Misunderstanding

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Nat x Anna (AU de los '90)


Anna vio como una caja rosada decorada con un ramo de flores se encontraba al pie de su entrada. Suspiró con cansancio mientras giraba su vista hacia la casa de al lado, donde se encontraba un pelirrojo sonriente.

"Que sonrisa tan extraña" Pensó ella, para entrar a su casa sin haber tocado la caja de bombones ni las flores.

Sin duda alguna, la rubia estaba completamente harta de esta actitud que su vecino tenía hacia ella. La forma en como su propia familia le explicaba que Nat era un buen partido para ella, debido a su gran poder económico. Incluso pareciera que Nat esté de acuerdo con su familia. Pero Anna era joven, aún quería vivir su propia vida como una mujer independiente, sin pensar en sus bienes económicos, ni en los compromisos, ni en ser una dama y actuar como tal. Sin embargo, sentía que ésta presión que la época ponía en sus hombros era inevitable.


-Alguien dejó un regalo para ti en la puerta, pequeña Anna- Dijo su abuela con una sonrisa picarona. Ante esto, la joven solo sonrió y aseguró el agarre de su bolso.

-Lo sé, puedes quedártelo.

-Pero... Anna, ¡Así no funcionan las cosas!- La voz alterada de su abuela hizo acto de presencia pero ella ya se había ido de su casa.




-Si estuviera en tu lugar, yo ya le hubiera pateado la entrepierna- Comentó un joven pecoso mientras se cruzaba de brazos.

-Pero Lannion, tú eres un hombre. Si fueras una mujer que se ve obligada por su familia conservadora a conseguir partido y ser "Una típica mujer obediente", lo pensarías dos veces.

-No, creo que yo también le patearía la entrepierna, y también me alejaría de mi familia- Agregó una joven de anteojos.

-Deberías controlar tu ira, Gilda- Dijo Thoma a su lado- De todas formas, ¿Qué tal tu nuevo trabajo en la biblioteca?

-Ugh, ni siquiera me hables sobre ello- Dijo la de cabellos cortos con el ceño fruncido.


Mientras su grupo de amigos comenzaba a charlar sobre el nuevo trabajo de Gilda, Anna se tomó su tiempo para observar la plaza repleta de jóvenes adolescentes, niños y adultos. Fijó su vista en un árbol en específico, en sobre como una cabellera rojiza se hacía ver detrás de este.


-Regreso luego- Explicó seriamente y comenzó a caminar hacia la silueta. Al llegar, observó como un joven salía detrás de éste, se lo veía nervioso pero hacía su mayor esfuerzo para actuar de forma natural.

-¡Oh, Anna! ¡Que sorpresa verte aquí! ¿No crees? Jaja, el mundo es diminuto- Dijo rápidamente mientras sostenía su cabeza con la mano, la cual se apoyaba en el tronco.

-Hola Nat... ¿Sabes? No tienes...

-¿Qué te pareció mi regalo?- El chico la interrumpió para luego darse cuenta de su propio error- ¡A-Ah! ¡Lo siento por interrumpir!

-Primero, no tienes por que estar tan nervioso, tranquilízate un poco por favor. Segundo, no es necesario que me regales presentes, Nat. Ya no somos niños.

-Sí, pero... A los diez años no estaba enamorado de ti- Comentó con un rubor que se asimilaba a la tonalidad de sus cabellos.


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