CAPÍTULO 5

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- ¿Pero estás segura de eso?

Cómo no iba a estar segura que esa chica que estaba ahí, discutiendo con el mismo tono que se había dirigido a ella días antes, era la misma que en la cafetería. Que en la biblioteca.

Botines, tejanos, camisa de cuadros...

Un momento...

¿Acababa de darle un buen repaso? Quizás, pero solo era para el estudio de campo. Solo para estudiar su estilo. Solamente para eso.

Estaba claro.

Igual de claro que por qué era ella la oveja negra de la familia. No había necesitado ni cinco minutos (entre los del otro día y los de aquella extraña comida, por supuesto) para crear toda una ficha mental sobre la chica.

Era una rebelde más, eso estaba claro. Una sin ley de esas que iban intentando joderlo todo para creerse superior moralmente. Aún así, ella no era como los otros y era evidente. Era convincente y era consciente de ello. Sabía usar sus palabras como armas y eso era muy peligroso. Su confianza era peligrosa.

- ¿No me estás escuchando? ¡Claro que estoy segura!

- Si te soy sincero, no me sorprende... Siempre ha sido una maleducada.

- Bueno... En realidad creo que era la más cívica de sus amigos...

- ¿La estás defendiendo?

- ¿¡Qué!? ¡No! Me amargó el día. Solo estaba dejando claro un hecho.

- Ahora que ya ha llegado todo el mundo, ya nos podemos sentar -anunció María José desde la otra punta del jardín-. Los jóvenes a la punta, que necesitáis relacionaros.

No había terminado de decir aquello que Xavi ya la estaba arrastrando hasta la esquina de la mesa para poder sentarse uno al lado del otro.

- Joder... ¿Pero tú que haces aquí, Macchiato? -se oyó una voz burlona a sus espaldas. No le hizo falta girarse para reconocerla. Además, se dirigía justamente a sentarse delante de ella- ¿Qué coincidencia, no?

- Es Inés, mi novia -contestó el chico secamente.

- ¿Qué pasa? ¿No se sabe presentar sola y tienes que venir a salvarla cual caballero andante de la brillante armadura? Por lo que recuerdo, la chica sabe defenderse muy bien solita.

Nunca aceptaría que aquello la había sonrojado levemente. Jamás lo aceptaría. Sin embargo...

- Me llamo Inés y sé que tú eres Irene -alargó la mano formalmente. A tal distancia no se iba a levantar para darle los dos besos de cortesía.

- Alguien ha hecho los deberes, ¿eh primito? Presentándole la familia a la novia. Pues encantada Inés -tomó la mano de la chica y la estrechó en ese saludo formal. Aparentemente, su sonrisa ladeada iba a estar presente durante un buen rato. No parecía querer abandonar esa expresión burlona con la que se sentía tan cómoda-. Aunque si te soy sincera, prefiero Macchiato.

- No te conviene llamarme así. Me obligarías a llamarte Café con leche y estoy segura que ni tú quieres parecer tan básica.

- ¿Qué hay de malo en el café con leche? -un nuevo intruso se unió a la conversación, sentándose junto a Irene- Dicen que no hay nada mejor que tomarse una taza relajante de café con leche en Plaza Mayor...

- Albert... Eso está en Madrid -replicó Xavi, aburrido de estar al margen de la situación.

- Tío, todos los pueblos y ciudades tienen una plaza mayor, a mí que no me engañen. No puede ser tan diferente.

- Eres un maleducado, Rivera. No te has presentado a la novia de nuestro primito.

- ¿Eh? ¿Es necesario? Vamos juntos en la mayoría de las clases. Estudiamos lo mismo.

- ¿Otra de derechas?

- No -interrumpió Inés-. Otra de derecho. Lo mío son los centros.

- Claro... Todos decís lo mismo.

- Eso no es cierto -hablaba de nuevo Xavi-. Yo estoy orgulloso de defender mi nación desde la derecha. Es lo que nos han enseñado nuestras familias aquí presentes. Deberías estar más agradecida de ello, Irene...

- ¿Agradecida de qué, exactamente? ¿De la represión, del odio, del "vamos a aceptarte tal y como eres excepto si no eres como queremos"? No, gracias.

La conversación se paró de golpe con el sonido de una guitarra lejana, acompañada de un piano. Todos callaron al momento. La música se fue haciendo cada vez más fuerte hasta que Irene reaccionó sacando su teléfono de uno de sus bolsillos y colgando la llamada emergente que se notificaba en su pantalla. Con eso, la música cesó.

- Lo siento mucho, había olvidado que tenía ese tono de llamada. Casi nunca lo tengo con sonido y la puse hace muchísimo.

- ¿Era eso... Road To Happiness? -preguntó curiosa Inés.

- ¿Qué?

- La canción esa. ¿Era Road To Happiness de Cam?

- ¿Conoces la canción? -le devolvió la sonrisa una incrédula Irene. Nadie solía reconocer esa canción.

- ¿Bromeas? Estuve muy viciada hace tiempo. La escuchaba sin parar. Siempre me ha dado esa sensación, no sé, nostálgica cuando la escucho. Como si fuera perfecta para un viaje o algo así.

- ¡Totalmente!

- Si te soy sincera... No te hacía escuchando esta clase de música.

- Qué pasa, ¿como me junto con "los rebeldes" solo puedo escuchar Txarango, La Pegatina, Ska-P y Extremoduro?

- Oye... Para que lo sepas, yo también escucho Extremoduro y me encanta.

- ¿¡Qué!?

-¡Vaya, mira ahora quién es la de los prejuicios!

Los otros dos chicos observaban la situación asombrados. Sobretodo Xavi. No parecía posible que dos chicas como ellas se pudieran llevar bien. Sin embargo, parecía que las pruebas señalaban otros resultados.

Quizás no eran tan distintas la una de la otra.


Quizá podrían incluso llegar a llevarse bien.


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A/N: Muy buenaaas. ¿Cómo estáis? Pues espero que os haya gustado este nuevo capítulo (que es, de momento, el más largo!!!) y comentéis mucho y lo compartáis para que la historia crezca.

Muchísimas gracias a todo el mundo por leer (Creo que voy) Perdiendo Facultades. Os adoro muy y mucho.

Adeu!!! 

(Creo que voy) Perdiendo facultadesWhere stories live. Discover now