El pensamiento de Guerrero

2K 157 69
                                    

Todavía sentía sus labios sobre los míos, cálidos y carnosos con un dejo de mezcal, nunca antes había recibido un beso así, sólo el que le había dado mi mujer el día de nuestra boda, pero ese no tenía ningún sentimiento, no fue de amor muto ya que sólo fue por compromiso social. Habían pasado dos horas desde que deje la tienda de Agustin, a pesar de que había salido corriendo hacia mi tienda, procure no hacer ningún ruido y verificar que nadie nos hubiera visto, mi corazon sigue al mil por hora.

Me levanté una vez más de mi cama, no podia dormir, el calor era infernal, trataba de olvidar lo que había pasado pero simplemente no podía, cada vez que cerraba los ojos la imagen de Agustin sonrojado por el alcohol sobre su cama volvía a mi cabeza...se veía tan lindo y vulnerable sonrojado. Siempre he sabido desde pequeño que tenía una atracción por los hombres, o por lo menos una más fuerte que hacia las mujeres, puesto que tambien había una que otra en la que me he fijado...es muy confuso, nunca había sentido algo así, esta no era una vulgar atracción física, todo él me encanta...pero cuando me besó él estaba borracho...las personas dejan salir su verdadero yo cuando estan borrachos usualmente...pero tambien hacen locuras que no querian hacer cuando estan borrachos...¿QUÉ ES LO QUE ME SUCEDE?

Desesperado salí de mi tienda y desperté a mi caballo, el pobre animal tenía sueño y yo tambien pero necesitaba desesperadamente tomar un paseo  para poder pensar las cosas. Aún era de madrugada y las luces del alba teñían el cielo de un tenue morado, el caminar de mi caballo era lento y flojo, me sentía mal de montarlo sabiendo que el estaba cansado. Después de cruzar el pequeño bosque de coníferas me di cuenta de que ya estaba amaneciendo y que mi caballo se tambaleaba del sueño, me baje de mi caballo para no cansarlo más y me detuve un momento  para apreciar la hermosa vista que me regalaba el amanecer.

Tomé a mi caballo para dirigirnos de vuelta al campamento, varias personas ya se despertaban, pero en el bosque me cruce con Doña Xochitl, que cargaba leña, a pesar de su edad era una mujer bastante fuerte, decidí ayudarla con la carga para irnos al campamento.

-¿Cómo ha estado General?- saludó ella.

-Muy bien Doña Xochitl, déjeme ayudarla con esa leña, el caballo esta cansado pero sigue fuerte- dije tomando la leña de su huesuda espalda.

-Que caballero, ya casi no quedan hombres como usted, que bien que un hombre tan gentil se haya fijado en mi Agustin- ante esas palabras no pude evitar pararme en seco junto al  caballo. Doña Xochitl volteó -No crea que no me he dado cuenta, General- dijo acercándose hacia mi, sentía como mi cara se sonrojaba poco a poco.

-P...pero ¿Cómo?...- contesté.

-Tengo bastantes años General, las viejas nos damos cuenta de esas cosas-

-No le dirá a nadie ¿verdad?- dije temeroso de su respuesta. Me miró seriamente y después sonrió con ternura como si yo fuera un niño de tres años.

-Claro que no, en otra época tal vez me habría alarmado, pero he descubierto que cuando se trata de amor no hay reglas, yo guardaré tu secreto, confía en mi- dijo con confianza.

-De todos modos, no creo que pase nada entre nosotros, no creo que él se haya dado cuenta de mis sentimientos- suspiré.

-Ni él de los suyos -interrumpió Doña Xochitl- El niño Agustin siempre a sido muy tonto en cuanto se trata de sentimientos, ten cuidado con él- suspiró -Lo que el siente es un profundo amor, pero puede confundirlo con amistad-.

Llegamos al campamento, Doña  Xochitl tomo su leña y se despidió amablemente sacudiendo su mano, suspiré, no sabía que hacer. Tal vez lo mejor sería hablar con él antes de que algo más sucediera dentro de esta cruenta guerra; tomé valor y me metí por la parte trasera de su tienda de acampar...me encontré con un Iturbide dormido y sonrojado, me acerque poco a poco a su rostro, de la nada se volteo dándome la espalda, no quería asustarlo así que retrocedí y me quede ahí congelado. Me quedé un rato observándolo, sentía que podía mirarlo por horas, y al parecer así fue.

Ví que despertaba, me traté de ocultar  en dónde pude, casi me moría del susto, pero afortunadamente, Iturbide,  siendo tan distraído como es de costumbre, no notó mi presencia cuando se levantó  y salió de la tienda. Decidí quedarme a esperar adentro en lo que él regresaba, me recargué en su escritorio mientras pensaba lo que le podía decir e imaginaba diferentes desenlaces, pero escuche que se acercaba, mi corazón se aceleraba más a cada pasos que él daba, había llegado el momento de hablar, pero ¿Qué le diría?... Entró.

-Vi...¡¿Vicente!?- dijo Agustín sorprendido...-Esto va a ser difícil-.

Abrazo Entre CaudillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora