17. Lago di Como

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Los meses fueron pasando lentamente, su primera actuación conjunta fue un momento mágico, como todos los que compartían juntos. Prometieron que cada dos semanas cantarían alguna canción a dúo.

De momento, se conformaban con tener No puedo vivir sin ti como himno de su relación.

18 de diciembre

Las navidades estaban al caer, y Luis no tuvo mejor idea que organizar un viaje justo antes de las fechas señaladas. Una breve escapada al Lago Como en Italia, en donde se hospedarían en una villa privada que da al lago. Aitana estaba ansiosa por pasar esos días a solas con su novio, el cual se había esmerado mucho para que tuviesen la mejor desconexión. Los siguientes días estarían llenos de visitas, cenas familiares y regalos, por lo que necesitaban un pequeño descanso antes de las fiestas.

Esa mañana, Luis reía al ver a su novia saltar eufórica por su habitación, que se había convertido en la de ambos los últimos meses.

- Aiti, para, vas a romper algo. - dijo al borde de la risa. La ilusión de la catalana era más que evidente. - Anda ven. - Extendió sus brazos para que se acercara. La chica no dudó ni un segundo en abrazarlo efusivamente.

- Jo Luis, llevamos saliendo casi un año y es nuestro primer viaje juntos. - El chico susurró un "lo sé" acompañado de varios besos en su cabeza que pasaron a su boca. - Mmm ahora no podemos Luisín, no querrás perder el vuelo.

- Estoy a nada de cancelar ese vuelo y obligarte a que te quedes conmigo en la cama todo el día.

Aitana rió en su cuello.

- Venga Luisito, tenemos que darnos prisa. - Le dio dos golpecitos en el trasero.

Así, mientras la catalana se duchaba, Luis aprovechó para preparar el desayuno e ir colocando las últimas prendas de ropa que necesitarían para esos días.

Desayunaron y una vez preparados se dirigieron al aeropuerto. Los nervios de Aitana iban en aumento, pues la chica había desarrollado un miedo a los aviones desde que era pequeña. El gallego, conocedor del pánico que su novia sentía en esos momentos, acarició lentamente su rodilla, gesto que solía relajarla bastante. Media hora después, anunciaban la salida de su vuelo, por lo que apresurados llegaron a esa máquina que los dejaría en su destino, Italia.

Aitana se acomodó en el hombro de Luis, quedándose dormida durante todo el vuelo. Él en el fondo lo agradecía, pues la chica no paraba de mover la pierna, nerviosa. También es verdad que la llamada que compartió con su hermano Adrián la tranquilizó notablemente.

En el reloj del gallego marcaban las tres y cuarto del mediodía cuando las ruedas del avión pisaban tierra italiana. Acababan de aterrizar en Milán, cogerían un tren que los dejaría en el centro de la ciudad y por último conducirían en un coche alquilado previamente rumbo al lago.

Luis zarandeó a su novia, la cual abría los ojos lentamente.

- Aiti, ya hemos llegado. - Susurró en su oído, ella bostezó sonoramente. - Corre que perdemos el tren peque.

- Luis no me llames así. - Él sonrió de medio lado, siempre le decía lo mismo por ese apodo. - Jo, qué ganas de llegar al lago. - dijo mirando a través de la minúscula ventanilla del avión.

Recorrieron juntos y cargados de maletas el aeropuerto de Malpensa, Milán. Una vez llegaron a la estación, cogieron el tren que los dejó en el centro. Aprovecharon la ocasión para inmortalizar ese momento, por lo que, ayudados de una señora alemana que pasaba por ahí, sonrieron felices a la cámara.

- Luego se la paso a mi hermano, le va a encantar.

Luis asintió, se alegraba de la gran relación que tenía la catalana con su hermano.

Comieron en una bonita pizzería. Allí compartieron una pizza capricciosa y se dirigieron al aparcamiento en donde se situaba el coche que Luis había alquilado para ir al lago.

Una hora y media de trayecto y por fin consiguieron llegar a tan ansiado lugar.

Aitana no podía creer que su novio se hubiese tomado tales molestias en ese viaje.
El complejo estaba compuesto por cientos de villas cercanas al lago. Luis leyó detenidamente el papel con todos los datos de la villa.

- Nos ha tocado la villa número 78. - Aitana sonrió feliz a la par que cansada. - Anda démonos prisa para poder vaciar las maletas y cenar que ha sido un día muy largo. - Rodeó los hombros de la catalana y esta apoyó la cabeza en su pecho.

Entraron a la villa, en la cual había una habitación con cama doble y decorada con flores rojas. Aitana no dudó ni un segundo en tumbarse sobre esta, estirando levemente los brazos e inhalando el dulce aroma afrutado de la estancia.

No mucho tiempo después, entre ambos consiguieron colocar toda su ropa y accesorios personales para poder salir a cenar. El amable hombre de la recepción, llamado Francesco, les indicó la dirección de un sitio muy conocido especializado en pasta que no podían rechazar.

Definitivamente, el italiano tenía razón, el lugar era precioso. Una pequeña fuente iluminada les aguardaba en la entrada junto a varios rosales y en un cartel, con una cuidada caligrafía se distinguía el nombre del restaurante.

- "La Spezia" - leyó Luis.

- Me encanta. - Los ojos de la chica brillaban incansables. El gallego se juró que nunca haría perder ese brillo tan característico de su novia. No por su culpa. - Vamos a entrar.

Devoraron juntos un gran plato de Vincisgrassi, una especie de lasaña muy típica en Italia. De postre, se conformaron con dos bolas de helado cada uno, parándose a pronunciar el alimento en italiano, Gelato.

Salieron juntos de la mano hasta la Piazza Cavour, absorbiendo el olor del lago y analizando las estrellas. Observaron cómo un músico callejero tocaba, acompañado de su armónica, un delicado vals, incitando a bailar a todas las parejas que se encontraban en la plaza.

No saben quién dio el primer paso, pero enseguida los brazos de Luis se apoyaron en la cadera de su novia, la cual enroscaba los suyos en el cuello de él.

- Luis, esto es perfecto. - La catalana suspiró apoyada en el pecho del chico. - En serio, no hacía falta que organizaras todo esto. Es demasiado.

- Por ti nada es demasiado Aiti. Te quiero y con que hayas venido me basta.

- ¿Por qué será que te quiero tanto?

- ¿Porque tienes al novio más guapo del mundo?

- Puede ser. - Se dedicaron a besarse durante varios minutos hasta que vieron que la noche ya pesaba sobre sus cuerpos.

Regresaron a la villa y, una vez ya allí, la chica sorprendió al gallego con una potente propuesta:

- Luis, ¿qué te parece si estrenamos ese amplio jacuzzi ahora?

- No sé cómo lo haces pero siempre haces lo que quieres conmigo Aiti.

Y por primera vez, el sonido de los burbujeos se mezcló con los gemidos de Aitana, la cual disfrutó al igual que Luis de esa apasionada velada italiana.



" Per me sei l' accento che da un senso alla parola felicitá..."







Huooolaaaa!! Siento muchísimo la tardanza pero estos meses he estado hasta arriba de exámenes y proyectos así que apenas he tenido tiempo de actualizar la novela. En el próximo capítulo os traeré una sorpresita en compensación jeje... Os leo 🇮🇹






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