Conociendonos

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Habían pasado casi dos semanas después del encuentro en Acatempan, casi dos semanas en las que Guerrero se mantenía evasivo. Como era de esperarse, él nada más me dirigía la palabra para resolver dudas del campamento. Llegué a pensar que el abrazo fue demasiado, me sentía algo tonto.

No me había tomado esto tan en serio, las batallas y los asuntos políticos me absorbían por completo, pero si ahora iba a convivir más tiempo con Guerrero, había que poner todo en claro. Así que aproveché para pensar que era lo que pasaba conmigo, tanta atracción que sentía al verlo me daba miedo, y después de sus palabras en Acatempan, llegué a una temible conclusión... me estaba enamorando. ¿Cómo era posible que sintiera esto por un hombre?

Siempre que podía lo buscaba con la mirada, dentro del gusto que me provocaba verlo lo hacía para reafirmar mi conclusión, a veces él me atrapaba y debía fingir que está viendo otra cosa, la atracción estaba ahí. Quería estar con él, pero apenas éramos conocidos y ambos teníamos responsabilidades que atender, además , cartas de mi esposa llegaban poniendo más difícil la situación.

Llegué a imaginar, dentro de las más remotas posibilidades, que si Vicente sentía lo mismo por mi, sería imposible mantener algo, los dos siendo hombres, y con puestos tan altos, ambos casados , y quién sabe, él hasta con hijos. Debía concentrarme en liberar a esta nación.

Pasaron unos días y llegamos a Iguala, era momento de dar a conocer mi plan, 23 artículos de cómo sería nuestro país sin España, independiente, unido entre castas, con una monarquía constitucional y sin olvidar la religión católica.

Procedí a redactarlo, Guerrero estaba presente y me miraba con sus ojos severos de siempre, parecía observarme. Me empecé a poner nervioso pero poco a poco me fui olvidando que me veía. Cuando acabé, ambos firmamos. Yo ya era el general de ambos ejércitos y oficialmente ambos ejércitos ya eran uno.

Al terminar estaba feliz, ya había mandado a reproducir mi Plan para que todos en la Nueva España lo conocieran y se nos unieran.

Mientras me sumergía más en mi felicidad, una mano en mi hombro acabó con mi entusiasmo:

- Quiero hablar contigo, te veo en una hora en mi tienda - dijo Guerrero mientras mantenía su mirada en el horizonte, procedió a retirarse sin darme tiempo a responderle.

Pasó la hora, tenía tanta ansiedad que llegué puntual a su tienda, entré y me pidió que me sentara.

-¿De que quería hablarme, Vicente?- Pregunté mientras me acomodaba en mi silla, tratando de tranquilizarme y no sonrojarme pues mi corazón palpitaba a mil por hora.

- Debemos pensar cómo debemos hacerle frente a las tropas realistas que no aceptaron la alianza, General, si queremos llegar a la capital, pensar esto es preciso...-.

No me sorprendieron sus palabras, era muy predecible, de hecho, además que había pensado yo que me iba a decir, ¿Qué le gustaba?. Ilusionarse ya estaba de más.

Le conté mi estrategia con ayuda de un mapa de la región, y debatimos que era lo mejor hasta llegar a un acuerdo.

-Perfecto- dijo Guerrero con una mirada pensativa fija en el mapa y los dedos de su mano derecha en su barbilla.

"Me parece que ya me puedo retirar" pensé, pero antes de dejarme decir una sola palabra, me miró y me habló:

- ¿Le gustaría conocer la región?-

Quedé sorprendido a esa pregunta, no la esperaba.

- Ya está empezando a anochecer...- Contesté.

- Entonces no hay tiempo que perder- Contestó con esa agilidad tan suya.

Me pareció una oportunidad esplendorosa para entablar una amistad con él, supuse que él pensaba lo mismo.

- Entonces vamos - contesté sonriente.

Salimos de la tienda hacia el bosque, caminamos en silencio hasta que decidí hablarle, le pregunté si tenía esposa e hijos, el asintió, una hermosa esposa e hija, aunque no sonaba muy entusiasmado acerca de su esposa. Él regresó la pregunta, le platiqué de mi mujer y de las cartas que me llegaban de ella. Quedamos en un breve silencio.

Después quise saber de él, se sus orígenes y de su vida en la insurgencia. Después de un suspiro añorante empezó a contarme de su vida en el campo y como le gustaba su tierra, combinado anécdotas de lo difícil que era ser de las castas bajas. Después me contó lo duro que fue subir de simple soldado al tan aclamado general, y como Galeana lo enseñó tan bien. Cuando me devolvió la pregunta me sentí apenado, yo nací en una familia acomodada teniendo todo al alcance, todo lo opuesto a él, pero accedí a contarle todo lo que pude, quería que me conociera, le conté como en realidad fueron mis padres los que escogieron a mi esposa, confesé que entre los dos no existía apego alguno y de que no era alguien muy interesante. Me miro con pena.

Después de eso, la plática se volvió más amena, empezamos a bromear y contar anécdotas de nuestras vidas antes de la guerra.

Platicas así se volvieron más frecuentes, a veces yo lo buscaba en pequeños ratos libres que teníamos, sobre todo después de las batallas. Dentro de tanto ajetreo, poco a poco nos volvíamos buenos amigos.

*

Con el tiempo, Iturbide y yo nos estábamos volviendo cercanos, a pesar de que me parecía un sujeto insulso al inicio, he notado que es un gran hombre y no un idiota como pensaba, era inteligente, tenaz, valiente y varias veces le he notado el trato amable que le daba a su viejita acompañante Doña Xochitl, eso me enternecía mucho, jamás pensé poder ver a un gachupín tratar tan cariño con alguien de una casta menor.

En un comienzo me daba muy mala espina mostrarme amable con él, a pesar de que algo en su físico y su forma tímida de actuar conmigo me atraían, no dejaba de pensar que era un criollo, hijo de españoles racistas, los de su clase no son muy de fiar.

Ya había notado como me buscaba con la mirada después del repentino abrazo que me dió... Fue la primera vez que me abrazó... me gustó. Sus brazos eran cálidos y fuertes, después de eso, cada día se me hacía más difícil tratar de ignorarlo.

Lo llamé para aclarar dudas de nuestro tratado, siempre se ve tierno cuando se pone nervioso y muy atractivo cuando toma seriedad, sus ojos se iluminan cuando habla de sus planes.

Después de eso tomamos una caminata juntos, siempre pensé que los gachupines la tenían fácil, pero me di cuenta de que él también lidia con muchos problemas, me habló de su esposa y me puso triste enterarme de que alguien como él tuviera que sufrir casado con alguien tan superficial como ella. Yo también le hablé de mi familia, de mi esposa, a la cual no amo de verdad pero nos respetamos mutuamente, le dije que aún sigo con ella por el amor que le tengo a mi única hija.

Después de esa caminata, nuestras pláticas eran cada vez más recurrentes, a veces en el bosque, a veces en mi tienda o en la suya, nos conocíamos más y más. Aún así, sabía que había miles de cosas que aún no me decía, ni yo a él. Lo único que esperaba era que lo descubrieramos juntos.

Abrazo Entre CaudillosKde žijí příběhy. Začni objevovat