seas degollado bajo las pezuñas de ese cerdo que se hace llamar mi esposo.


Entre intentos por seguir hablando, Yuugo notó como sus cuerdas vocales habían sido arrebatadas de la forma más cruel. Sin embargo, un frenesí de adrenalina lo atacó hasta hacerlo actuar.

Su cuerpo se movió apresuradamente sobre la mujer, haciendo que ésta caiga al suelo. Se colocó sobre ella, y con una actitud iracunda ante la desesperación de morir, acuchillaba una y otra vez el estómago y el bebé bastardo que alguna vez podría tener.


La corte real no tardó en ver la espantosa escena del bufón sobre la reina. Ambos pálidos como la nieve y sin vida. Nadie dudó respecto a su extraño amorío, ni tampoco sobre el pequeño humano que yacía sobre el vientre de Isabella.


Aun así, el sangriento panorama enfrascaba un ambiguo significado que rozaba tanto el amor y la pasión, como el odio y recelo.



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Hello, ¿Todo bien? Necesitaba escribir algo dramático, sorry.

Que no se note que adoro escribir sobre épocas antiguas. En este caso, por si no quedo claro, se trata de que Yuugo es bufón del rey e Isabella la reina.

Por aquel momento, entre el siglo XVI y XVIII, eran muy famosas las "Mascaradas", es decir, las fiestas entre gente noble. De aquí sale la idea de los bailes con vestidos pomposos, música clásica y las elegantes mascaras. Ah, adoro esta temática.

Eeeen fin, espero que les haya gustado tanto como a mi.

Sin más que decir, espero que hubieran disfrutado la lectura.

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