3. Adrián

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A menudo Aitana sentía celos de su hermano. Pero eran celos sanos. Deseaba que se intercambiasen los cuerpos, para que pudiese ver y sentir el sufrimiento desde sus propias carnes. Pero no lo culpa, nadie elige su destino o forma física.

Adrián es guapo, muy guapo. Su belleza contrasta con el aspecto atlético que posee. Sus ojos, claros como los de Belén. Rubio, pero no un rubio cualquiera, sino un rubio tostado propio de los lugares más recónditos del planeta. Por no hablar de su piel. Suave como la seda, aunque en verano adoptase un bronceado perfecto. Nadie diría que era de España.

Pero Aitana no solo apreciaba el físico de su hermano, sino también la capacidad de hacer que te sientas apoyada. Fue su sostén de batallas cuando los niños de su colegio se metían con ella. Si se veía amenazada, no hacía falta ni que lo llamara: Adrián iba a estar por y para ella.

A pesar de ello, mientras caminaba por el aeropuerto Barajas de Madrid, se sorprendió al verlo con un enorme cartel en el que se distinguía un "Aitana Ocaña, mi hermana favorita". No pudo evitar soltar una carcajada. ¿De verdad era tan tonto?

- Adrián Ocaña Morales, no me digas que te has recorrido medio continente europeo para verme - Su hermano lucía unos jeans blancos acompañados de un polo Ralph Lauren. Sin duda, era su marca de ropa favorita. - Pero ¿tan rápido has adoptado el aspecto londinense? - Estaba demasiado blanco. Tal vez en otra persona ese tono pasaría desapercibido, pero era él.

- No hay otro remedio. ¿De verdad pensabas que te iba a dejar sola en medio de esta inmensa ciudad? Por dios Titi, que sólo conoces Sant Climent. - Era cierto. Apenas había viajado fuera de su pueblo natal. Unas cuantas visitas hacia Jaén, para ver a la familia de su padre, pero nada más.

...

Horas más tarde, el coche que Adrián alquiló para desplazarse por Madrid aparcó en frente de su nuevo edificio. Estuvo unos segundos analizando la construcción. No era muy antiguo, a juzgar por la fachada. La voz de su hermano la sobresaltó.

- ¡Hemos llegado! Te ayudo con las maletas. - Sacaron las maletas del vehículo y se adentraron en su nuevo hogar. Al llegar a su planta, oyeron voces provenientes de su supuesta casa. Aitana tocó dos veces la puerta, alertada por los gritos que oía del interior. De repente, una chica alta, de pelo rubio rizado salió llorando. No entendía nada.

- Perdona, tú debes de ser Aitana ¿me equivoco? - Supuso que sería Paula, su nueva compañera de piso. - Y tú...

- Adrián, mi hermano. - La cortó ella. - No es por entrometerme pero esa chica... ¿qué le pasaba? - Sabía que tal vez no era asunto suyo, pero la curiosidad la estaba matando.

- Ah, es Miriam, mi mejor amiga de la uni. No lo está pasando bien últimamente... - Aitana no quiso preguntar más, tampoco veía la confianza necesaria. - Pasad, está todo un poco desordenado, pero no siempre es así eh - Paula intentaba destensar el ambiente, y eso agradó a los hermanos. Les enseñó toda la casa. Era bastante amplia. Tres habitaciones, contando la de los invitados; una cocina común, dos baños y una sala de estar. Era todo muy acogedor. Por un momento, sintió como si estuviese en Barcelona, con su familia.

Adrián se fue a la hora de comer, argumentando que debería dejarlas solas para que se conozcan más. Tenía razón, pues en una sola tarde cogieron mucha confianza. Hablaron bastante de sus aficciones. Resulta que ambas compartían su gusto por la música, aunque Aitana no se dedicase profesionalmente a ello. Paula cantaba y tocaba la guitarra, mientras que ella tocaba el piano. Le contó que regentaba un club de música, no muy lejos de su piso. La invitó a unirse, y aceptó encantada. "Nada como invertir mi tiempo libre en música", pensó. También le comentó algo acerca de una cena organizada para el día siguiente, en casa de Ana, una alocada canaria que aseguró que le caería muy bien. Aunque le diese apuro en un principio, ya que no conocía a nadie más, se animó. Conocer gente nueva le vendría bien.

De pronto, las inseguridades aparecieron. ¿Y si daba mala impresión? Es pequeña, aunque Paula fuese de su misma edad, era más alta y muy guapa. Además, no tenía ropa elegante que vestir. "Tampoco es que me quedase bien, si soy una tabla" . Intentó olvidar esos pensamientos, no quería empezar con mal pie.

Cenaron juntas, hasta que Aitana decidió irse a dormir. Había sido un día largo, y al día siguiente tocaba desenvolver cajas de la mudanza. Aunque no llevó demasiadas pertenencias. La ropa no era su bien más preciado, nunca se alegraba de ponérsela. Y eso que Adrián le repetía una y mil veces: "Eres preciosa Titi, no te olvides nunca."

Con ese recuerdo y una gran sonrisa en la cara cerró los ojos.

09:25 am

Se despertó con los primeros rayos de luz que entraban rebeldes en la habitación. Podía oler el humo de las tortitas quemadas o el café recién hecho.
Remoloneó varios minutos más en la cama hasta que el hambre decidió hacer acto de presencia. Se calzó sus zapatillas de andar por casa y su bata, para acabar recogiéndose el pelo en una coleta alta. Antes de salir, miró su cuerpo a través del espejo.

No le gustaba lo que veía.

"Qué raro." Pensó.

Tal vez era el pijama, que no le favorece a nadie. O sus gafas, le daban una apariencia de sabelotodo increíble. Su barriga volvió a rugir y el timbre sonó.

El análisis corporal podía esperar.


Hola holaaa jajaja
Pues Aitana ya está alojada en su nueva casa madrileña, junto a Paula. Además, se ha animado a asistir a Acordes, la academia.

Por otra parte, parece que Luis no es el único que lo pasa mal, Miriam también se habrá desahogado con Paula justo antes de que apareciesen Aiti y Adrián. ¿Qué le diría Miri a la rubia?

¡Espero que os esté gustando!

Leer es poder 🎼

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