➣22|Uɴ ᴘᴀsᴀᴅᴏ sɪɴ sᴜᴘᴇʀᴀʀ|

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Levantó su mirada, haciendo contacto visual con ese par de carmesíes que esperaban ansiosos por su respuesta.
No quería cometer más errores en lo que a su vida amorosa se refería pero ¿Acaso estaría bien una relación a distancia?.

Metió aire a sus pulmones poniéndose sería por unos cortos segundos, con la misma se tiró a sus brazos dejándolo perplejo y sin saber que decir al respecto, ¿Estaba aceptando... O era el inicio de su rechazó?. Se alejó tomando su rostro entre sus manos y plantó un tierno beso en su frente acompañado de lo que para él era una linda sonrisa.

—Dejame advertirte que soy un desastre— lo había decidido.

—¿A qué te refieres?— indagó el aún sin poder creerse lo—. Eso es un...

—¡Obviamente si, anciano!— exclamo ya más segura tirándose sobre él quien gustoso y feliz correspondió sin titubear.

Ambos rieron mirándose entre sí... ¿Y ahora...?.

—¿Y... Qué pasará cuando me vaya?.

—¿Tienes algún problema con la distancia?— ella negó rápidamente—, ahí está tu respuesta. Mis sentimientos por ti serán los mismos aún si no nos vemos, creo que ya te lo había dicho.

—¡Pero...!.

—¿Pero qué...?— arqueo una ceja,— existe el celular, el correo, demasiados medios con los que estar en contacto. _____, no dejaremos de estar en contacto.

Sonaba tan seguro, como si ya lo tuviese todo planeado pero ¿Podría cumplir a su palabra?, solo el tiempo lo diría.
Tomó su mano ayudándola a levantarse y emprendieron camino hacia algún lugar para poder distraerse y disfrutar su primer día de relación. Dos días.... Solo faltaban dos días para despedirse de esas amistades y esas raras pero hermosas experiencias que había descubierto ahí en Japón.

Sus pasos eran calmados, no tenían prisa, aún faltaba mucho para el anochecer. Nunca se imaginó con novio, mucho menos en esa forma; él con su brazo sobre sus hombros, apegando la a su cuerpo sin querer perderla un solo momento.
Se detuvieron en un puesto de helados, donde él invito el par y se retiraron siguiendo su camino por las transitadas calles.

Lo miro de reojo, sus blancos cabellos ondeaban al ritmo del aire y, cualquiera pensaría que eso es algo molesto; se quito la cinta que adornaba su cabellera (C/c) y con cuidado amarro la suya tomándolo por sorpresa.

—¿Que haces?.

—Soy una chica, se lo mucho que fastidia qué el cabello se ponga en toda la cara— respondió terminando de hacer el moño color rojo—, ¡Listo! Aquí tienes mi primer regalo Kurenai, si quieres verme, aquí estará el para sustituirme.

Le resultaba inevitable no amar a esa linda chica arruina momentos, más por esos actos.

¿Qué le daría el ahora?, un foco encendió en su cabeza.

—Acompañame.

Tiró de su mano tomándola por sorpresa. Era ella quien ahora se preguntaba lo qué planeaba. El ruido era menos, las personas empezaban a dispersarse hasta ya no haber más y más casas que edificios era lo que veía a su alrededor. Habían regresado al parque pero qué harían si no hace mucho ya habían estado ahí.
Saco su lanzador al igual que su bey. Ese seria su regalo, enseñarle.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunto hasta mirarlo.

—Creo que te debo una clase de Beyblade más... Decente— explico recordando lo sucedido tiempo atrás.

Un leve rubor color escarlata tiño sus mejillas recordando como aconteció su primer beso.

Asintió—. Y ¿Qué debo hacer maestro?—sonrió imitando un tono burlesco.

Dᴏs ᴘᴏʀ Uɴᴏ •[Shu Kurenai & Red Eye]•Where stories live. Discover now