CAPÍTULO 11

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No era la primera vez que iba a su casa y, si tenía que ser completamente sincera, esperaba que tampoco fuera la última. Había algo que le parecía extremadamente gracioso entre la combinación estilística que reinaba por todo el lugar comparado con la austera decoración de la habitación de Irene.

No importaba el tiempo que pasaba entre visita y visita, siempre le pillaba por sorpresa. Como si nunca esperara ver a la chica vivir en esa casa. Tenía que recordar constantemente aquel parentesco que la unía a Xavi y a Albert porque no había forma posible de ver a simple vista a Irene como alguien unida a la clase social alta.

Y, aunque pareciera extraño, eso no era especialmente malo.

Llamó a la puerta y, por suerte, no tuvo que esperar demasiado a ser atendida.

- Vaya... Creo que acabas de superar tu récord. Nunca te había visto llegar con tanta prisa.

- No te motives tanto. Me aburría mucho y estaba esperando cualquier excusa para salir de casa.

- Y yo que pensaba que estabas emocionada por verme... Tu sí que sabes cómo romperle el corazón a una señorita.

Inés entró a la casa sin necesidad de una invitación directa. Dicen que las confianzas dan asco, pero había llegado a ese punto donde dudaba que ese fuera el caso.

- ¿Tu? ¿Una señorita? -dijo intentando aguantarse la risa, algo que parecía imposible en aquel momento- Lo dudo. Si ese fuera el caso, tus padres habrían organizado una fiesta.

- Lo que haría esa gente no puede ser considerado "fiesta". En una fiesta te diviertes. Lo mío sería más un... encuentro familiar donde poder presentarme en sociedad. Sí. Algo para demostrar que la joven rebelde ya no es la oveja negra de la familia.

- Por favor, prométeme que si alguna vez se celebra un acontecimiento así, aunque yo no forme parte directa de la familia, voy a estar invitada. No podría perdérmelo por nada en el mundo.

- Bueno, técnicamente si vienes con Xavi sí que formarías parte de la familia -la joven hizo una mueca al decir esas palabras-. Pero no de la familia familia. Eso sería muy raro.

- ¿Y eso por qué? ¿Qué tendría de raro?

- Esto... Pues es bastante evidente... Me estás empezando a caer bien y no podría decir lo mismo si fueras familia directa -le ofreció una sonrisa y, en seguida, empezó a andar hacia la cocina, gesto que siguió muy de cerca la otra chica-. Y si fueras familia familia no te haría los macchiatos tan deliciosos que te preparo. Seguramente echaría unas gotitas de laxante o algo para divertirme.

- Tendré que agradecerle a Xavi el esfuerzo que hace por soportarme y por darme así un pase directo a estos eventos familiares sin tener que temer por mi integridad física.

- Venga va... Ni que soportarte fuera tan difícil.

- ¿Acaba de decir la gran Irene Montero que soportarme a mí, Inés Arrimadas, no es tan difícil? Voy a comprarme un número de la lotería que hoy seguro que me toca.

- Eh, que tampoco he dicho que fuera fácil. Solo digo que ha resultado ser bastante más sencillo de lo que parecía en un principio -mientras hablaban, habían llegado sin darse cuenta a la cocina y ya se estaban acomodando-. Y hablando de principios... -su lenguaje corporal cambió para volverse mucho más serio y servicial- Aquí tiene su Caramel Macchiato con leche de avena y un poco de azúcar. Si quiere algo más, no dude en pedirlo, por favor.

- Creo que de momento todo está bien, gracias -dijo Inés siguiéndole el juego, añadiendo una pequeña carcajada al acabar. Tomó la taza y se llevó un poco de café con cuidado a los labios, consciente de que, seguramente, seguiría muy caliente- Cada día me asombra más lo bien que se te da esto de los cafés.

- Toda mujer debe tener, al menos, un talento oculto y, por casualidades de la vida, el café es uno de los míos.

- ¿Estás afirmando que tienes más de un talento oculto?

- Por supuesto. Si no los tuviera, no sería tan encantadora.

- Te daré un consejo: la próxima vez, pregúntale a los demás si creen que eres encantadora o no porque creo que te llevarás una gran decepción al saber qué opina la gente de ti.

- ¿No crees que sea encantadora?

- Me veo en la obligación de no responder porque mi opinión podría estar altamente influenciada por el sabor de este macchiato y no quisiera crearte falsas ilusiones.

- Di lo que quieras si te ayuda a dormir por las noches. Para mí la respuesta ha quedado muy clara.

Inés odiaba esos momentos.

Los detestaba completamente.

Odiaba la sonrisa de autosuficiente que se le dibujaba a la otra en la cara. Odiaba esa seguridad que siempre mostraba en si misma. Y lo más importante, odiaba no poder odiarla por razones más que evidentes.

Le era completamente imposible.

¿Cuánto tiempo llevaba en la casa de la chica? ¿5 minutos? ¿10? Podrían haber pasado horas que a ella se le habrían pasado con la misma rapidez.

Detestaba saber que su día había sido miserable hasta el momento en que recibió su mensaje. Detestaba sentirse tan a gusto porque eso normalmente significaba que algo malo iba a pasar. Cualquier presagio de algo bueno no era más que el ojo del huracán. Lo había tenido que aprender a la fuerza.

Se quedó mirando fijamente la taza de café, pensando en las vueltas que había dado su vida. Pensando en todas aquellas veces que su vida se había descontrolado y cómo, en cada una de ellas, siempre había podido apañárselas para hacer como si no pasara nada.

Pero había llegado un momento donde no sabía si eso podría seguir siendo así.

Es más, una parte de ella ni siquiera quería que las cosas siguieran siendo así.

Había actuado tanto durante toda su vida que era en momentos como aquel donde se cuestionaba quién era en realidad.

Si un par de meses atrás se le hubiese preguntado sobre ello sin duda habría reído y hubiese pasado de aquella realidad escondida. Ahora mismo, seguir actuando le causaba ansiedad porque por qué debía actuar si cuando realmente se sentía bien era cuando estaba siendo ella misma.

Y ser ella misma no estaba mal. Si estuviera mal, Irene no estaría hablando con ella, no estaría riendo con ella y compartiendo aquel valioso tiempo.

¿Podría estar la otra actuando? Por supuesto. Pero había algo en ella que le decía que no era ninguna situación sacada de la típica historia cliché con apuestas que acaban arruinando amistades (en la mayoría de casos eran más que amistades, pero se sentía más cómoda no pensando en ese pequeño detalle).

Quizás si toda su existencia había sido fingida, empezaba a ser hora para tomar las riendas de lo que realmente quería hacer.

Quizás era hora de...

- Oye... ¿Todo va bien? Llevas mirando la taza un buen rato...

- Sí, sí. Todo bien. Pero... -Inés soltó un largo y sonoro suspiro- Creo que voy a dejar a Xavi.



A/N: chan Chan CHAAAAAN

Espero que os haya gustado este capítulo y que lo disfrutéis muchísimo. Sé que a veces pueden parecer cortos los capítulos pero me siento más cómoda yendo así, poco a poco. Aún así, intentaré ir subiendo el número de palabras por capítulo para así también amenizar esta cuarentena y vuestros ratos libres.

Si os ha gustado, no dudéis en comentar, votar y compartir la historia. También me podéis seguir en Twitter y me podéis ir comentando qué os va pareciendo todo.

Muchas gracias por seguir leyendo esta historia y hasta la próxima!

Apa, adéu!

(Creo que voy) Perdiendo facultadesWhere stories live. Discover now