8. Cara o cruz

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El viaje en coche con Aitana fue un auténtico interrogatorio. Es impresionante la cantidad de datos que puedes conocer de una persona en un solo trayecto.

Cuando abandoné la zona por donde vivía, no pude evitar pensar en lo poco que descubrí de ella. Además de su edad, sabía que era de Barcelona y quería estudiar diseño. Vivía con Paula y su otra gran aficción era la música, por algo acudiría a Acordes. Tenía un hermano mayor, del que desconocía el nombre.

Después de haberla dejado en su casa, me dirigí a otro lugar.
Cambié de emisora en la radio, y no pude emocionarme más con la canción que retumbaba en mis oídos. 90 minutos de India Martínez se colaba por los altavoces de mi coche. Tarareaba la melodía y a veces acompañaba con mi voz a la andaluza.

Aparqué en una calle muy conocida para mí. Caminé en dirección a un local un poco escondido. Debes conocerlo bien para entrar, pues desde fuera no da muy buena impresión la verdad. Según atravesé la puerta, Rogelio Méndez, el tío de Roi, me atendió.

- ¡Hombre Luis! Se te echaba de menos por aquí. Cuánto hace que no vienes, ¿un mes, dos...?

- Buenas Rogelio, yo también te echaba de menos. Hoy mismo vi a tu sobrino. Sigue igual de chistoso. - Le conté con cierto sarcasmo, pues ambos conocíamos al tonto de mi amigo desde siempre. Por lo tanto, sabíamos también el gusto de Roi por las bromas. - Ponme un ron-cola porfa.

En menos de cinco minutos tenía el vaso con una de mis bebidas favoritas en la mano. Le daba vueltas al vaso sin saber muy bien por qué. El carraspeo de una chica cercana a mí me hizo dar un pequeño salto del susto.

- ¿Por qué será que no me sorprende verte aquí? - Una Ana vestida de deporte me miraba fijamente, intentando leer mis pensamientos. - Es por...¿ella? - Pude notar cómo mis músculos se tensaban, no estaba preparado para afrontar otra dolorosa conversación.

- No lo sé Ana, no lo sé. A veces pienso que lo he superado, pero otras veces parece que no ha pasado el tiempo. Llevo bastante tiempo sin poder dormir a causa de las pesadillas. Es horrible. - Ana estaba pensativa, como si no encontrase las palabras adecuadas.

- ¿Se lo has consultado a Begoña? - Begoña había sido mi psicóloga durante estos últimos años. Me la recomendaron mis amigos al ver que lo pasaba tan mal. En cierto modo se lo agradezco, pues me ayudó mucho. - Luis, sabes que con ella estás en las mejores manos.

- No, no se lo he contado. No estaba preparado. ¿Qué le digo, que llevo años sin volver a mi tierra porque no he superado la muerte de mi hermana y por eso miles de pesadillas me quitan el poco sueño que consigo conciliar por las noches? - La culpabilidad me mataba, y no sé en qué momento había empezado a gritar. Cuando giro la cabeza, varias personas me miraban, alertadas por la altitud de mi voz. Di las gracias porque Rogelio estuviese en el almacén reponiendo botellas de vino y vodka. Ana me acarició el brazo suavemente.

- Luis, tranquilo. No te sientas culpable. María era especial y no se merecía lo que le pasó. Pero tampoco has sido el único que sufrió la pérdida. Tu madre la quería más que nadie, y está muy preocupada por ti. No te ve desde el funeral, te necesita. - Mi madre, junto a mi hermana fueron los pilares más importantes en mi vida. Al irse una de ellas, me era imposible ver a la otra. La culpaba por no hacer nada, si hubiesen parado el sufrimiento de María todo hubiese sido diferente. Al menos ella no habría muerto.

- No me digas que la quería más que nadie. ¿Por qué no me ha llamado? Joder aunque sea un mensaje, algo.

- Pues igual que tú, Luis. Ninguno ha hecho el esfuerzo, ya es hora de que os veáis y habléis de todo un poco. Sólo te queda ella. - Hizo una pausa, tomando aire. - Al menos desde que tu padre decidió quitarse la vida. - Se creó un silencio sepulcral, interrumpido por las voces de los demás clientes del local. Dio un pequeño trago a su bebida y observó los movimientos de su acompañante.

- Voy un momento al servicio. Ahora vuelvo. - Su amiga abandonó su asiento atropelladamente, al notar sus mejillas húmedas. María siempre fue importante para todos, pero no podía soportar el malestar de su amigo. Ese que llevaba arrastrando años y años gracias al alcohol y el tabaco.

Luis colocó el dinero para pagar la cuenta, dispuesto a invitar a su amiga como agradecimiento por la cena de la anterior noche. Se entretuvo dando vueltas a una moneda en su mano. Como tantas veces, un recuerdo le vino instantáneamente a su cabeza.

Flashback


- Niños, no discutáis. - Encarna intervino, alertada por los gritos de los hermanos.

- María quiere ver una peli romántica y yo de terror. ¡Estoy harto de ver siempre las mismas escenas con parejas besándose y diciendo "te quiero"! - El mayor imitaba con una mueca en los labios los besos de los personajes que se enamoraban.

- ¡Y a mí no me gustan las escenas de miedo! No son bonitas, siempre con sustos y gritos. - Contraatacó la menor.

- A ver, chicos, lo podemos hacer así. Tiráis una moneda. Luis, tú eres cara y María, cruz. Según el que salga, se verá la peli de terror o romántica. Asunto resuelto.


Vuelta al presente


- Ya estoy. Por dios Luis, no hace falta.- La canaria rebuscaba en su monedero.

- Te lo debo por la cena de la pasada noche. Gracias por todo Ana. - Se abrazaron, sin darse cuenta de la presencia de Rogelio, que suspiraba feliz de admirar la reconciliación entre los mejores amigos de su sobrino.

- Chicos, olvidaos. Os invito yo. - Ambos agradecieron el gesto al dueño del bar. Se despidieron en la puerta, después de fumarse un cigarro cada uno. Al volver a casa, se sentó en el sillón. Revisó los mensajes recibidos en las últimas horas. Una idea se le vino a la cabeza. Tal vez... Sí, era la hora.

Entró en el chat que compartía con Roi y escribió.


" Roi, voy a ir con vosotros a Galicia. Creo que estoy preparado. "

Su amigo no le contestó, pues a esas horas no era normal que se conectase. Sin embargo, hubo un mensaje que no lo esperaba.


" Hola Luis, soy Aitana. De nuevo te agradezco que me trajeras a casa. Mi hermano te quiere invitar un día a comer. Es muy insistente jajaja..."


Sonreí. No sabía muy bien por qué. No conocía mucho a esa chica, y menos a su hermano, pero algo en su interior le hizo animarse y responder.


" De nada, estaré encantado de comer con vosotros y así conoceros mejor. "

Apagó el móvil. Su cama deshecha le llamaba a tumbarse en ella, ya que sus ojos se cerraban por momentos. En seguida cayó en los brazos de Morfeo, esperando no volver a despertarse por culpa de las pesadillas que lo atormentaban.






¡Holaaa! He vueltooo 😂
¿Qué tal lleváis las vacaciones? Yo con mucho calor la verdad.
Os dejo este capítulo, que llevaba unos días sin subir ninguno. ¡Espero que os guste!

Leer es poder 🌻






InestableWhere stories live. Discover now