Pelea

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Desperté después de un rato y miré el reloj habían pasado algunas horas desde que me encerré en el cuarto a llorar, Zoé se encontraba dormida a mi lado y agradecía infinitamente tenerla ahí en esos momentos.

Pasé mi mano lentamente por su mejilla y ella abrió los ojos y sonrió.

–Como estas? –Preguntó

–Me duele la cabeza, pero ya se me pasará. –besé sus labios –Dormí mucho tiempo.

–Lo necesitabas, yo hace un rato tendría que haberme ido pero no te quería despertar –sonrió tímidamente.

–Discúlpame –hablé apenada –Si quieres te llevo a casa

–No amor, yo me iré –dijo viéndome con ternura –quédate aquí en la cama, yo me sé el camino.

Besó mis labios, se levantó y tomó sus cosas para después salir de la recámara. Yo me quedé acostada ya que mi cabeza dolía terriblemente y no tenía ganas de absolutamente nada.

Cubrí mi cara con una almohada y traté de ignorar mis pensamientos para no llorar nuevamente pero el esfuerzo fue inútil y las lágrimas salieron sin permiso.

–Perdóname –dijeron a mi lado lo cual me asustó demasiado.

Me quité la almohada de mi cara y miré a Natalia que me miraba con unas cuantas lágrimas.

–Debi escucharte –Dijo tomando mi mano –Se que no serías capaz de dañar a tu madre..

–Pensé que todo iba a estar bien –dije limpiando mis lágrimas –esto es demasiado para mi, no se si quiera seguir con esto..

–Erika.. se que no he sido la mejor amiga y estoy en contra de tu relación con Zoé... –dijo guardando silencio –si claro que estoy en contra de esa relación, pero si es lo que quieres no lo dejes –sonrió –Tu mamá tarde o temprano lo entenderá, esto no es fácil y le llevará tiempo aceptarlo pero no dejes eso que en realidad quieres.

Me quedé callada ya que no sabía que contestar a eso.

–Que haces aquí? –dije cambiando de tema.

–Zoé iba saliendo y yo estaba apunto de tocar y me dejó entrar, le pedí disculpas al final de todo no es una perra como yo pensé –Se rió.

–Es una buena chica –suspiré –espero ser suficiente para ella..

–Lo eres Erika, no lo dudes.

Después de un rato se fue dejándome completamente sumida en mis pensamientos.

Natalia tenía mucha razón, esto era difícil de asimilar pero estaba segura que tarde o temprano lo asimilaría.

Mi mente pensó en muchas cosas y mis ojos lentamente se estaban cerrando por el sueño cuando un pensamiento me invadió y abrí los ojos de golpe.

Tomé el teléfono y estaba a punto de llamar a mi madre cuando una llamada de mi padre interrumpió aquel silencio. Di un pequeño brinco y un miedo se empezó a apoderar de mi, habría sido capaz mamá de contarle a mi padre?

Esa pregunta me daba vueltas en la cabeza no sabía si contestarle o no pero quería saber a lo que me iba a enfrentar.

Llamada:

–Dime papá –contesté el teléfono

–Hija me alegro que me contestes –dijo aliviado –tu madre me llamó preguntando por ti la noté extraña, esta todo bien?

–Si padre, tuvimos una discusión ya sabes –reí tratando de sonar tranquila –nada que no se pueda solucionar.

–Claro, tratándose de esa mujer todos son problemas –dijo suspirando

Inesperadamente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora