CAPÍTULO 10

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Por desgracia, los buenos tiempos no pueden ser eternos y la vida va empujándote irremediablemente hacia delante. Lo peor era, sin lugar a dudas, que por mucho que lo intentara, Inés no tenía tiempo.

Se acercaba fin de curso y mientras eso significaba que unas largas y merecidas vacaciones se acercaban, también quería decir que le quedaban largas semanas de estudio intensivo si quería ser sobresaliente en todas sus asignaturas. No podía bajar de la excelencia. Hasta un notable alto significaba que no era lo suficientemente buena.

Cada vez que iniciaba una conversación con Irene, salía de su rutina y, por muy necesarias que le resultaran esas pequeñas escapadas de la realidad, ahora mismo no se lo podía permitir. Llevaban más de un mes conociéndose y había quedado más que demostrado que se entendían.

Se entendían a la perfección.

Quizás demasiado.

Iniciar cualquier conversación entre ellas siempre desembocaba en horas y horas de risas, de pensamientos completamente aleatorios, de tonterías y miedos. Iniciar cualquier conversación significaba que sus días habían cambiado por completo porque sus móviles iban a estar sonando cada dos por tres porque, siendo completamente realistas, y aunque ninguna de ellas lo fuera proclamando por ahí, necesitaban conocerse la una a la otra.

Lo necesitaban.

Y eso las aterraba.

Nadie entendía aquella extraña amistad, y mucho menos ellas, pero a veces no hace falta racionalizar las cosas para disfrutarlas e Inés prefería disfrutar plenamente de esos pequeños momentos antes de pensar y darse cuenta de todo lo malo que le podía traer aquel comportamiento.

Tenía que estudiar, de aquello no había duda, pero no podía concentrarse.

Quizás solo con un mensaje...

No. No podía dejarse llevar.

Intentó volverse a concentrar en los estudios pero sentía que repetía una y otra vez la misma frase y seguía sin entender nada. Bueno, entenderlo lo entendía, pero no retenía nada de lo que ponía en sus apuntes. Entre aquella mezcla de aburrimiento y ansiedad, no sabía si llegaría para el examen de la semana siguiente. Ni al que tenía dos días después de aquel. Ni al siguiente tampoco.

¿Cómo había conseguido concentrarse durante todos aquellos años? Normalmente estudiaba en compañía, eso lo recordaba. Le obligaba a mantener su imagen de estudiante ejemplar impoluta así que estaba obligada a mirarse los apuntes. Pero ya nada tenía sentido.

Su móvil vibró.

Sabía que debía estar atenta a sus apuntes, pero no podía no mirar su teléfono. ¿Y si fuera algo urgente?

Xavi: No te vas a creer lo que me acaba de pasar.

X: ¿Recuerdas el estúpido ese que me quiso suspender por entregarle un trabajo un día más tarde?

X: He hablado con el coordinador y me ha dicho que hablarán seriamente con él.

X: A ver quién se cree que es ese gilipollas...

X: Por cierto... ¿Tú cómo vas? ¿Has estudiado mucho, cariño?

Miró las notificaciones y por un segundo pensó en no contestar. No le apetecía ahora mismo hablar con Xavi. Necesitaba distraerse y hablar con alguien que la hiciera reír un poco, alguien que de verdad quisiera escuchar todas sus quejas sobre cómo debería haber hecho lo que quería y no ir directa a Derecho como sus padres querían. Quería hablar con otra persona pero...

(Creo que voy) Perdiendo facultadesWhere stories live. Discover now