De regreso a la Guerra

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"Pero que si ganamos...nuestra relación nunca será aceptada…"

Esas palabras no paraban de retumbar en la cabeza del ex general realista. El viento pegaba en su rostro conforme el caballo continuaba cabalgando entre los árboles que les llevaba hacia el pueblo donde recolectarían más municiones y dónde su ejército les esperaba.

¿Y si giraba el caballo? Podría hacerlo. Huir. Huir lejos de todo y de todos. Irse, solo él y su amado Guerrero, únicamente ellos, así como aquellas apasionadas horas que pasaron dentro de una mísera tienda de campaña. Era lo único que necesitaba. No quería ni honor ni gloria...solo quería poder estar con la persona que amaba.

¿Sería tan egoísta para hacerlo? ¿Qué pasaría con todos sus soldados, con las personas que se han unido a la causa y con el pueblo por el que luchaba? Después de todo, ellos eran la principal razón por la que está mucho había comenzado, la causa por la que el comandante Guerrero estaba dispuesto a dar la vida...causa que los había hecho encontrarse en primer lugar.

Estaban en los bordes del pueblo aún entre el follaje de frondosos árboles, era ya pasado del mediodía día cuando Iturbide detuvo el caballo.

-Bajaré para qué para que no nos vean, tal y como querías…-

Dicho esto, Iturbide bajo del dócil animal.

-Espera- Dijo Guerrero bajando igualmente del caballo y acercándose a su compañero, lo tomó de la cadera y le hizo voltearse hacia él. - Tal vez sea la última vez que estemos juntos en mucho tiempo.-Cruzó ambos brazos alrededor de su cuello y recargar sus labios sobre los de Iturbide, luego los separo lentamente aún con los ojos cerrados,Iturbide lo tomó de la cintura fuertemente atrayéndolo hacia él,rozaron narices, no era un beso pero el cosquilleo era delicioso, cedió su tentación, si iba a ser su último beso lo daría bien. Terminó por unir sus labios y a tratar de grabarse la forma estos, gruesos y delicados a la vez, cada vez se abrazaba más fuerte Guerrero no pudo evitar abrazarlo más fuerte arrancándole un suspiro. Ante la tentativa de separarse del beso de Iturbide, Guerrero dio un último y delicado mordisco el labio inferior de Iturbide y después de eso un simple y dulce piquito.

-Mejor bajemos los dos- dijo Guerrero -Si ven a cualquiera de los dos arriba o a ambos juntos encima del caballo se daría a malas interpretaciones-.

Iturbide asintió sonriente y tomando las riendas del caballo comenzaron a caminar hacia el punto de encuentro, optando por ir cada uno al lado del animal, quedando separados por el mismo.

Una vez llegaron, un grupo de soldados se acercaron a recibirles y a llevar al caballo de Guerrero por un poco de agua y a guardarle con los demás. 

-Mi general- dijo dirigiéndose a Iturbide - Le han llegado varias cartas, al parecer también tiene una visita, ya tenemos su carpa armada en medio del campamento, deje que me ocupe su caballo-

-¿Y la del general Guerrero?-

-El negro se puede armar su propia carpa-.

Toda la gente alrededor guardó silencio, Iturbide estaba rojo de rabia y Guerrero se encontraba atónito al verlo así, intervino otro soldado pero originario del ejército insurgente.

-¿Cómo se atreve a hablarle así al general? ¿Acaso está olvidando los principios de esta causa y de lo acordado allá en Iguala ? Peleamos por ustedes, por todos nosotros como americanos, aquí nadie es superior a nadie. Más respeto y agradecimiento debería tener-.

-De no ser por nosotros habrían sido derrotados por la corona- respondió el soldado. Las miradas agresivas entre soldados no se hicieron esperar, se veía un pelea venir.

-Caballeros- intervino un voz de mujer - Discutir no nos llevara a ningun lado- los soldados dieron paso a una señora muy elegante y bien vestida- No debemos ofender a nuestros aliados...aunque seamos superiores- Ante ese último comentario varios soldados de origen realista rieron un poco.

-Señorita, por favor retírese, este no es el lugar para alguien como usted- Guerrero intervino tomando un paso enfrente, algo en ella le daba un mal augurio. La mujer siguió avanzando entre los soldados hacia Iturbide.

-Agus- se abrazo de Agustín de la cadera- ¿Vas a dejar que el negro me hable así?-

-Ana Maria...- dijo Iturbide tratando de anteponerse al comentario ofensivo y liberarse del intrusivo abrazo.

-Agustín, ¿Quien es esa mujer?- preguntó Guerrero

-Soy su esposa-.

Abrazo Entre CaudillosWhere stories live. Discover now